Científicos de EE.UU. hallan indicios de la existencia del alma tras la muerte
En el momento de la muerte, el cerebro registra una
insólita actividad neuronal en los lóbulos temporal, parietal y occipital.
Estos lóbulos cubren la superficie del encéfalo y constituyen la “zona
caliente” del cerebro, fuertemente vinculada a la actividad consciente que
experimentamos durante la vigilia, así como en los estados alterados de
consciencia y en las experiencias cercanas a la muerte. ¿Sobrevive la consciencia
a la muerte cerebral?
Una investigación desarrollada en la Universidad de
Michigan ha obtenido evidencias de que en el cerebro moribundo se produce una
actividad neuronal similar a la consciencia, lo que podría ser un indicio de
que la consciencia puede sobrevivir, al menos durante un corto periodo de
tiempo, a la muerte cerebral.
Todo lo que se quiera pensar después de esta
constatación cae en el terreno de la especulación, pero trae a colación lo que
se ha descubierto en torno a lo que ha dado en llamarse Experiencias Cercanas a
la Muerte (ECM).
Las ECM ocurren cuando determinadas personas,
generalmente en momentos críticos de su vida como la muerte clínica, informan
de haber percibido una variedad de síntomas anímicos y físicos, como
sensaciones extracorporales, alucinaciones, pensamientos acelerados y
distorsión del tiempo.
Alrededor del 10 por ciento de la población
experimenta ECM, según una investigación publicada en 2019, pero otro estudio
realizado en la Universidad de Cambridge y publicado en 2011, concluyó que,
contrariamente a la creencia popular, las experiencias cercanas a la muerte son
la manifestación de una función cerebral normal que ha salido mal durante un
evento traumático.
Para las neurociencias, cualquier ECM es un fenómeno
subjetivo, una especie de sueño lúcido, resultante de una “integración corporal
multisensorial perturbada” que ocurre durante eventos que amenazan a la vida.
Estas interpretaciones no han puesto punto final a
lo que representan las ECM, una experiencia para la que ni siquiera existe
consenso sobre su definición debido a lo complicado que resulta describirla con
precisión.
La nueva investigación de la Universidad de Michigan
abunda en estos descubrimientos desconcertantes: proporciona evidencia temprana
de una oleada de actividad neuronal correlacionada con la consciencia en el
cerebro moribundo.
Los autores de esta investigación, publicada en
PNAS, escriben en su artículo que “las ECM representan una paradoja biológica
que desafía nuestra comprensión fundamental del cerebro moribundo, que se cree
no funciona en esas condiciones".
A pesar de esto, estudios previos en animales han
demostrado que la terminación repentina de la actividad cardíaca desencadena
una oleada de actividad de ondas cerebrales dentro de la marca de frecuencia
gamma, que está asociada con el procesamiento consciente.
Los cuatro pacientes estaban en coma y no respondían
a estímulos después de sus ataques cardíacos, por lo que, finalmente, se les
quitó el soporte vital al considerarse que estaban en un estado irrecuperable.
Tan pronto como se les cortó el suministro de
oxígeno, los investigadores observaron un aumento en la frecuencia cardíaca y
en la actividad de las ondas gamma en dos de los cuatro pacientes. Las ondas
gamma solo se activan cuando el cerebro está en estado de alta resolución.
Sorprendentemente, esta actividad se detectó en la
parte del cerebro donde se encuentran los lóbulos temporal (que gestiona los
recuerdos), parietal (que gestiona la temperatura, el gusto, el tacto y el
movimiento) y occipital (responsable de la visión).
Los lóbulos frontal, temporal, parietal y occipital
cubren la superficie del encéfalo y constituyen la "zona caliente” del
cerebro, fuertemente vinculada a la actividad consciente.
Esta zona caliente se activa durante el estado
normal de vigilia, así como durante el sueño, y también se ha observado en
estados inusuales de consciencia, como alucinaciones y experiencias
extracorporales como las ECM.
¿Estamos hablando de una experiencia consciente en
el cerebro moribundo? Los investigadores no pueden decir con certeza si alguno
de los pacientes vio una luz blanca o algún otro fenómeno consciente, ya que
ninguno de ellos sobrevivió para informar de su experiencia.
"No podemos hacer correlaciones de las firmas
neuronales de la consciencia observadas con una experiencia correspondiente
consciente en los mismos pacientes en este estudio", explica la autora del
estudio, Nusha Mihaylova, en un comunicado.
"Sin embargo, los hallazgos observados son
emocionantes y proporcionan un nuevo marco para nuestra comprensión de la
consciencia encubierta en los humanos moribundos", concluye.
¿Se puede decir entonces que el cerebro humano se
activa por el proceso de morir, lo que abre la puerta a fundadas especulaciones
sobre un estado de consciencia separado del cerebro que trasciende la muerte?
Los autores de esta investigación no llegan tan
lejos, señalando incluso que el pequeño tamaño de la muestra no permite extraer
conclusiones definitivas. Añaden que su hallazgo puede explicar cómo el cerebro
de una persona puede reproducir recuerdos conscientes incluso después de que el
corazón se haya parado.
Incluso se piensa que el estallido de actividad
neuronal puede ser una reacción de supervivencia del cerebro una vez que se le
priva de oxígeno.
“Si bien los
mecanismos y el significado fisiológico de estos hallazgos aún no se han
explorado completamente, nuestros datos demuestran que el cerebro moribundo aún
puede estar activo. También sugieren la necesidad de reevaluar el papel del
cerebro durante un paro cardíaco”, concluyen los investigadores en su artículo.
Hay que tener en cuenta al respecto que,
normalmente, no hay actividad cerebral medible y significativa después de que
el corazón deja de latir. Entre dos a 20 segundos, el cerebro sencillamente se
apaga también.
Sin embargo, parece que no es algo tan sencillo. Sam
Parnia, profesor asistente de medicina de cuidados críticos en la Universidad
Estatal de Nueva York, autor del más ambicioso estudio sobre las experiencias
cercanas a la muerte (AWARE I y II), cree que la consciencia humana puede
continuar existiendo después de que nuestro corazón deje de latir durante un
período de tiempo indeterminado.
La investigación de la Universidad de Michigan
“sugiere que estamos identificando un marcador de consciencia lúcida",
declaró Parnia a la revista Science.
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