Marte estaba repleto de lagos

 

La primera imagen que nos viene a la mente cuando pensamos en Marte es la de un planeta árido, una superficie estéril y voladiza cubierta de polvo rojo y, sin embargo, desde hace años sabemos que tiempo atrás Marte no era tan diferente a la Tierra. Gracias a las numerosas misiones, sondas y exploradores robóticos que han estudiado el planeta rojo desde los años ’60 hemos descubierto que sus abundantes canales, valles, lechos y deltas se formaron en presencia de agua. De hecho, los Rovers Curiosity y Perseverance han encontrado sólidas evidencias de que el paisaje marciano estuvo salpicado de cientos de grandes lagos.

Y aún así, a pesar de que nuestro ideario de Marte ha cambiado con estos descubrimientos, podríamos haber subestimado la enorme cantidad de agua que el planeta rojo alojó en tiempos remotos. Un nuevo estudio publicado hace unos días en la revista Nature Astronomyapunta a que nuestras estimaciones actuales del agua superficial se han quedado cortas de una manera realmente significativa.

El estudio ha sido realizado por un equipo internacional de investigadores pertenecientes a la Universidad de Hong Kong, el Instituto canadiense de Investigación Avanzada, así como diversas instituciones y universidades norteamericanas, como la de Austin, de Georgetown o la de Columbia Británica. El trabajo ha consistido en un exhaustivo metaanálisis de datos satelitales que se extienden durante varias décadas y que sugieren que hemos pasado por alto un alto número de lagos menores que una vez cubrieron la superficie de Marte.

“Hemos contabilizado aproximadamente 500 lagos antiguos en Marte, pero casi todos los lagos que conocemos tienen más de 100 km2”, explica el Dr. Joseph Michalksi, director adjunto del Laboratorio de Investigación Espacial de la Universidad de Hong Kong y autor principal del estudio. “En nuestro planeta la mayoría de los lagos son más pequeños y se encuentran en ambientes fríos donde los glaciares se han retirado. De la misma manera, en Marte estos lagos de tamaño pequeño y medio también son difíciles de identificar, por lo que estimamos que es probable que al menos el 70% de los lagos marcianos aún no se hayan descubierto”.

 El estudio documenta que la mayoría de los lagos que conocemos en Marte datan de hace 3500 a 4000 millones de años, en el periodo Noeico, pero eran lagos que duraban un tiempo geológicamente corto (entre 10.000 a 100.000 años). Esto significa que el antiguo Marte “era un planeta frío y seco que se calentaba episódicamente durante cortos períodos de tiempo. Además, debido a la menor gravedad de Marte y al regolito de grano fino de su superficie, los lagos de Marte habrían sido muy turbios y podrían no haber permitido que la luz penetrara muy profundamente, lo que podría representar un desafío para la vida fotosintética”.

La extendida presencia de lagos en Marte abre algunas puertas muy interesantes. Por un lado, los depósitos lacustres de esa época contienen elementos ricos en hierro y magnesio detríticos, así como carbonatos, sulfatos, cloruros y minerales arcillosos que pueden haber preservado muchas de las características de la atmósfera y el clima antiguo, convirtiendo a estos paleolagos en el lugar perfecto para estudiar y comprender cómo era Marte en esa época. Por otro lado, en la Tierra los lagos son un lugar muy conveniente para estudiar la vida y, del mismo modo, los antiguos lagos de Marte podrían albergar muchos ingredientes necesarios para la vida tal y como la conocemos: agua, nutrientes y fuentes de energía.

“En Marte hubo una gran variedad y cantidad de lagos”, concluye Michalski. “Algunos ellos nos pueden resultar más interesantes para la búsqueda de vida microbiana que otros porque algunos de los lagos eran grandes, profundos, longevos y poseían una amplia gama de entornos, como sistemas hidrotermales que podrían haber sido propicios para la formación de la vida sencilla”.

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