La imprudencia militar rusa vuelve a poner en peligro la Estación Espacial Internacional

 

La Estación Espacial Internacional ha tenido que realizar una maniobra evasiva para evitar la posibilidad de colisión con metralla producto de la explosión de un satélite ruso. Lo ha comunicado la NASA hace unas horas: “Esta tarde, los propulsores Progress 81 de la Estación Espacial Internacional dispararon durante 4 minutos, 34 segundos en una Maniobra de Evitación de Desechos Predeterminada para proporcionar una compleja y adicional de medida de distancia lejos de la trayectoria prevista del fragmento de basura espacial rusa Cosmos 1408”.

Aunque la agencia espacial norteamericana afirma dentro de su habitual discreción pública con sus colegas rusos que “la tripulación nunca estuvo en peligro y la maniobra no tuvo ningún impacto en las operaciones de la estación”, lo cierto es que la metralla de la prueba antimisiles del 2021 sigue afectando la operativa de la estación. Es ya la tercera vez que la ISS ha tenido que cambiar su trayectoria por culpa de Putin y su desafío a las leyes y el consenso internacionales.

La metralla forma parte de una nube de más 1.500 trozos de un antiguo satélite soviético que Putin ordenó destruir en noviembre de 2021 para probar la efectividad de sus nuevos misiles antisatélite espaciales. En aquella ocasión, el control en tierra de la ISS lanzó la señal de alarma y los astronautas —cuatro americanos, dos rusos y otro alemán— tuvieron que refugiarse en sus naves Soyuz y Dragon ante el peligro e incertidumbre provocados por aquella prueba.

Una nube de desechos metálicos que, como dijimos en su día, ahora vuela a velocidad hipersónica en órbita baja poniendo en peligro futuras misiones. Estos trozos pueden originar un juego de carambolas espaciales que podría tener el efecto colateral de derribar parte de la infraestructura espacial global, eventualmente provocando un gran apagón de comunicaciones y servicios fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad. Estos trozos metálicos también podrían derribar la ISS y otras naves espaciales tripuladas o de carga.

Por eso, la prueba motivó una condena internacional, incluyendo la condena del Departamento de Estado norteamericano, que anunció que habrá consecuencias a través de su portavoz Ned Price. Este afirmó entonces que la postura pública rusa de “oposición a las armas y la militarización del espacio es falsa e hipócrita”. El general James Dickinson, jefe de la comandancia espacial de los Estados Unidos, añadió entonces que Rusia había “demostrado un desprecio deliberado por la seguridad, la estabilidad y la sostenibilidad a largo plazo para la actividad espacial de todas las naciones”. Obviamente, como ha demostrado una y otra vez, a Putin las condenas internacionales le importan muy poco. De hecho, la prueba de noviembre de 2021 fue la segunda de esa clase y aquí no ha pasado nada.

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