Lache, el lago del Himalaya donde se avistan yetis
La cavidad no tiene un aspecto muy vistoso. De
hecho, parece el entrante de una obra humana inacabada más que un pasaje a las
entrañas de la Tierra. El caminito es en una cuesta empinada y ahora no hay
distintivo alguno, pero de entre los pocos turistas que llegan hasta Lachen,
muchos se acercan a visitarla. Quieren comprobar si queda alguna huella del
paso de Alexandra David-Néel en ella. El resultado, a efectos prácticos, es
decepcionante: no hay rastro de los tres años que la mítica exploradora
parisina pasó aquí meditando y ensayando técnicas como las de calentar su
cuerpo semidesnudo para permanecer impertérrita ante ventiscas y nevadas.
El valle de Lachen (Sikkim) tiene un conjunto de
atractivos muy potente. Pero muchos de los extranjeros que se acercan hasta
allí lo hacen embobados ante el aura de la primera mujer extranjera que pisó la
mítica Lhasa cuando la capital tibetana estaba prohibida a los foráneos.
Precisamente en 2024 se cumple el centenario de la gesta, aunque posiblemente
las celebraciones sean más vistosas en los museos parisinos que en el propio
Tíbet.
El monasterio de Lachen, que sirvió de referencia
espiritual a David-Néel y que fue el punto de partida de su legendario viaje,
ofrece hoy un aspecto impoluto. Sus paredes exteriores se repintan cada año, y
muestra las hechuras de fortaleza rústica que tienen los santuarios del budismo
tibetano. Aquí, tan cerca ya de las estepas del Techo del Mundo, la mezcla de
la religión normativa y el chamanismo propio de los pastores nómadas queda
plasmado a la entrada, donde una ristra de hilos de colores sirven de trampa
para que los espíritus malignos no se cuelen en el interior.
El monasterio de Lachen, situado estéticamente sobre
una colina que domina la ciudad del mismo nombre, suele ser el punto de partida
hacia el glaciar Zemu y el lago Verde, situado a 5.050 metros de altitud. Los
paisajes son los típicos de Sikkim, un antiguo reino independiente –no se
incorporó a la Unión India hasta 1975– que se distingue por la generosidad de
las lluvias y, por tanto, unos bosques frondosos donde se ocultan pandas rojos,
osos negros, tigres y otros seres todavía más esquivos.
Puede preguntársele a cualquier ciudadano de Lachen:
el lago Verde es uno de los enclaves del Himalaya preferido por los yetis, y
cualquier que tenga los arrestos de caminar durante ocho días para alcanzarlo
tendrá la oportunidad de tropezar con ese mítico ser peludo y gigantesco, cuyo
antiguo nombre popular, Abominable Hombre de las Nieves, no tiene ningún
significado para la población local. Si no hay suerte con el enorme simio, al
menos podrá gozarse de uno de los más maravillosos y vírgenes paisajes del
parque nacional Kanchenjunga.
La tercera montaña más alta del mundo (8.586 m) que
le da nombre domina todo el horizonte de Sikkim y el norte de Bengala
Occidental. El trekking que se acerca ante los Cinco Tesoros de las Nieves (ese
es el significado de su nombre) es uno de los más gratificantes que pueden
realizarse en el Himalaya oriental, aunque reclama de los caminantes un
esfuerzo continuado durante dos semanas. El premio paisajístico es mayúsculo,
amén de que al terminar se baja hasta la capital sikkimesa, Gangtok, un remanso
de cultura gurka y tibetana donde pasar unos días relajantes.
Lachen se halla al oeste de la carretera principal
310A que conecta las tierras bajas de Sikkim con el remoto valle de Yumthang,
ya en la frontera con el territorio kampa del Tíbet. Se accede con un vehículo
todoterreno y mucha paciencia.
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