Una especie de jabalí primitivo se extinguió por la caída de CO2 atmosférico
La
disminución del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera influyó en la
extinción de una especie de jabalí primitivo hace unos 10 millones de años,
puesto que ese fenómeno varió los nutrientes que aportaban las plantas a su
dieta.
Así
lo subraya Jan van der Made, investigador del Museo Nacional de Ciencias
Naturales (MNCN-CSIC), que ha descrito la especie como ‘Listridon dukkar’
gracias a fósiles encontrados en el yacimiento de Pasuda (India). Es la primera
vez que se relaciona el éxito de los herbívoros con los cambios que sufren las
plantas ante las modificaciones en la proporción de CO2 atmosférico.
Esta
nueva especie para la ciencia es uno de los últimos representantes de la
subfamilia de los ‘Listriodontinae’, un grupo de jabalís herbívoros con un
morro más ancho que otras especies de jabalís que les permitía aumentar la
ingesta de material vegetal con cada mordida. “Probablemente seguían teniendo
el típico disco en el morro que otras especies utilizan para hozar, aunque
seguramente habían perdido este hábito”, expone Van der Made.
Este
investigador apunta que “las muelas de esta subfamilia de porcinos tenían
tendencia a formar crestas transversales, una adaptación para optimizar la
ingesta particularmente de hojas”. “La nueva especie, cuyos adultos pesaban en
torno a 90 kilos, se distingue por tener también los premolares con crestas transversales
perfectas”, añade.
Uno
de los aspectos más novedosos de la investigación es que se analizó cómo pudo
afectar el aumento y posterior descenso del CO2 en la dieta y el éxito evolutivo
de estos animales. Al aumentar la proporción de dióxido de carbono atmosférico,
las plantas contienen más azúcares y almidón, pero también menos proteínas,
zinc y hierro.
“Entre
los herbívoros existen dos tipos de tracto digestivo: de fermentación en la
parte posterior, más eficaces digiriendo azúcares y almidón, y de fermentación
anterior, que tienen menor necesidad de ingerir proteínas. Muy probablemente,
la digestión de ‘Listridon dukkar’, parecida a la de especies como los
antílopes, las jirafas o los camellos, era de fermentación anterior, mientras
que la digestión de los caballos o los elefantes es posterior”, explica Van der
Made.
ESPECIES GANADORAS Y PERDEDORAS
La
proporción de CO2 atmosférico influye en los nutrientes en las plantas y, por
tanto, en el éxito de los herbívoros. A lo largo de la historia evolutiva de
los porcinos ha habido especies con tractos digestivos de fermentación en la
parte anterior y otros en la parte posterior del intestino. Por su posición
filogenética, los ‘Listriodontinae’ deben haber sido de fermentación anterior.
Es
posible que la alta concentración de CO2 que hubo hace entre 17 y 13,5 millones
de años les beneficiara al ser eficaces en obtener proteínas, pero necesitaban
ingerir más azúcares y almidón. De hecho, estas especies tuvieron un amplísimo
rango de distribución que iba desde Portugal a China y el sur de África.
Después,
a medida que la concentración de CO2 fue disminuyendo, lo hizo también su éxito
evolutivo mientras la diversidad y abundancia de otros porcinos con digestiones
basadas en la fermentación posterior aumentaba.
“La
relación entre la proporción de CO2 ambiental con el registro fósil nos hace
pensar que la disminución del CO2, con el cambio en la composición de las
plantas que supuso, provocó el declive de los ‘Listriodontinae’, siendo ‘L.
dukkar’ una de las últimas especies”, recalca Van der Made, quien señala: “La
historia evolutiva de la Tierra sigue demostrándonos que los cambios
ambientales benefician a unas especies y perjudican a otras”.
La
cantidad de CO2 atmosférico rondó las 500 partes por millón (ppm) hace entre 17
y 13,5 millones de años, cifra que fue bajando hasta llegar a los niveles
preindustriales. En la época anterior a la Revolución Industrial, el CO2
atmosférico no llegaba a los 280 ppm, actualmente se han superado las 410 ppm y
se prevé que se llegue a las 500 ppm en 2050, lo que reducirá la producción de
proteínas vegetales.
Dado
que ingerir menos proteínas de las necesarias provoca diversas enfermedades, el
aumento del CO2, además de provocar el calentamiento del planeta, pone en
peligro la alimentación adecuada de casi 150 millones de personas que no pueden
permitirse consumir proteína animal, según el MNCN-CSIC.
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