Deshielo en el Polo Norte: utilizan gráficas sacadas de contexto para decir que el cambio climático no existe
En redes se está difundiendo este verano un titular
que asegura que hay más hielo en el Polo Norte que en años anteriores basándose
en dos gráficas de presencia de hielo marino. Se trata de datos ciertos pero
que, fuera de su contexto, pueden crear confusión con el objetivo de fomentar
el negacionismo climático. Los expertos consultados explican el significado
real de estas gráficas y cuáles son los auténticos factores relevantes en la
relación entre el deshielo y el calentamiento global.
"Este año hay mucho más hielo en el Polo Norte
que los años anteriores", dice un mensaje de Telegram que subraya “¿Qué
tienen que decir de esto los calentolotos?” y adjunta un enlace a un artículo
sobre el tema. La publicación digital que desarrolla el titular basa su tesis
en dos gráficas relativas a la evolución de la extensión de hielo en el mar en
el Ártico y Antártico. Sobre el Ártico se dice que hay mucho más hielo que
otros años, como 2012. Mientras que sobre el Antártico se reconoce que este año
hay menos hielo, pero le resta importancia diciendo que no es “nada
apocalíptico”. El artículo también sugiere que los medios manipulan la
información sobre el clima: “En términos periodísticos está bastante claro que
las cosas son o no son noticia según interese”. Las gráficas que reproduce el
artículo son reales y pertenecen al Centro Estadounidense de Datos sobre Nieve
y Hielo (NSIDC por sus siglas en inglés ‘National Snow & Ice Data Center’)
de la Universidad de Colorado en Boulder. Se publicaron el 16 de agosto como
parte de un resumen sobre las condiciones de la extensión del hielo ártico y
antártico en el mar. Estos datos han sido sacados de contexto pues ni el
crecimiento del hielo marino es relevante respecto a las décadas precedentes,
ni esta variable es la más crítica en materia de cambio climático.
Según los datos, ¿hay “mucho más hielo” en el Polo
Norte que en años anteriores?
“No es cierto”, declara Gema Llorens, geóloga y
glacióloga del instituto Geociencias Barcelona y que estudia el hielo polar y
el deshielo en la Antártida y Groenlandia. Llorens nos pide que, para
comprender el fenómeno en todo su contexto, nos fijemos en otros datos que
también contiene el artículo del NSIDC como los que ofrecemos a continuación.
La primera gráfica (imagen de abajo a la izquierda)
indica que “desde el 2012 no hemos vuelto a recuperar la extensión de hielo
marino que había registrada durante el periodo 1981-2010”, explica la experta.
El artículo engañoso tampoco incluye un mapa (imagen de abajo a la derecha) que
muestra con una línea naranja el hielo marino habitual en décadas anteriores y
el retroceso claramente visible (superficie blanca) de la situación a 16 de
agosto de 2022.
Llorens desglosa los datos: “El periodo 2012-2022
muestra años con la misma tendencia, en la que se observan pequeñas variaciones
entre ellos, pero sin mostrar una tendencia a la baja o al alta”. Por lo que,
según afirma, “no nos indican ninguna tendencia de aumento o disminución de
banquisas [o hielo marino]. Van alternando valores entre años”. Fernando
Valladares, profesor de investigación del CSIC del departamento de Biogeografía
y Cambio Global hace la misma lectura: “Está dentro del umbral de variabilidad
de los últimos años y aunque la extensión absoluta es algo mayor que la de
algunos años recientes, está en general conforme con la tendencia generalizada
a una disminución”. Valladares añade que “el hielo sigue disminuyendo pero hay
una variabilidad de año a año, eso no contradice la tendencia de varias
décadas, que esa sí es el cambio climático”.
El artículo engañoso también sostiene que la pérdida
de hielo en el Polo Sur no es “nada apocalíptico” pero en el gráfico que
mostramos a continuación se muestra una situación diferente. En 2021 (línea
verde) el hielo en el océano Antártico se encontraba por encima de la media de
1981-2010, en 2022 (línea azul) nos encontramos por debajo en todo momento.
Sobre esta segunda gráfica, Valladares resalta que “en 2022 va por debajo del
intervalo de confianza [zona gris]. La cantidad de hielo es significativamente
inferior a la de la tendencia de 30 años. Es significativamente inferior todo
el rato”.
Llorens nos
explica que estos datos de hielo en el mar son insignificantes en lo relativo a
cambios en el clima en comparación con la masa de hielo sobre la tierra de
Groenlandia y de la Antártida: “el hielo marino [o banquisas] es por congelación
del agua de mar y varía mucho a lo largo del año. Es un hielo muy fino (de
varios cm) y tiene un volumen muy pequeño respecto al hielo total que tenemos
en los polos”. Para hacernos a la idea, subraya que “el hielo marino no
representa ni el 0,8% del hielo en el Ártico” y que “en el polo sur, el hielo
marino aún representa un volumen de hielo menor, de un 0.08% del total de hielo
antártico”.
Estas banquisas “al formarse por congelación del
agua de mar, no tienen efecto sobre el aumento del nivel del mar”. Por el
contrario, es el hielo sobre continente o hielo continental “el que está
fluyendo de forma acelerada desde la tierra hacia el océano debido al efecto
del cambio climático, provocando un aumento notable del nivel del mar”.
Concluye que son las dos grandes superficies de hielo sobre Groenlandia
(2.900.000 km3) y sobre la Antártida (26.500.000 km3) las que “controlan el
clima de la Tierra y una reducción en su volumen no solo produce un aumento del
nivel del mar, sino que el resto del planeta tiene que ajustarse a esos
cambios”.
Valladares también menciona al hielo en Groenlandia
al subrayar que “se están registrando unos eventos de fusión, de agua
superficial líquida sobre el hielo que también son de récord, y eso tiene que
ver con el cambio climático y el calentamiento global”. Según los datos que
aporta el NSIDC, la superficie acumulada de hielo convertida en agua en
Groenlandia desde el 1 de abril de este año es de 14 millones de kilómetros
cuadrados, el decimonoveno peor dato de los 44 años en los que se puede medir
este registro.
¿Se puede vincular el hielo marino con las olas de
calor de este verano?
Según Fernando Valladares “Las olas de calor en
Europa guardan sólo una relación muy indirecta con la extensión de hielo [en el
mar]. No se puede hacer una conexión directa de “más hielo, más frío”, explica
el investigador, “de hecho, las regiones están separadas, por suerte para
nosotros”. Valladares añade que no tiene sentido y “no informa nada” pensar que
“se ha observado mucho hielo ahí y luego a 5.000 km hace calor”.
En conclusión es engañoso utilizar gráficas
relativas al hielo marino o banquisa sobre el Polo Norte para negar la
existencia del cambio climático. Este dato fluctúa de año en año y además la
extensión actual es visiblemente inferior a la de décadas anteriores. En
cualquier caso, esta variable no es crítica en términos de calentamiento
global. El indicador que más preocupa a los expertos es el del hielo presente
sobre las superficies de Groenlandia y la Antártica que presenta un retroceso
muy preocupante.
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