Descubren en Bolivia un pez capaz de sobrevivir fuera del agua

La nueva especie para la ciencia fue identificada en Bolivia por el investigador Heinz Arno Drawert.

Es una especie llamativa por sus colores, puede vivir fuera del agua durante varias horas y sus huevos se mantienen viables durante las sequías.

Heinz Arno Drawert vio por primera vez, hace casi 30 años, al pez que ahora ha descrito como una nueva especie para la ciencia. Lo encontró mientras regresaba a su casa en el campo, después de una caminata en la que atravesó la finca Juan Deriba, en Bolivia. Le llamó la atención porque no recordaba haber visto un pez como ese, a pesar de que conocía muy bien a aquellos que pertenecen a la orden de los Cyprinodontiformes, comúnmente llamados Killifish, y a la familia de los Rivulidae.

Desde que lo vio, pensó que en algún momento regresaría para estudiarlo, pero pasaron más de dos décadas antes de retornar a buscarlo y unos cuantos años más para confirmar que se trataba de una nueva especie y describirlo en el artículo científico: “Una nueva especie de Killifish estacional del género Moema (Cyprinodontiformes: Rivulidae) de la cuenca del río Piraí en el suroeste de la cuenca amazónica”.

El investigador Heinz Arno Drawert, en pleno trabajo de recolección de peces. Foto: Cortesía Heinz Arno Drawert.

Heinz Arno Drawert llamó al nuevo pez Moema juanderibaensis, en reconocimiento al lugar en donde lo encontró. “Son peces excepcionales”, dice el científico sobre esta especie que vive en charcos pequeños y es capaz de permanecer fuera del agua durante dos o tres horas cada día. “Rompen todos los esquemas que uno tiene de un pez tradicional”, agrega el ingeniero ambiental. En  entrevista con Mongabay Latam, el especialista en recursos hidrobiológicos habla del mundo de estos sorprendentes animales.

—Desde niño siempre estuvo relacionado con los peces, ¿alguno en particular?

—Desde niño me interesé en el grupo de los Killifish, los Cyprinodontiformes siempre han sido los que más me han llamado la atención. En aquel entonces no eran muy conocidos, no había muchas especies, si uno revisa la bibliografía acuarista de esa época, aparecen unas 20 especies; ahora estamos por encima de las 400 y aun así sigue siendo un grupo bastante desconocido dentro de los  peces. La mayoría son peces pequeños, que habitan ecosistemas acuáticos muy específicos, por eso nunca se encuentran en un gran cardumen. Son muy diversos, pero poco abundantes. Los llamaría peces ocasionales.

—¿Cómo descubre al Moema juanderibaensis?

—Lo vi por primera vez en 1995 o 1996. En ese momento, yo vivía en el campo. Después de unos días de fuerte lluvia, salí a caminar. Cuando regresaba a mi casa, en medio camino, había un charco donde vi a ese pececito. Como estaba familiarizado con estos peces, de inmediato pensé ‘es un killifish’, pero no se parecía a nada que había visto antes, lo más parecido eran algunas especies africanas. Desde entonces, lo tenía en mente, siempre que encontraba un pez Rivulidae trataba de ver si se parecía al que había visto. Y cuando comencé a revisar información de peces de esta familia, llegó un momento en el que se me acabaron las referencias y comparaciones, entonces dije: ‘Bueno, la única explicación que queda es que se trata de una especie nueva’.

—Entonces, siguió buscándolo.

—Recién en el año 2018, logré tomar fotos a dos especímenes y no fue hasta el año 2021, cuando ya era investigador asociado del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado (en Bolivia), cuando pude hacer las primeras colectas de los especímenes que necesitaba para hacer la descripción.

Los colores rojo y amarillo destacan en la especie Moema juanderibaensis. Foto Archivo personal de Heinz Arno Drawert.

—¿Regresó al lugar donde lo había encontrado por primera vez?

—Sí. Es una propiedad dedicada a la ganadería sostenible, es decir, pequeñas áreas de pastizales dentro de un bosque, de modo que no se pierde conectividad. Está ubicada en una zona de transición entre bosques secos y bosques húmedos, entre la Chiquitanía y la Amazonía. Y en la época lluviosa, se forman charcos dentro del bosque que inundan la parte baja de los árboles. Son pozos de entre 5 y 10 metros cuadrados, algunos más grandes, pero no son profundos, llegan a unos 40 centímetros de profundidad como máximo, aunque normalmente tienen entre 5 y 10 centímetros de profundidad. Y es ahí donde habita este pez.

—¿Cómo describiría al Moema juanderibaensis?

—Tiene un patrón de líneas que forman como una C en el cuerpo, con un punto celeste seguido por un punto rojo; no tiene manchas en las aletas pectorales, sino que es de color uniforme; también carece de una mancha negra en el costado que caracteriza a una especie cercana. Además, cuando estaba haciendo las capturas en campo, me di cuenta que al acercarme a un charco los peces caían al agua. Eso me llamó la atención. Al observar con más cuidado, me doy cuenta que había Moema juanderibaensis pegados en las hojas, más o menos a unos 20 centímetros por encima del agua o tronco. Cuando me acercaba, se dejaban caer al agua. Me llevé un grupo de peces a casa para ver qué pasaba y fue fascinante descubrir que en el acuario hacían lo mismo. De pronto, saltaban y se pegaban en el vidrio fuera del agua o en las plantas flotantes también fuera del agua. Comencé a investigar y encontré que se han reportado varias especies de rivúlidos anfibio, que podían permanecer fácilmente entre 2 y 3 semanas fuera del agua.

—Es un comportamiento peculiar para un pez, ¿por qué sucede esto?

—Por lo que observé en los acuarios, parece ser una manera de evitar agresiones entre ellos, pues son muy territoriales, por tanto, cuando el macho dominante se acerca al resto, tanto hembras como machos saltan fuera del agua, así evitan la agresión. Una vez que tuve claro esto, empecé a observarlos nuevamente en su hábitat natural y me percaté que, dentro de los charcos, conviven con otra especie de Rivulidae mucho más grande, agresiva e ictiófaga que se alimenta de otros peces. Entonces, para los Moema juanderibaensis salir del agua es también una estrategia para escapar de este predador.

Los Moema juanderibaensis prefieren pozas muy bajitas, de cinco centímetros de profundidad, pero muchas veces el agua en estos charcos pequeños no permanece el tiempo suficiente para que ellos puedan alcanzar la madurez sexual, por tanto, se ven obligados a migrar hacia otros charcos, desplazándose por tierra. Para ello dan saltos de 20 a 30 centímetros cada uno. Así, con 10 saltos recorren tres metros, y con 50 ya tienen 15 metros o más.

—Siempre se ha pensado que los peces fuera del agua mueren en minutos.

—Los Rivulidae rompen todos los esquemas que uno tiene de un pez tradicional. Son anfibios, habitan en cuerpos de agua que se secan, los huevos sobreviven a sequías, las aves pueden comer sus huevos y aun así estos siguen viables. Además, tienen un desarrollo rapidísimo. Imagínate un ser vivo que en dos o tres semanas ya sea adulto. Además, tienen unos colores impresionantes. Todo su comportamiento es muy diferente al de otros peces.

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