Identifican en Alemania un nido de reptiles bebés extintos hace 215 millones de años
Los aetosaurios fueron un grupo de reptiles que
habitó a finales del período Triásico, unos 225 millones de años (MA) atrás, y
cuya extinción se estima ocurrió hace unos 215 MA. Caracterizados por tener una
cabeza pequeña, cola larga y el cuerpo -similar al de un cocodrilo- cubierto
por una coraza dorsal compuesta por osteodermos, es decir pequeñas placas óseas
articuladas e insertas en la piel, algunos llegaron a superar los seis metros
de largo y hay registros de su existencia en todo el planeta, excepto en
Australia y la Antártida.
En 1877, en una cantera de Kaltental, una localidad
cercana a Stuttgart, Alemania, se descubrieron 24 ejemplares fósiles de
Aetosaurus ferratus, una de las dos especies de aetosaurios característica de
ese país, de entre 20 y 82 centímetros de largo. Casi 150 años después, un
estudio científico del que tomó parte la investigadora del Conicet Julia Brenda
Desojo, de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional
de La Plata (FCNyM, UNLP), permitió establecer que se trataba de bebés de pocos
meses hasta un año de vida y aportó la primera evidencia de que los aetosaurios
tenían hábitos gregarios, es decir que vivían en comunidad. El trabajo se publica
hoy en Journal of Vertebrate Paleontology, la revista científica de Sociedad
Paleontológica de Vertebrados de Estados Unidos, una de las entidades más
grandes del mundo en la disciplina junto a la Asociación Paleontológica
Argentina (APA), de la que Desojo es presidenta.
“La primera descripción de los esqueletos la hizo
Oscar Fraas en 1877. En 2007, mi colega Rainer Schoch, del Museo Estatal de
Historia Natural de Stuttgart, los redescribió y publicó un estudio morfológico
muy detallado. Si bien las características morfológicas a simple vista hacían
suponer que se trataba de crías, había que determinar si eran efectivamente
bebés o juveniles”, comenta Desojo. Un trabajo anterior realizado por Schoch y
la experta argentina sobre el cráneo de otro aetosaurio (Paratypothorax andressorum)
hallado a 50 kilómetros de Kaltental reforzó la idea de que fueran crías: “Las
características del cráneo eran las mismas. Hicimos un análisis
paleohistológico, es decir de la estructura de los osteodermos, y arrojó que P.
andressorum tenía 17 años. Potencialmente, podría ser la forma adulta de la
especie hallada en la cantera”, apunta.
En el estudio de reciente publicación, el equipo
trabajó sobre los húmeros de dos ejemplares, el más grande y el más chico de
los 24 que integran el conjunto, combinando dos técnicas: por un lado, una
microtomografía computarizada (micro-CT), que permite obtener información sobre
la microanatomía de los huesos -que tienen menos de 3 centímetros de longitud-
para “saber dónde cortar”, y luego el corte histológico. “Lo que vemos es que
en los huesos no hay remodelación ni marcas de crecimiento. Es decir, ambos
ejemplares tenían menos de un año cuando murieron”, destaca Desojo.
En el mismo sentido, la experta apunta que, por la
distribución de los esqueletos, “La muerte pudo haber sido por algún evento
ambiental que los tomó por sorpresa. Algunos estaban recostados, otros parados.
Podemos decir que murieron todos juntos en el acto. Efectivamente se trataba de
una agrupación biológica de la misma especie formada por individuos de pocos
meses y menos de un año, es decir, una probable guardería”. Esto constituye el
otro dato relevante del trabajo que es aportar por primera vez la evidencia de
que los aetosaurios, en particular, y los arcosaurios pseudosuquios (ancestros
de los cocodrilos que vivieron en el Triásico), en general, tenían hábitos
gregarios, al menos en las primeras etapas de vida: “Es un tipo de
comportamiento que vemos en muchos animales actuales, como tortugas y
cocodrilos, que viven juntos desde que nacen hasta varios meses después”,
apunta.
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