Gaia descubre sus primeros planetas en una esquina de la galaxia

 

La misión Gaia de la ESA, dedicada a mapear las estrellas de la Vía Láctea, ha descubiertos sus dos primeros planetas en sistemas solares ubicados en un remoto confín de la galaxia.

Investigadores de la Universidad de Tel Aviv lideraron el hallazgo de los dos planetas gigantes, llamados Gaia-1b y Gaia-2b, como parte de un estudio en colaboración con equipos de la Agencia Espacial Europea (ESA). Se publica en Astronomy & Astrophysics.

El desarrollo marca la primera vez que la nave espacial Gaia detecta con éxito nuevos planetas, informa la Universidad de Tel Aviv (TAU). Gaia es un satélite de observación de estrellas en una misión para trazar un mapa 3D de la Vía Láctea con una precisión sin precedentes comparable a pararse en la Tierra e identificar una moneda de 5 centavos de dólar en la Luna.

«El descubrimiento de los dos nuevos planetas se realizó a raíz de búsquedas precisas, utilizando métodos de inteligencia artificial», dijo en un comunicado el profesor Shay Zucker, director de la Escuela Porter de Medio Ambiente y Ciencias de la Tierra en TAU. «También hemos publicado 40 candidatos más que detectamos por Gaia. La comunidad astronómica ahora tendrá que intentar corroborar su naturaleza planetaria, como hicimos con los dos primeros candidatos».

Los dos nuevos planetas se conocen como «Júpiter calientes» debido a su tamaño y proximidad a su estrella anfitriona: «Las mediciones que hicimos con el telescopio en los EE.UU. confirmaron que estos eran de hecho dos planetas gigantes, de tamaño similar al del planeta Júpiter en nuestro sistema solar, y ubicado tan cerca de sus soles que completan una órbita en menos de cuatro días, lo que significa que cada año terrestre es comparable a 90 años de ese planeta», agrega.

Para cumplir su misión, Gaia escanea los cielos mientras gira alrededor de un eje, rastreando las ubicaciones de alrededor de 2.000 millones de soles, estrellas en el centro de un sistema solar, en nuestra galaxia con una precisión de hasta una millonésima de grado. Mientras rastrea la ubicación de las estrellas, Gaia también mide su brillo, una característica incomparablemente importante en la astronomía observacional, ya que transmite información significativa sobre las características físicas de los cuerpos celestes que las rodean.

Los cambios documentados en el brillo de las dos estrellas remotas fueron los que llevaron al descubrimiento. El coautor y estudiante de doctorado Aviad Panahi explica: «Los planetas fueron descubiertos gracias a que ocultan parcialmente sus soles cada vez que completan una órbita, y así provocan una caída cíclica en la intensidad de la luz que nos llega desde ese sol distante».

Para confirmar que los cuerpos celestes eran en realidad planetas, los investigadores realizaron mediciones de seguimiento con el Gran Telescopio Binocular, en Arizona, uno de los telescopios más grandes del mundo en la actualidad. El telescopio permite rastrear pequeñas fluctuaciones en el movimiento de una estrella causadas por la presencia de un planeta en órbita.

El descubrimiento marca otro hito en la contribución científica de la misión de la nave espacial Gaia, a la que ya se le atribuye una verdadera revolución en el mundo de la astronomía. Hasta ahora se ha puesto en duda la capacidad de Gaia para descubrir planetas mediante el método de ocultación parcial, que generalmente requiere un seguimiento continuo durante un largo período de tiempo. El equipo de investigación encargado de esta misión desarrolló un algoritmo especialmente adaptado a las características de Gaia y buscó durante años estas señales en las bases de datos acumulativas de la nave espacial.

«Los nuevos planetas están muy cerca de sus soles y, por lo tanto, la temperatura allí es extremadamente alta, alrededor de 1.000 grados centígrados, por lo que hay cero posibilidades de que se desarrolle vida allí», explica Panahi. Aún así, dice, «estoy convencido de que hay muchos otros que sí tienen vida, y es razonable suponer que en los próximos años descubriremos señales de moléculas orgánicas en las atmósferas de planetas remotos». (Europa Press)

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