La Tierra sufrió un cambio climático como el actual hace 56 millones de años
El cambio climático actual evoluciona de una manera
tan rápida e intensa que cuesta localizar un caso parecido en la historia
reciente de la Tierra. Cada vez hay que retroceder más. La ciencia acaba de
encontrar una abrupta alteración climática que ocurrió hace 56 millones de años
y que presenta ciertas similitudes.
El suceso climático se llama Máximo Térmico del
Paleoceno-Eoceno y fue un calentamiento repentino que se prolongó durante 6.000
años. La temperatura media global aumentó 4 grados y se registró la tasa de
liberación de carbono y metano más alta de los últimos 66 millones de años. Se
emitieron unas 10.000 gigatoneladas, aproximadamente una gigatonelada y media
de carbono por año durante el período completo.
Puede parecer mucho, pero tal y como reconocen los
autores del artículo que se ha publicado en la revista Nature Communications no
es nada si se compara con lo que liberan cada año los seres humanos. «Ahora
estamos emitiendo carbono a una tasa que es de 5 a 10 veces más alta que
nuestras estimaciones de emisiones durante este evento geológico», sostiene Lee
Kump, investigador de la Universidad Penn State (Estados Unidos) y autor
principal.
El estudio también reveló que fueron cambios en la
órbita de la Tierra alrededor del Sol los causantes de este suceso, tanto en la
forma de la órbita (excentricidad) como el bamboleo en su rotación (precesión).
Estos dos movimientos forman parte del ciclo de Milankovitch, que varía cada
100.000 años. Milutin Milankovitch, un físico serbio, propuso a comienzos del
pasado siglo una explicación para una cadencia climática que se repite desde
hace eones en la que van alternándose etapas cálidas y frías.
En el 2018, un artículo publicado en la revista
Proceedings of the National Academy of Sciences reveló además que existe un
ciclo todavía más amplio, de 405.000 años. Y en él intervienen Venus y Júpiter.
Uno porque es el mundo más cercano y el otro por ser el gigante del sistema
solar. Ambos planetas interactúan con la Tierra a través de la gravedad y
ejercen un papel fundamental en el clima mundial, algo que según el estudio
llevan haciendo desde hace doscientos millones de años.
El tirón gravitatorio de Venus y Júpiter estira la
orbita circular de la Tierra 5 %, suficiente para convertirse en una elipse, un
círculo alargado, aumentando así la distancia entre nuestro planeta y la
estrella. Esa es justo la forma geométrica que dibuja hoy el movimiento de la
Tierra alrededor del Sol, aunque la elipse actual no ha alcanzado todavía el
máximo estiramiento.
El Máximo
Térmico del Paleoceno-Eoceno se habría producido durante una fase máxima de
excentricidad. El cambio orbital profundo calentó rápidamente el planeta y se
liberaron grandes cantidades gases de efecto invernadero debido, entre otras
causas, al derretimiento del permafrost. «Esto es lo más cercano que tenemos en
el registro geológico a lo que estamos experimentando ahora y podemos
experimentar en el futuro con el cambio climático, por lo que es motivo de
cierta preocupación», añade Kump.
Este evento del pasado advierte sobre la importancia
de los gases atmosféricos y su capacidad para regular el clima. Puede que
existan factores externos que influyan en el sistema climático, como los
cambios en la órbita alrededor del Sol. Sin embargo, estas alteraciones acaban
afectando directamente a la composición de la atmósfera, es decir, a la
concentración de gases de efecto invernadero que definen la temperatura y si la
Tierra se calienta o enfría. En la actualidad están aumentando con más
intensidad y velocidad que antaño tanto los niveles de dióxido de carbono como
la media global y habitamos un mundo con 8.000 millones de personas.
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