Se cumplen 440 años desde que celebramos el Año Nuevo el 1 de enero
Aun cuando el establecimiento y la llegada del año nuevo se basa en calendarios como herencia de varias culturas, este hecho cuenta con fundamentos astronómicos, aseguró el investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, Daniel Flores Gutiérrez.
A propósito del inicio del año 2022, el responsable
del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional dijo que está relacionado con
los calendarios Romano, Juliano y Gregoriano, este último vigente y utilizado en
la mayoría de los países del orbe.
Instaurado en 1582 por el Papa Gregorio XIII, el
anuario que lleva su nombre estableció el primer día del ciclo el 1 de enero,
por lo cual el planeta cumplirá 440 años de conmemorar este hecho.
Se requiere, explicó Flores Gutiérrez, un calendario
para establecer el conteo vinculado al pensamiento humano de cómo entender la
naturaleza y, evidentemente, con la bóveda celeste. A lo largo de la existencia
se ha observado el movimiento de los astros, particularmente del Sol y la Luna;
es una aproximación al intervalo solar.
“La mayoría de los calendarios en el mundo, en todas
las culturas que se han desarrollado, tienen que ver con el movimiento orbital
de la Tierra en torno al Sol, entonces este desplazamiento recorre diferentes
grupos de estrellas en el año, y este es un intervalo del orden de 365 días”,
argumentó.
En el planeta han existido diferentes inicios de año
a lo largo de la historia de las culturas. Por esa razón hay algunos que
empiezan en primavera, otros en el solsticio de invierno, o bien en verano; es
una elección de un grupo humano para contar su anualidad.
Es decir, la consideración del año nuevo es un
fenómeno cultural relativamente independiente de las homologaciones oficiales o
de los ajustes astronómicos que puedan existir.
Previo a la era cristiana, el año nuevo arrancaba en
lo que actualmente es marzo. No obstante, en enero (considerado el undécimo
mes), los cónsules de la Antigua Roma asumían el gobierno, por lo que Julio
César, en el año 47 a.C., creó el Calendario Juliano.
Los romanos dedicaron el día 1 de enero a Jano, el
“Dios de las entradas y los comienzos”. Este mes recibió su nombre en su honor,
que tenía dos caras, una que miraba adelante y otra atrás. El denominado Calendario
Juliano en memoria del emperador permaneció válido durante casi 16 siglos,
hasta la llegada del Gregoriano.
“Las culturas prehispánicas tenían un inicio de
calendario, en el caso de Mesoamérica había una combinación de varios, pero
consideramos dos importantes, que serían las cuentas de 360 y 260 días. La
primera es la que corresponde al Sol, porque se completaba con cinco días, los
denominados de Wayeb, en el área maya”, expuso Flores Gutiérrez.
Se sabe que el inicio del Mesoamericano es el 2 de
febrero del Juliano, pero cuando vino la corrección y se estableció el
Gregoriano (actual), se ajustó al 12 de febrero.
“En el área maya, además, estaba una fecha de inicio
de año alrededor del 16 de julio. Esta es una representación de esa gran
capacidad de pensamiento, de los grupos humanos en América y en Mesoamérica en
el que establecían y comprendían muy bien los movimientos de la bóveda celeste
y determinaban su calendario, sus cuentas; y eso ya lo sabemos por el estudio
de su calendárica”, resaltó el investigador del IA.
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Referencia: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2021_1106.html
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