Reconocen al Lago Titicaca como los mismos derechos que a una persona
El Consejo Regional de Puno aprueba una ordenanza histórica impulsada por mujeres indígenas aymaras y quechuas, que reconoce al lago más alto del mundo como entidad jurídica con derechos propios
El Consejo Regional de
Puno ha declarado al Lago Titicaca como “sujeto de derechos”,
reconociéndolo como una entidad con personalidad jurídica y derechos
específicos, como la regeneración de su biodiversidad, la protección frente a
la contaminación y la participación indígena en su gestión. La medida,
impulsada por la Organización de Mujeres Aymaras y Quechuas Unidas por la
Defensa del Agua, fue aprobada el pasado 24 de abril como parte de un proceso
de incidencia política liderado por mujeres campesinas de las trece provincias
de la región.
El lago como madre y
espejo espiritual
Para las comunidades
indígenas del altiplano, el lago Titicaca es más que una fuente hídrica: es
“Qhuta mamá”, la madre lago, símbolo de vida y sabiduría ancestral. Por ello,
la ordenanza reconoce también su valor cultural, espiritual y ecológico,
y establece que toda decisión que lo afecte debe someterse a consulta previa a
los pueblos originarios, tal como indica el Convenio 169 de la OIT. El gobierno
regional, las comunidades indígenas y las organizaciones locales actuarán como
sus representantes y guardianes.
Contaminación y
amenazas para la salud pública
El reconocimiento
llega en medio de una situación crítica. Informes oficiales denuncian altos
niveles de contaminación en los ríos Torococha y Coata, afluentes del lago, con
presencia de metales pesados y aguas servidas. La población local sufre las
consecuencias en su salud y en la calidad de sus cultivos, lo que motivó una
demanda judicial en 2023, ratificada por la justicia en 2024, que
responsabiliza a varias entidades públicas por las condiciones insalubres que
afectan a miles de personas.
Un precedente en defensa
de la naturaleza
Este avance se suma a
precedentes similares en América Latina, como el caso del río Atrato en
Colombia o del río Marañón en Perú. En todos ellos, el enfoque ecocéntrico
y la sabiduría ancestral de los pueblos indígenas abren paso a una nueva manera
de entender la relación con la naturaleza, más allá de su valor económico.
La ordenanza del Lago
Titicaca representa un paso clave para salvaguardar uno de los ecosistemas
más importantes y sagrados del continente, y se espera que su reglamentación,
prevista en los próximos 120 días, determine las sanciones para quienes
contaminen y garantice una gestión más justa y sostenible del agua en el
altiplano andino.
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