Encuentran en la isla de Tonga (Oceanía) restos de una paloma gigantesca que vivió hace 3000 años
Ornitólogos del Museo
Nacional de Florida hallaron restos fósiles de un increíble ejemplar extinto de
una especie de paloma gigante que llegó a medir medio metro de longitud, en el
Reino de Tonga, en Oceanía.
El ave, identificada
como Tongoenas burleyi habitó las islas de Tonga, al este de Australia, en el
Pacífico Sur, durante unos 60.000 años, pero desapareció hace unos 2850, un
siglo o dos después de que los humanos arribaran a esas islas.
El ave medía
aproximadamente 51 centímetros de largo -sin contar la cola- y pesaba al menos
cinco veces más de lo que pesa una paloma promedio de ciudad. Podía volar y se
alimentaba de frutas.
Los ornitólogos
encontraron restos de huesos carbonizados, por lo que concluyeron que su
extinción tuvo que ver con que formaban parte de la dieta de los primeros
humanosLos ornitólogos encontraron restos de huesos carbonizados, por lo que
concluyeron que su extinción tuvo que ver con que formaban parte de la dieta de
los primeros humanos Crédito: Florida Museum - Ilustración de Danielle Byerley
"Cuando encontré
por primera vez los fósiles de tongoenas burleyi en una cueva en la isla de
Tonga me impresionó de inmediato su tamaño", dijo el autor principal del
estudio que narra el descubrimiento, el doctor David Steadman, curador de
ornitología en el Museo de Historia Natural de Florida.
"Me dije: 'Dios
mío, nunca había visto una paloma tan grande'. Era claramente algo
diferente", agregó el científico, en un artículo publicado en la página
del mismo museo. Además, la investigación completa de este descubrimiento se
publicó en la revista científica Zootaxa.
"Una vez que
comenzamos a excavar y encontramos restos carbonizados y rotos de Tongoenas
burleyi en sitios arqueológicos supimos que era otra extinción causada por el
hombre: las palomas simplemente saben bien", agregó.
Esta especie de ave
extinta comía árboles frutales de la familia del mango, la guayaba, entre
otros, lo que lo convertía a su vez en un dispersador de semillas y cultivador
forestal esencial para el ecosistema de su hábitat.
"Las tongoenas
burleyi probablemente eran capaces de tragarse frutas tan grandes como una
pelota de tenis -dijo Steadman-. Algunos de estos árboles tienen frutos grandes
y carnosos, claramente adaptados para que una paloma grande trague todo y se
deshaga de las semillas".
La tongoenas burleyi
(derecha) medía más de medio metro sin contar la cola y podía comer frutas del
tamaño de una pelota de tenisLa tongoenas burleyi (derecha) medía más de medio
metro sin contar la cola y podía comer frutas del tamaño de una pelota de tenis
Crédito: Florida Museum - Ilustración de Danielle Byerley
El científico planteó la
hipótesis de que esta especie presentaba un plumaje brillante, incluso
llamativo, como el de otros pájaros que viven en las copas de los árboles.
Allí, los colores intensos proporcionan un mejor camuflaje que los marrones
apagados y los grises de las palomas actuales.
"La ausencia de
tongoenas burleyi de las islas de Tonga podría haber amenazado la supervivencia
a largo plazo de los árboles locales que dependían de la paloma como
transportadora de semillas", dijo la coautora Oona Takano, estudiante de
doctorado en la Universidad de Nuevo México.
"Esta ave brindó un
servicio importante al trasladar semillas a otras islas. Las especies de
palomas en Tonga hoy son demasiado pequeñas para comer frutas grandes, lo que
pone en peligro ciertos árboles frutales", agregó.
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