Los agujeros negros más grandes del Universo se están deteniendo

Durante los primeros mil millones de años del universo, los vientos que soplaban los agujeros negros supermasivos eran mucho más frecuentes y poderosos que los observados en las galaxias actuales.

   Esos vientos eran tan poderosos que ralentizaban el crecimiento de los agujeros negros supermasivos de los que se originan.

   Estos son los resultados de un estudio dirigido por tres investigadores del Instituto Nacional Italiano de Astrofísica (INAF) en Trieste, publicado en la revista Nature.

   El trabajo se basa en las observaciones de 30 cuásares observadas con el Very Large Telescope (VLT) en el Observatorio Paranal de ESO en Chile. Los cuásares son fuentes puntuales extremadamente brillantes en los núcleos de galaxias distantes, cuya emisión surge de la intensa actividad de los agujeros negros supermasivos centrales que absorben la materia circundante. Las galaxias anfitrionas de estos cuásares se observaron alrededor del amanecer cósmico, cuando el universo tenía entre 500 y 1000 millones de años.

   "Por primera vez, medimos la fracción de cuásares en el universo joven que presenta vientos de agujeros negros", dice Manuela Bischetti, investigadora del INAF en Trieste y primera autora del nuevo estudio. "A diferencia de lo que observamos en el universo más cercano a nosotros, descubrimos que los vientos de los agujeros negros en el universo joven son muy frecuentes, tienen altas velocidades de hasta el 17 por ciento de la velocidad de la luz e inyectan grandes cantidades de energía en su galaxia anfitriona. "

   Aproximadamente la mitad de los cuásares observados en esta investigación muestran vientos de agujeros negros, que son mucho más frecuentes y 20 veces más potentes que los conocidos en los cuásares del cosmos más cercano cuando el universo tenía alrededor de 4.000 millones de años.

"Las observaciones de los agujeros negros en el universo joven muestran que crecen mucho más rápido que sus galaxias anfitrionas, mientras que en el universo local sabemos que los agujeros negros y las galaxias coevolucionan", añade la coautora Chiara Feruglio, investigadora del INAF en Trieste.

"Esto implica que un mecanismo debe haber actuado en algún punto del universo, ralentizando el crecimiento de los agujeros negros. Nuestras observaciones nos permitieron identificar este mecanismo en los vientos de los agujeros negros producidos cuando el universo tenía entre 500 y 1000 millones de años".

 La energía inyectada por los vientos habría sido capaz de detener una mayor acumulación de materia en el agujero negro, ralentizando su crecimiento y dando inicio a una fase de "evolución común" entre el agujero negro y su galaxia anfitriona.

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