El dinosaurio que salvó a sus hermanos de una riada de cenizas
Hace no tanto tiempo que los mismos paleontólogos tenían a los dinosaurios por animales fríos, estúpidos y lentos. Ahora sabemos que aquello eran prejuicios. Los dinosaurios no fueron un puñado de especies sorprendentemente parecidas entre sí, como la propia RAE parece sugerir.
Vivieron durante casi 200 millones de años, unas tres veces el tiempo que a
nosotros nos separa de ellos. Durante ese tiempo pudieron cambiar, adaptarse y
explorar multitud de soluciones para sobrevivir. Es así como algunos encontraron
su lugar en las pequeñas escalas. Su tamaño oscilaba entre el de un perro
pequeño y las 80 toneladas. Algunos vivían en los desiertos y otros prosperaban
en la jungla. Dentro de esta grandísima variedad mostraron tanta pluralidad en
su intelecto como en su forma.
Todavía podemos ver sus cavidades craneales y
deducir cuál era el tamaño de su cerebro. Eso nos da alguna pista sutil sobre
cómo de inteligentes podrían ser unos comparados con los otros. Es más, podemos
utilizarlo como una medida indirecta de la complejidad de sus dinámicas
sociales. Los animales que viven en grupos, sobre todo en grupos con
estructuras complejas, se han visto evolutivamente empujados a seleccionar a
los organismos más duchos en ese arte que es interpretar las intenciones de los
demás, algo increíblemente complejo que requiere de todas nuestras herramientas
cognitivas. Sin embargo, en algunas ocasiones especiales, las elucubraciones
dan paso a evidencias directas; ya no hace falta suponer cómo se comportaban,
sino que podemos verlo directamente. Eso es más o menos lo que ha ocurrido en
el nordeste de China / LEER NOTICIA COMPLETA
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