El núcleo del planeta puede esconder vestigios de la Tierra primitiva
Cerca del núcleo de la Tierra hay zonas en las que las ondas sísmicas se ralentizan. Ahora, un nuevo estudio de la Universidad de Utah ha revelado que estas enigmáticas y descriptivas zonas de velocidad ultrabaja están sorprendentemente estratificadas.
Los modelos sugieren que es posible que algunas de
estas zonas sean restos de los procesos que dieron forma a la Tierra primitiva,
según publican en la revista 'Nature Geoscience'.
"De todas las características que conocemos del
manto profundo, las zonas de velocidad ultrabaja son probablemente las más
extremas --explica Michael S. Thorne, profesor asociado del Departamento de
Geología y Geofísica--. De hecho, son algunas de las características más
extremas que se encuentran en cualquier parte del planeta".
Entre la corteza y el núcleo de hierro y níquel, en
el centro del planeta, se encuentra el manto que, recuerdan los investigadores,
no es un océano de lava, sino más bien una roca sólida, pero caliente y con una
capacidad de movimiento que impulsa las placas tectónicas en la superficie.
Para saber lo que ocurre en el manto y en el núcleo
se usan las ondas sísmicas: cuando se propagan por la Tierra después de un
terremoto, los científicos de la superficie pueden medir cómo y cuándo llegan
las ondas a las estaciones de control de todo el mundo.
A partir de esas mediciones, pueden calcular cómo se
reflejan y desvían las ondas en las estructuras de la Tierra, incluidas las
capas de diferentes densidades. Así es como se sabe dónde están los límites
entre la corteza, el manto y el núcleo, y en parte de qué están hechos.
Las zonas de velocidad ultrabaja se encuentran en el
fondo del manto, encima del núcleo exterior de metal líquido. En estas zonas,
las ondas sísmicas se ralentizan hasta la mitad y la densidad aumenta un
tercio.
En un principio, los científicos pensaron que estas
zonas eran áreas en las que el manto estaba parcialmente fundido, y que podrían
ser la fuente de magma para las llamadas regiones volcánicas "de punto
caliente", como Islandia. "Pero la mayoría de lo que llamamos zonas
de velocidad ultrabaja no parecen estar situadas bajo los volcanes de puntos
calientes --dice Thorne--, así que esa no puede ser toda la historia".
Así que Thorne, el becario postdoctoral Surya
Pachhai y sus colegas de la Universidad Nacional de Australia, la Universidad Estatal
de Arizona, en Estados Unidos, y la Universidad de Calgary, en Canadá, se
propusieron explorar una hipótesis alternativa: que las zonas de velocidad
ultrabaja pueden ser regiones hechas de rocas diferentes al resto del manto, y
que su composición puede remontarse a la Tierra primitiva.
Tal vez, dice Thorne, las zonas de velocidad
ultrabaja podrían ser acumulaciones de óxido de hierro, que vemos como óxido en
la superficie pero que puede comportarse como un metal en el manto profundo. De
ser así, las bolsas de óxido de hierro situadas fuera del núcleo podrían
influir en el campo magnético de la Tierra que se genera justo debajo.
"Las propiedades físicas de las zonas de
velocidad ultrabaja están relacionadas con su origen --afirma Pachhai--, lo que
a su vez proporciona información importante sobre el estado térmico y químico,
la evolución y la dinámica del manto más bajo de la Tierra, una parte esencial
de la convección del manto que impulsa la tectónica de placas".
Para obtener una imagen clara, estudiaron zonas de
velocidad ultrabaja bajo el Mar del Coral, entre Australia y Nueva Zelanda, un
lugar ideal por la abundancia de terremotos en la zona, que proporcionan una
imagen sísmica de alta resolución del límite entre el núcleo y el manto. La
esperanza era que las observaciones de alta resolución pudieran revelar más
información sobre cómo se forman las zonas de velocidad ultrabaja.
Pero obtener una imagen sísmica de algo a través de
casi 3 kilómetros de corteza y manto no es fácil. Tampoco es siempre
concluyente: una capa gruesa de material de baja velocidad puede reflejar las
ondas sísmicas de la misma manera que una capa fina de material de velocidad
aún más baja. Así que el equipo utilizó un enfoque de ingeniería inversa.
"Podemos crear un modelo de la Tierra que
incluya reducciones de la velocidad de las ondas ultrabajas --dice Pachhai--, y
luego ejecutar una simulación por ordenador que nos diga cómo serían las formas
de las ondas sísmicas si así fuera la Tierra en realidad. Nuestro siguiente
paso es comparar esos registros predichos con los que realmente tenemos",
adelanta / EUROPAPRESS
.-
Comentarios
Publicar un comentario