Encuentran extrañas formas de vida ocultas en antiguas cuevas de lava de Hawai
Científicos estadounidenses han logrado identificar una gran
diversidad de especies microbianas únicas, que se han desarrollado en cuevas
geotérmicas, tubos de lava y fumarolas volcánicas de la isla de Hawái. Estas
estructuras subterráneas se formaron hace entre 65 y 800 años y reciben poca o
ninguna luz solar, en ambientes similares a los que pueden encontrarse en
Marte.
Una nueva investigación publicada recientemente en la revista
Frontiers in Microbiology, y liderada por la especialista Rebecca Prescott, de
la Universidad de Hawái en Manoa, ha revelado una enorme comunidad microbiana
subterránea que crece en antiguas cuevas de lava de Hawái, en condiciones que
serían imposibles de superar para otras formas de vida.
Los científicos saben que los microbios son los organismos vivos
más pequeños que se conocen en la Tierra y que se pueden encontrar en casi
todos los rincones de nuestro planeta, incluso en las frías condiciones de las cuevas
de lava en Hawái, a las que prácticamente no llega la luz solar. Estos
ambientes son similares a los que pueden encontrarse en formaciones de Marte:
por lo tanto, podrían revelar características importantes al momento de buscar
algún tipo de vida extraterrestre.
Según un articulo publicado en Science Alert, los microbios
representan la mayor parte de la biomasa de nuestro planeta después de las
plantas, y conforman casi toda la biomasa en el subsuelo profundo de la Tierra.
Pero como estos organismos son tan pequeños y viven en ambientes tan extremos,
la ciencia no los ha estudiado a lo largo de la historia como realmente lo
merece la importancia de su impacto en los ambientes terrestres.
Aunque en los últimos años esta situación ha comenzado a cambiar,
recientes estimaciones indican que el 99,9% de todas las especies de microbios
siguen siendo desconocidas. En consecuencia, algunos investigadores han
bautizado a esta gigantesca comunidad microbiana por descubrir como una especie
de “materia oscura” oculta en nuestro propio planeta.
En Hawái, las estructuras subterráneas estudiadas se formaron
aproximadamente entre 65 y 800 años atrás: además de las esteras microbianas,
que son una característica común de estas cuevas de lava, también pueden
albergar minerales y gases tóxicos. Sin embargo, tanto estas condiciones como
el mínimo aporte de la luz del Sol no han impedido el desarrollo de formas de
vida únicas: las muestras recolectadas entre 2006 y 2019 no evidencian ninguna
coincidencia genética con géneros o especies conocidas previamente.
Las manifestaciones de estas extrañas formas de vida muestran
diferencias según el contexto. En las cuevas más antiguos, formadas hace entre
500 y 800 años, las poblaciones de microbios eran más diversas que en los
sitios geotérmicamente activos o las estructuras con menos de 400 años de
antigüedad. A pesar de esto, los sitios más jóvenes y más activos presentaban
interacciones microbianas más complejas y una mayor tendencia a la vida en
comunidad.
Los investigadores creen que los microbios tardan un tiempo en
dominar los espacios subterráneos, pero de la misma forma que cambia el entorno
que los rodea con el paso del tiempo, ellos también modifican la estructura de
su comunidad. Por ejemplo, en las cuevas en las que se registran las
temperaturas más bajas se comprobó que las proteobacterias y las
actinobacterias son más frecuentes.
Por otro lado, algunas clases de bacterias como Chloroflexi y
Acidobacteria proliferaban en casi todos los espacios, más allá de la edad de
las formaciones subterráneas. Al parecer, estos microbios parecen ser actores
protagónicos en las comunidades de microorganismos, tomando el papel de
especies centrales destinadas a congregar a otros microbios.
Otro aspecto crucial que lograron descubrir los científicos es que
probablemente los microbios de la especie Chloroflexi pueden aportar fuentes de
carbono en estos ecosistemas extremos, al aprovechar la energía de la luz solar
incluso en condiciones de relativa oscuridad. Los resultados de la
investigación marcan la necesidad de seguir profundizando en el estudio de
estas comunidades microbianas en entornos naturales, porque aparentemente
tienen mucho que decir sobre el origen de la vida en la Tierra y en otros
planetas del Sistema Solar.
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