El mercurio de la minería extingue los delfines rosados del Amazonas
Los delfines rosados, una particular especie de
cetáceos que habitan en los principales afluentes de los ríos Amazonas y
Orinoco -entre Colombia y Venezuela- están en peligro de extinción. Su
llamativo tinte rosa es motivo de asombro y encanto, los hace únicos. Pero esa
característica también exalta su vulnerabilidad al maltrato, al tráfico ilegal,
a la caza infame y al cautiverio. Además, los delfines rosados son víctimas de
envenenamiento gradual y mortal.
Ya en 2008, la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN), los incluyó en su Lista Roja de especies
amenazadas y camino a su desaparición. Diversas organizaciones atentas a lo que
les ocurre se ocupan de preservar estos inteligentes y carismáticos delfines.
Fernando Trujillo es biólogo marino, investigador y
es considerado el “guardián de los delfines rosados”. En una de sus tantas
expediciones, internado en el Amazonas colombiano, encontró revoloteando en sus
aguas a seis de ellos. Todas hembras, incluidas cuatro crías. Su color no era
tan marcadamente rosado, pero igual hipnotizaban.
Trujillo, quien ha dedicado décadas a la
investigación de estos delfines, había traído a su equipo a la confluencia de
los ríos Meta y Orinoco para tomar muestras de sangre y tejido. Estudiarían su
salud física. Pero a través de ellos, esperaban aprender mucho más, incluso
cómo la extracción de oro y otras actividades de extracción amenazan la vida
humana.
En el Amazonas, los delfines son “los centinelas de
los ecosistemas acuáticos”, comentó Jimena Valderrama a los periodistas de The
Washington Post que se unieron al estudio. Ella es una veterinaria que trabaja
con Trujillo desde hace tres años y en su opinión, los delfines “acumulan lo
que desechamos en los ríos”.
Los riesgos de los delfines rosados en Amazonas
Entre las mayores preocupaciones de los científicos
estaba la exposición de los delfines rosados al mercurio en los afluentes del
Amazonas. Un metal pesado utilizado en la minería que puede causar daños
letales al cerebro, el corazón y los riñones. Y lo que podría sugerir sobre la
exposición de las personas, cercanas y lejanas, que comen pescado del río.
Las pruebas revelaron que tres de los delfines
tenían un promedio de 3,45 microgramos de mercurio por litro de sangre, un
nivel que Trujillo calificó de «alarmante». “Si encontramos un pescado con 1,2
microgramos de ese metal nocivo no deberíamos comerlo”, afirmó.
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