El increíble ascensor que conectará la Tierra con el espacio
Konstantín Eduárdovich Tsiolkovsky (1857-1935),
físico soviético conocido como el ‘Padre de la Cosmonáutica’, dejó una semilla
en 1895, la cual ha empezado a germinar más que nunca en la mente de los
científicos a escala global: un ascensor, inspirado en la torre Eiffel, que
conecte a la superficie de la Tierra con el espacio.
Tuvieron que pasar 65 años para que el ingeniero
ruso Yuri Artsutanov retomara la idea y la modernizara en su artículo “Al
cosmos en tren eléctrico”. “El vuelo hacia el cosmos con la ayuda de un cohete
nunca será como un paseo en bote o un viaje en tranvía”, decía al reflexionar
que los pasajeros de ese vehículo deberían soportar “las cadenas de la
gravedad”, “la alta aceleración” y “el furioso esfuerzo de los motores tensos”.
Entonces, el diseño de un elevador larguísimo solucionaría tales incomodidades.
En el 2014, la empresa Obayashi Corporation anunció
la construcción de un ascensor espacial, mediante un comunicado de prensa. Sin
embargo, los resultados de la administración logística recién se apreciarían en
el año 2050. El elevador estaría compuesto por “un cable de nanotubos de
carbono de 96.000 km, un puerto terrestre flotante de 400 m de diámetro y un
contrapeso de 12.500 toneladas”, con un costo aproximado de $ 9.000 millones.
Como la mayor tensión del cable en el punto de la
órbita geoestacionaria —de oeste a este—, a 35.786 km por encima del ecuador de
la Tierra, es demasiado fuerte, se había propuesto en el 2000 incluir en el
plan a los citados nanotubos de carbono, pequeños conductos huecos con
moléculas entrelazadas, 20 veces más resistentes que el acero.
Incluso una hebra del tamaño de un hilo hecha de aquel material soportaría el peso de un automóvil, según estimaciones teóricas
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