La Tierra azul se está convirtiendo en un planeta verde
Si los océanos de la Tierra fueran una piscina
olímpica, la tonalidad del agua estaría cambiando sospechosamente de color
indicando un desequilibrio. Y, aunque no se sabe qué mecanismos están actuando,
los modelos confirman que es consecuencia de la actividad humana. Así lo indica
un estudio publicado este miércoles en la revista Nature, en el que el equipo
de B.B. Cael, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, ha utilizado
una novedosa aproximación metodológica para detectar un aumento de la
reflectancia en la longitud de onda del verde en el 56 por ciento de los
océanos del mundo.
“En estos 20 años de datos satelitales, estamos
viendo que el color del océano ha cambiado, lo que significa que el ecosistema
del plancton ha variado, porque el color está determinado por las propiedades
ópticas de lo que hay en el agua, que en el océano abierto es el plancton”, explica
Cael a elDiario.es. Los investigadores han detectado estos cambios en la
lectura de los instrumentos ópticos — indistinguibles por el ojo humano — en
las regiones de los océanos tropicales cerca del ecuador, que incluyen tanto
zonas de desierto oceánico como áreas muy productivas del océano. “Esto aporta
nuevas pruebas de cómo las actividades humanas están afectando la vida en la
Tierra en una gran extensión espacial”, añade. “Es otra forma en que los
humanos están afectando a la biosfera”.
Lo más interesante del trabajo, desde el punto de
vista científico, es que los autores han utilizado una aproximación diferente y
han obtenido una señal de cambio sobre el “ruido de fondo” ambiental que se
creía imposible de captar en series de datos tan cortas. Hasta ahora, los
científicos monitorizaban el estado del fitoplancton en la superficie de los
océanos observando desde el espacio los niveles de clorofila, el pigmento con
el que estas microalgas realizan la fotosíntesis. Pero las variaciones
naturales son tan grandes que, hace aproximadamente una década, la coautora del
presente trabajo, Stephanie Henson, predijo que para detectar cualquier
tendencia significativa causada por la actividad humana se necesitarían al
menos 30 años de observaciones.
En 2019, otra de las coautoras, la investigadora del
MIT Stephanie Dutkiewicz, planteó la posibilidad de analizar el espectro
completo de la luz captada por los instrumentos ópticos de los satélites para
acortar los plazos, puesto que la variación natural en otros colores del océano
es mucho menor que la de la clorofila. Y eso es exactamente lo que han
conseguido ahora. Analizando las mediciones del color del océano tomadas entre
2002 y 2022 por el espectrorradiómetro de imágenes de media resolución (MODIS)
a bordo del satélite Aqua, los autores han visto que “los océanos de bajas
latitudes se ha vuelto más verdes”.
“Estamos
viendo tendencias en los cambios de color a lo largo del tiempo, en lugar de
solo variaciones aleatorias”, explica Cael. “Luego usamos un modelo climático
(una simulación computarizada gigante de una Tierra virtual) para probar si
estas tendencias podrían deberse al cambio climático”. Y el resultado fue
positivo. “He estado ejecutando simulaciones que me han dicho durante años que
estos cambios en el color del océano van a ocurrir”, añade Dutkiewicz. “Ver que
esto realmente sucede no es sorprendente, sino aterrador. Y estos cambios son
consistentes con los cambios inducidos por el ser humano en nuestro clima”.
Para la investigadora española Sara Rivero, que trabaja
en el Skidaway Institute of Oceanography de la Universidad de Georgia
estudiando precisamente estas variaciones del color del océano, el resultado
viene a confirmar lo que los especialistas sospechaban desde hace años y lo que
ella y otros habían visto en las recolecciones históricas de plancton en el
Atlántico norte. “Este trabajo de Cael lo que demuestra es que se ve en
satélite y a nivel global”, explica. “Y que si utilizamos la óptica, en vez de
utilizar solo los datos de clorofila, estos cambios se ven ya, no necesitamos
esperar treinta años”.
“Esto implica que el océano está cambiando a un
ritmo suficientemente rápido para que se pueda distinguir del ruido propio de
los sistemas naturales”, añade Martí Galí, investigador del Institut de Ciències
del Mar (ICM-CSIC). “Durante mucho tiempo los negacionistas decían que no era
el cambio climático, sino la variabilidad natural, pero esto lo desmiente”.
Para Galí, que podamos detectar este cambio en la mitad de los océanos indica
que “probablemente los ecosistemas están sufriendo una presión de cambio
tremenda”.
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