La vida se recuperó en 700.000 años en el lugar de impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios
El impacto del asteroide
–de una fuerza similar a la de mil millones de bombas atómicas– tuvo lugar hace
unos 66 millones de años, y ocasionó una de las cinco grandes extinciones en
masa del Fanerozoico, la correspondiente al límite Cretácico y Paleógeno. Esto
provocó la desaparición de los dinosaurios de la faz de la Tierra. El cráter de
Chicxulub que se generó en la Península de Yucatán, México, medía 180 kilómetros
de diámetro.
El impacto alteró
significativamente el medio a escala global, produciendo grandes terremotos de
magnitud superior a 11, tsunamis de entre 100 y 300 metros de altura, aumentos
de temperatura, incendios a distancias de entre 1.500 y 4.000 kilómetros del
cráter, y lluvias ácidas, entre otras catástrofes.
Como consecuencia, se
extinguió cerca del 70 % de las especies marinas y continentales que vivían en
ese período, lo que supuso un gran cambio en la evolución de la vida sobre la
Tierra hasta nuestros días. Pero en las decenas de miles de años siguientes, la
vida se fue recuperando allí donde impactó el asteroide.
Una investigación
internacional, con participación de la Universidad de Granada, aporta nuevos
datos sobre cómo y por qué se recuperó tan rápidamente la vida en la zona donde
impactó el asteroide que acabó con los dinosaurios. Los resultados se publican
en la revista Geology.
El trabajo pone de
manifiesto la rápida diversificación y estabilización de la comunidad
bentónica, es decir, la que se formó por los organismos que habitan en el fondo
de los ecosistemas acuáticos, tras el impacto del asteroide que ocasionó la
extinción en masa de final del Cretácico (K-Pg).
Tras la rápida recuperación
inicial de algunos seres vivos durante las decenas de años siguientes, la vida
en el fondo marino del cráter volvió a niveles de abundancia y diversidad
similares a los previos al impacto en solo 700.000 años, un tiempo
significativamente rápido a escala geológica.
“Sin embargo, esa
recuperación no fue brusca, sino producto de distintas fases de
diversificación, estabilización y consolidación. De acuerdo con las
características de las trazas y los organismos que las generaron se confirma la
importancia de la productividad biológica como el factor clave de esta rápida
recuperación”, apunta Francisco Javier Rodríguez-Tovar, catedrático del
departamento de Estratigrafía y Paleontología de la UGR.
Los resultados obtenidos
por Rodríguez-Tovar revelan que, unos 700.000 años después del impacto, la
comunidad de organismos generadores de trazas se había recuperado
completamente, como lo atestigua el abundante registro de Chondrites,
Palaeophycus, Planolites y Zoophycos.
El trabajo compara,
además, los datos obtenidos con los procedentes de otras grandes extinciones
del Fanerozoico, como la correspondiente al final del Pérmico, revelando
patrones similares en la recuperación tras el evento de extinción en masa. Sin
embargo, los científicos constatan una gran diferencia en lo que se refiere al
tiempo implicado en esta recuperación: fue mucho menor tras la extinción del
final del Cretácico.
Los resultados abren una
nueva línea de estudio de las extinciones en masa, de gran importancia en la
evolución de la vida sobre nuestro planeta y su recuperación tras cambios
ambientales extremos.
El próximo paso será
evaluar las distintas fases de la evolución tras el impacto del asteroide, y
calibrar cuándo tuvo lugar la completa recuperación de la comunidad bentónica,
alcanzando niveles de diversidad y abundancia similares a los previos al
impacto.
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