Alerta global por el aumento inexplicable de metano en todo el planeta

 Las concentraciones de metano en la atmósfera de la tierra se están disparando, y las causas exactas de este aumento “aterrador” desconciertan a los científicos.

En abril de 2022, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos informó que las concentraciones del gas promediaron 1.895,7 partes por billón (ppb) durante el año pasado, un nuevo récord.

De hecho, el informe de la NOAA mostró que en 2021 hubo un aumento de 17 ppb: el mayor incremento anual en los niveles de metano atmosférico desde que comenzaron las mediciones sistemáticas, en 1983.

“Las concentraciones de metano están aumentando a un ritmo aterrador y totalmente inesperado”, dice a Newsweek Benjamin Poulter, científico atmosférico de la NASA.

“En 2020 y nuevamente en 2021, las concentraciones de metano crecieron a un ritmo más del doble que el del promedio de la década anterior”.

Los científicos dicen que el incremento acelerado del metano atmosférico tiene implicaciones significativas porque es un potente gas de efecto invernadero y puede contribuir al calentamiento global

Si bien el metano permanece en la atmósfera solo unos diez años, mucho menos que el dióxido de carbono, tiene un potencial de calentamiento aproximadamente 30 veces mayor que el del CO2.

Como resultado, el aumento considerable de las concentraciones de metano en la atmósfera ahora es “grave y un gran problema global”. Ello podría poner en riesgo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5-2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, explica a Newsweek Euan Nisbet, científico de la Tierra en Royal Holloway, en la Universidad de Londres, Reino Unido.

 “El metano es uno de los principales gases de efecto invernadero antropogénicos, y su reciente e inesperado aumento es posiblemente la mayor desviación de las esperanzas de cumplir con el Acuerdo de París (el reciente aumento de CO2también fue malo). Si no controlamos el metano, el Acuerdo de París fallará”.

Desde la era de la Revolución Industrial, las concentraciones de metano en la atmósfera han aumentado constantemente en una tendencia “claramente” detonada por las emisiones de combustibles fósiles, es decir, la quema de carbón, gas y petróleo, según Nisbet.

Pero, en la década de 1990, este aumento comenzó a disminuir y se estabilizó por completo entre 1999 y 2006. Luego, en 2007, los niveles de metano atmosférico comenzaron a aumentar misteriosamente de nueva cuenta. Desde entonces sigue una tendencia de aumento que los científicos batallan por comprender adecuadamente.

Esto llevó a los investigadores a preguntarse si las actividades humanas o las consecuencias del cambio climático, o de hecho una combinación de los factores, son responsables del aumento.

Se han estudiado las causas del cambio climático en los últimos años utilizando varios métodos, que van desde tomar mediciones desde aviones y satélites, hasta la ejecución de modelos informáticos.

Pero estos estudios han llegado a conclusiones diferentes, y a veces contradictorias, que citan factores que van desde cambios en los humedales tropicales hasta aumentos en los combustibles fósiles o las emisiones agrícolas, entre otros factores —como la disminución de los sumideros de metano en la atmósfera— como los principales detonadores.

Según un estudio publicado en la revista PNAS, las contradicciones en estas diferentes hipótesis surgen porque nuestra capacidad de monitoreo actual no puede vincular de manera definitiva las variaciones recientes del metano con fuentes específicas.

“Nuestros sistemas de monitoreo son totalmente inadecuados para el desafío que enfrentamos”, indica Poulter.

El metano proviene tanto de fuentes naturales como de la actividad humana, y las estimaciones actuales indican que cada año se emiten aproximadamente 600 millones de toneladas. Las fuentes naturales representan alrededor del 40 por ciento de las emisiones totales de metano, la principal de estas son los ecosistemas de humedales

Mientras tanto, las fuentes de origen humano (o antropogénicas), representan el 60 por ciento restante, incluidas las emisiones de combustibles fósiles, la ganadería, los vertederos, la agricultura y la quema de biomasa.

Las fuentes de metano también se pueden clasificar según el proceso de emisión en tres categorías, cada una de las cuales tiene componentes antropogénicos y naturales.

Estas categorías son biogénicas (metano procedente de la descomposición de materia orgánica en condiciones de cero oxígeno, tales como las exhalaciones de animales rumiantes, estiércol, cultivos de arroz, vertederos, humedales y aguas residuales); termogénicas (metano que se origina de la descomposición de la materia orgánica durante largos periodos debido al calor y la presión en la corteza terrestre, con fuentes que incluyen filtraciones de gas geológico y explotación de combustibles fósiles); y pirogénicas (metano producido por la combustión incompleta de biomasa con fuentes tales como incendios forestales, incendios de desechos de cultivos y la quema de biocombustibles).

Si bien los científicos aún no están seguros de qué es exactamente lo que está impulsando el alza de metano posterior a 2007, una línea de evidencia está ayudando a arrojar luz sobre la pregunta.

Las fuentes de metano, un compuesto formado por un átomo de carbono unido a cuatro átomos de hidrógeno, se pueden identificar por sus señas geoquímicas características.

El propio carbono se presenta en dos formas estables, o isótopos. La gran mayoría es carbono-12 (12C), mientras que alrededor del 1 por ciento es carbono-13 (13C).

El metano emitido por los combustibles fósiles y los incendios tiende a tener un poco más de 13C, en contraste con el metano biogénico, que generalmente contiene un poco más de 12C.

El término “metano biogénico” se refiere a las emisiones de metano de organismos vivos o biológicos, que producen ciertos microbios en un proceso llamado metanogénesis. Estos microbios se pueden encontrar en las vísceras de animales rumiantes, como vacas y ovejas, y en los suelos de los humedales, entre otros lugares.

Los estudios que analizan las burbujas atrapadas en los núcleos de hielo muestran que la proporción de carbono-13 en el metano atmosférico aumentó en los dos siglos anteriores a 2007. Esta tendencia es impulsada por las emisiones de combustibles fósiles, de acuerdo con un informe del cual Nisbet es autor.

Pero algunas investigaciones recientes demostraron que cuando las concentraciones de metano comenzaron a crecer nuevamente, en 2007, la proporción de 13C comenzó a disminuir a medida que aumentaba el 12C.

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