Un fósil chino ayuda a resolver el misterio de cómo la jirafa consiguió su largo cuello
El largo cuello de las jirafas (Giraffa
camelopardalis) es una proeza evolutiva, además de un misterio biomecánico.
Contiene siete vértebras, el mismo número que el de los humanos, aunque mucho
más alargadas y las articulaciones que permiten moverlo son mucho más
complejas. Además, para que la sangre llegue hasta el cerebro, el corazón debe
bombearla a una altura de dos metros, una labor que sólo es posible gracias a
una estructura cardíaca inusual, una presión sanguínea que duplica la de los
seres humanos y unos vasos sanguíneos con paredes muy gruesas.
Desde el naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck
(1744-1829) los científicos han propuesto diferentes hipótesis sobre el proceso
evolutivo que permitió alargar el cuello a las jirafas. Muchos consideran que
el motor del crecimiento fue la necesidad de alcanzar la vegetación en la parte
alta de los árboles, fruto de la competición con otros rumiantes. Pero otros
investigadores avanzan explicaciones alternativas, como una mejor distribución
del calor que permitiría a las jirafas soportar el clima extremo de su hábitat.
Ahora los fósiles de un pariente lejano de las jirafas, que vivió hace unos 17
millones de años, revelan nuevas claves de la evolución de esta especie. De
acuerdo con un estudio dirigido por investigadores de la Academia China de
Ciencias, la competencia entre machos durante el cortejo sería una de las principales
fuerzas que impulsó la evolución de sus largos cuellos. Los resultados se
publican este jueves en la revista Science. En concreto se trata del cráneo
completo y cuatro vértebras cervicales de un Discokeryx xiezhi, cuyos restos
datan del mioceno temprano y que fueron hallados en el norte de la cuenca de
Junggar, en la provincia china de Xinjiang.
"D. xiezhi presentaba muchas características
únicas entre los mamíferos, como el desarrollo de un osicono [protuberancia
ósea] en forma de disco en el centro de la cabeza", explica el profesor
Deng Tao uno de los autores del artículo. "Como las jirafas actuales,
pertenecía a la superfamilia Giraffoidea y, aunque sus morfologías de cráneo y
cuello difieren, en ambas especies están asociadas a las luchas de cortejo de
los machos y ambas han evolucionado en una dirección extrema". Ese pequeño
cuerno recordó a los autores a xiezhi, una criatura de la mitología china, que
les ha servido para bautizar a la especie.
El estudio combina elementos de observación del comportamiento
de las jirafas con la comparación anatómica de diferentes especies de
rumiantes, incluido el Discokeryx. Los autores explican que la longitud del
cuello de las jirafas está directamente relacionada con la jerarquía social,
además de ser un arma en las luchas durante el cortejo. Y consideran que estas
dinámicas pueden ser la clave del misterio evolutivo de las jirafas. Los machos
utilizan sus cuellos, que miden entre dos y tres metros de largo, para lanzar
sus pesados cráneos -equipados a su vez con osiconos y osteomas- contra sus
competidores; cuanto más largo es el cuello, mayor es el daño que sufre el
adversario.
Los autores descubrieron que la diversidad de
protuberancias óseas en las jirafas y sus parientes evolutivos más cercanos es
mucho mayor que en otros grupos, con tendencia a grandes diferencias en su
morfología, lo que indica que las luchas de cortejo son más intensas y diversas
en las jirafas que en otros rumiantes. Por otro lado, las vértebras cervicales
del Discokeryx xiezhi son particularmente robustas y tienen las articulaciones
más complejas en de los mamíferos tanto entre la cabeza y el cuello, como entre
las vértebras cervicales. El equipo concluyó que esas articulaciones estaban
especialmente adaptadas a los impactos de alta velocidad entre cabezas, una
estructura mucho más eficaz que la de cualquier anima actual, como los bueyes
almizcleros, una especie particularmente bien adaptada a los impactos de la
cabeza.
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