Algunos de los increíbles 'hallazgos' de fósiles que luego fueron rectificados

 

La paleontología abre ventanas a millones de millones de otras vidas pasadas nadando, escabulléndose, pisoteando y volando por este planeta. Los científicos, la prensa y el público tienden a contar y volver a contar estas historias de éxito, exaltando a los investigadores. Los especímenes más impresionantes están consagrados en los museos. Pero posiblemente igual de importante es cuando los científicos se equivocan en algo y alguien hace la corrección.

Por ejemplo, a principios del 2020, Gregory Retallack, paleontólogo de la Universidad de Oregon, y algunos colegas recorrieron una famosa serie de pinturas rupestres indias. Posteriormente, anunciaron que habían descubierto un fósil de 550 millones de años llamado Dickinsonia de los albores de la vida animal. El dramático hallazgo atrajo escrutinio. En diciembre pasado, un equipo encabezado por Joseph Meert, paleontólogo de la Universidad de Florida, estudió el mismo sitio. Los investigadores encontraron que el espécimen se veía diferente a como se veía en las imágenes del 2020: parte se había borrado. También notaron nidos de abejas gigantes en las rocas cercanas. Entonces tuvo sentido: el patrón en la pared no era un fósil, era sólo material ceroso dejado por un nido de abejas, reportó el equipo en diciembre, en la misma revista revisada por pares que había dado luz verde al hallazgo original. Otro estudio reciente llegó al mismo resultado: abejas. Este descubrimiento que no lo fue se une a una larga historia de errores paleontológicos. En 1981, se demostró que dos especies antiguas nombradas por el Barón Friedrich von Huene, un paleontólogo alemán de principios del siglo 20, eran casos de identidad equivocada. Un presunto diente de mamífero era en realidad un poco de calcedonia mineral. El otro, una mandíbula de dinosaurio, resultó ser un trozo de madera petrificada en el que moluscos se habían incrustado. En 1864, los geólogos canadienses anunciaron el descubrimiento de Eozoon canadense, el “animal albor de Canadá”, una serie ondulada y estriada de patrones en roca que, afirmaron, provenían de los caparazones fosilizados de organismos celulares gigantes. Hasta Eozoon canadense, no había evidencia fósil de vida en la Tierra antes de hace 540 millones de años. Sin embargo, en las décadas siguientes se acumuló evidencia de que los patrones eran sólo rocas dobladas en capas forjadas por altas temperaturas y presiones. En 1996, los científicos propusieron que habían encontrado un microfósil en un meteorito marciano. El ex Presidente Bill Clinton de Estados Unidos dio una conferencia de prensa sobre el descubrimiento. Desde entonces, los científicos han documentado muchos procesos químicos y geológicos que pueden “crear” estructuras diminutas e intrincadas sin que haya vida involucrada. Algunos de los fósiles reclamados más antiguos en la Tierra podrían caer en esta categoría, y patrones similares podrían aparecer en las primeras rocas regresadas de Marte. En cuanto a Retallack, está trabajando en una corrección formal. “Es raro, pero esencial, que los científicos confiesen errores cuando se descubre nueva evidencia”, escribió al equipo que descubrió que el Dickinsonia era cera.
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