El Everest se cobra 12 vidas en una sola temporada
Chomolungma, el nombre tibetano del Everest,
significa 'Madre del Universo'. Esta montaña, que con sus 8.848 metros es la
más alta del mundo, esta primavera ha sido testigo de acontecimientos trágicos
y una tendencia codiciosa, creciente, compleja y preocupante. Si hubiera que
resumir esta temporada con una sola palabra sólo podríamos decir que ha sido
—de nuevo— un fracaso, simplemente analizándola desde el punto de vista del
sentido común sano, ya que hablamos de la pérdida de vidas humanas.
Durante los días de ataque a la cima, cada mañana
nos despertamos con una mala noticia procedente del Everest. Llegó incluso un
momento en que anunciar muertes ya fue como 'contabilizar' muertes, tecleando
como robots en una hoja de Excel. Pero hablamos de vidas humanas, no lo
olvidemos. Desde el inicio de la temporada de esta primavera de momento ya hay
12 fallecidos confirmados y 5 desaparecidos. El caso de uno de los desaparecidos,
Szilard Suhajda, el escalador solitario húngaro, quien ascendía sin porteadores
de altura y sin el uso de oxígeno suplementario, ha tenido en vilo al mundo
entero. Su historia ha sobrepasado el marco de una noticia de sucesos,
convirtiéndola en una historia desgarradora. Al conocer ya los detalles de esa
ascensión y lo sucedido después, contaremos su historia aparte, esta semana.
Si estas cinco personas finalmente no aparecen (muy
probable), el número trágico se elevará a 17, y convierte este año en uno de
los peores de toda la historia del Everest, superando a los registros de
muertes del pasado (16 muertos en 2014; 15 en 1996; 13 en 2018; 11 en 2019 y en
1982; y 10 muertos en 1988) e igualando en número los fallecidos en 2014. En
esta temporada ha habido también muchos rescates, incesantes, cada día. Como es
habitual en cada primavera, cientos de personas quisieron ascender el Everest
en este mes, habiendo un récord de permisos de escalada emitidos para un total
de 454 personas extranjeras (no nepalíes), un número que supera el de 2021 que
hasta ahora tenía el récord con 409 permisos.
Los sherpas locales que trabajan para los clientes
no están incluidos en estos 454, por lo que debemos tener en cuenta que al
menos el mismo número de sherpas estuvieron escalando también, acompañando a
los clientes que los contrataron. Mil personas en la ruta normal, siendo en su
gran mayoría —con algunas excepciones— , turistas de altura, clientes de las
agencias comerciales que anuncian esta experiencia extrema con el lema engañoso
de que 'la debes vivir una vez en la vida'. Aparte de ellos, también hubo
coleccionistas de picos, escaladores profesionales, y guías locales y
extranjeros.
Tras los días del ataque a cumbre, unas 600 personas
estuvieron en la cima del Everest en esta primavera, la mitad de ellas,
sherpas. Sin embargo, no ha sido el año en el que más ascensiones exitosas ha
habido. En 2018 hollaron su cumbre 819 personas, y en 2019 todavía más, 877.
Sólo pocos de ellos lo hicieron sin el uso de oxígeno suplementario. De hecho,
de las 11.341 ascensiones totales registradas en la Base de Datos del Himalaya,
respecto al período comprendido desde la primera ascensión del Everest en 1953
hasta finales de la primavera de 2022, sólo una pequeña minoría, 221
escaladores lo hicieron sin el uso de oxígeno embotellado, y todavía menos sin
acompañamiento de guías y sherpas durante la subida y bajada. Este último
número, minoritario, se completará ahora con 2 ó 3 más. Excepto el reciente
intento solitario de Kilian Jornet por la arista oeste donde llegó hasta el
Corredor Hornbein, casi todos los demás eligieron la ruta normal- que va por la
arista sureste-, aunque también se han realizado algunas ascensiones por la
vertiente tibetana, solamente abierta a ciudadanos chinos.
Examinando algunos datos de los últimos años se
puede constatar la tendencia creciente de atraer al Everest cada vez a más
turistas sin experiencia, y a menos alpinistas. Tras estudiar los números de
los últimos registros, podemos ver que mientras que en los años 80 tan sólo el
12-35% de las ascensiones con éxito fueron llevadas a cabo por sherpas, este
porcentaje ha crecido progresivamente durante los años posteriores. En 2018, el
51,40% de las personas que hicieron cumbre fueron sherpas, en 2019 el 54,7%, en
2021, 59.74%, y el año pasado ya el 60,76 % de los que hollaron el Everest, fueron
sherpas. Muchas de las personas sin experiencia en montaña necesitan a más de
un sherpa para que los acompañe. Y, para las agencias, es un buen negocio.
El turismo de altura es imparable y se fomenta cada
vez más. Las ascensiones técnicas, limpias, comprometidas, de calidad, son
escasas, cada vez hay más personas sin la preparación y experiencias mínimas
necesarias moviéndose por la montaña; la gran mayoría, de hecho, ni siquiera
debería estar allí. No es una experiencia de un parque de atracciones. Es
exigente y peligrosa tanto para los que suben con oxígeno, como para los que
no. De hecho, casi todas las muertes ahora se deben a problemas de agotamiento
y mal de altura, ocurridos en la sección más alta de la montaña. Ni los
80-100.000 dólares que se paga para poder subir el Everest, valen la pena si se
pierden vidas. Sin embargo, el negocio es rentable y redondo para las grandes
agencias, a pesar de las bajas que, seamos realistas, ya forman parte del
negocio.
El dinero queda en los bolsillos de un grupo
reducido de empresarios del turismo, del que reciben sólo una cantidad pequeña
los sherpas trabajadores. Rondas de aclimatación demasiado cortas, uso de
helicópteros, récords absurdos, tratamiento VIP para clientes que están
dispuestos a pagar más de 200.000 dólares, colas en los tramos de paso más
complicados… ¿qué otro sentido tiene todo esto si no el de la codicia? Ha
habido ladrones también, un grupo ha denunciado que en el campo 4 del Everest
(7.950 m) han sido robadas 72 (!) de sus botellas de oxígeno depositadas para
sus clientes, y otra agencia también denunció públicamente lo mismo. Varios se
quejaron también de la cantidad de basura acumulada que vieron por todas partes
de la montaña, incluyendo el campamento más alto en el collado sur a casi ocho
mil metros de altitud.
Esta basura lleva muchos años acumulándose en el
Everest, y a pesar de las limpiezas que periódicamente se anuncian, jamás se
retiran los desperdicios en su totalidad, y mucho menos los más de 300
cadáveres que se encuentran en la parte superior del Techo del Mundo. Ha sido
la manera más lamentable de celebrar el 70 aniversario de su primera ascensión.
La Madre del Universo llora sobre el Everest.
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