El módulo de aterrizaje abandonado del Apolo 17 se está moviendo solo en la Luna
De 1976 a 1977, los científicos han observado
extraños temblores regulares recogidos por el sismógrafo lunar instalado por la
tripulación de Apolo 17, la última misión del ser humano a nuestro satélite.
Los temblores se repetían con una precisión prusiana en un misterio desconocido
por el gran público pero que ha desconcertado a los geólogos y astrónomos hasta
ahora. Ahora tenemos la solución: El módulo de aterrizaje del Apolo 17 se
mueve.
Según un estudio publicado el 5 de septiembre en el
diario científico revisado por pares Journal of Geophysical Research: Planets
—con el arcano título de ‘Caracterización y catalogación del terremoto lunar
térmico utilizando algoritmos basados en la frecuencia y descenso de gradiente
estocástico’— los cuatro sismógrafos colocados en la superficie lunar en diciembre
de 1972 detectaron un aumento en la actividad sísmica en la región donde se
encuentra el módulo de aterrizaje del Apolo 17. Según un comunicado del coautor
del estudio Allen Husker —profesor de investigación de geofísica en Caltech—
“cada mañana lunar, cuando el sol golpea el módulo de aterrizaje, comienza a
estallar. Cada cinco a seis minutos (había) otro, durante un período de cinco a
siete horas de la Tierra. Eran increíblemente regulares y se repetían".
Estos temblores recuerdan a los que ha descubierto la sonda lunar india en su
misión.
El estudio liderado por Francesco Civilini
—científico espacial investigador en el Centro de Vuelos Espaciales Goddard de
la NASA— afirma que “los terremotos lunares térmicos son una actividad sísmica
frecuente en la Luna”, con una frecuencia ligada al ciclo día-noche lunar de 30
días. Los expertos desconocen el mecanismo que explique cómo se generan estas
vibraciones, afirma su escrito, pero “estas señales son importantes porque
proporcionan pistas sobre los procesos de la superficie lunar, como la
deformación de los cráteres y la producción de suelo lunar.”
El equipo de investigación descubrió “miles de estas
señales se registraron durante un periodo de 8 meses entre 1976 y 1977 en
cuatro sismómetros desplegados durante el Experimento de Perfilaje Sísmico
Lunar del Apolo 17”. La mala calidad de los datos, afirman en su estudio,
dificulta el análisis pero han desarrollado algoritmos que finalmente han
desentrañado el secreto de su origen, analizando “con precisión el momento de
llegada de las ondas, la intensidad de la señal sísmica y la dirección de la
fuente del terremoto lunar”. La solución no estaba en la corteza cubierta de
polvo lunar sino en “las vibraciones generadas por el vehículo de descenso del
módulo lunar abandonado por los astronautas en 1972. La duración de los eventos
no impulsivos está correlacionada con la temperatura: a mayor temperatura,
mayor duración del sismograma. Pensamos que este comportamiento podría deberse
a cambios en las propiedades del regolito o a eventos más fuertes durante el
día”, afirma el estudio.
Ahora, los científicos de la NASA están preocupados
por estos movimientos tan extremos. Si el módulo lunar está siendo sometido a
tales presiones de compresión y descompresión por los cambios extremos de
temperatura, esto afectará a su estructura y, por lo tanto, las condiciones
condicionarán el diseño de las futuras bases lunares ahora que nos preparamos
para volver.
Es poético que la última misión tripulada a la Luna
esté revelando ahora secretos que afectarán a las futuras misiones y la
fundación de una base permanente. La misión Apollo 17 fue la última de las seis
misiones tripuladas de la NASA. Lanzada el 7 de diciembre de 1972, Apollo 17
marcó el final de la era de exploración lunar de la NASA. La tripulación estuvo
compuesta por el comandante Eugene Cernan, el piloto del módulo de comando
Ronald Evans y el piloto del módulo lunar Harrison Schmitt. Durante su misión,
Cernan y Schmitt pasaron tres días en la superficie lunar, realizando tres
caminatas espaciales y recolectando muestras. Evans, por su parte, permaneció
en órbita lunar en el módulo de comando.
El lugar de aterrizaje elegido para Apollo 17 fue el
Valle de Taurus-Littrow, una región geológicamente rica que ofrecía una
combinación única de terrenos montañosos y llanuras. La elección de este sitio
tenía como objetivo recolectar muestras de diferentes tipos de terreno lunar.
De hecho, la misión estuvo centrada casi en su totalidad por tareas geológicas,
incluyendo la instalación de estos cuatro sismógrafos. Schmitt, el primer
miembro de la misión científica de la NASA de la historia y único geólogo que
ha caminado en la Luna, proporcionó una perspectiva única esta misión que
aportó contribuciones significativas a la ciencia y nuestro conocimiento del
satélite. Ahora, el trabajo de estos héroes que corrieron en su buggy de un
sitio a otro para recoger muestras contrarreloj, vuelve a dar frutos más de
cinco décadas más tarde.
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