Myotragus, el extraño bóvido endémico de las Baleares que se extinguió hace 5.000 años
Myotragus balearicus fue una especie de bóvido que vivió en las islas Baleares hasta aproximadamente el año 3.000 a.C. Era una especie endémica con características que no se han encontrado en ningún otro animal de esta familia.
Antes de la llegada del ser humano, las islas
Baleares eran el hogar de especies que no podían encontrarse en ningún otro
lugar del mundo. Entre estas, una de las más curiosas era el Myotragus
balearicus, un extraño mamífero perteneciente a la familia de los bóvidos,
igual que las cabras, las ovejas o las vacas.
Este animal vivió en diversas islas del archipiélago
balear, principalmente Mallorca y Menorca, desde hace unos 6 millones de años
hasta hace apenas 5.000 años, coincidiendo con la llegada de los primeros
humanos. Debido a su aislamiento geográfico y al no tener depredadores
naturales, evolucionó de una manera única que no se ha visto en ningún otro
animal de su familia. Así era esta extraña “cabra” prehistórica de las
Baleares.
En primer lugar deberíamos decir que, aunque lo
parezca por sus cuernos, el Myotragus no era una cabra: de hecho, conforma un
género único de bóvido y, puestos a buscarle parientes, estaría incluso más
emparentado con las ovejas. El balearicus fue la última especie de su linaje,
en el que figuran al menos otras tres especies conocidas, todas las cuales se
extinguieron mucho antes.
Los antepasados de este género llegaron a las
Baleares cuando estas aún se encontraban conectadas a la península, en una era
glacial en la que el nivel del mar era más bajo. Al terminar la glaciación
quedaron aisladas en lo que hoy es Mallorca, pero durante una glaciación
posterior el nivel del mar volvió a bajar y se expandieron también a las islas
de Menorca, Cabrera y Dragonera. No está claro porque en otras islas del
archipiélago, como Ibiza y Formentera, no se han encontrado restos, ya que las
condiciones del ecosistema en principio eran parecidas.
Puesto que en las islas no tenían depredadores
naturales, los Myotragus evolucionaron de una forma peculiar. Lo más notable es
que sus ojos no se hallaban situados en los lados del cráneo sino de frente, algo
único en la familia de los bóvidos y en casi todos los animales que son presas.
El motivo es que no necesitaban vigilar su entorno para avistar depredadores,
que es justamente la razón por la cual otros animales tienen los ojos en los
lados. Esto le daba una cualidad rara entre los herbívoros: la visión
estereoscópica, aunque no está claro qué utilidad tenía, ya que la principal
ventaja de esta es poder calcular mejor las distancias y esto es útil sobre
todo para los cazadores.
Otra peculiaridad de este género eran sus largos
incisivos, más propios de los roedores y lagomorfos (liebres y conejos) que de
los ungulados; además, para hacerlo más raro aún, crecían solamente en la
mandíbula inferior. La razón exacta de esta adaptación – llamada inversión
dental – no se comprende completamente, pero se ha especulado que podría haber
sido una adaptación a la dieta de pastoreo. Al tener los incisivos en la
mandíbula inferior, podrían haber cortado de manera más eficiente las hierbas y
vegetación baja que constituían gran parte de su dieta, ya que los incisivos
inferiores estarían más cerca del suelo.
Finalmente, una consecuencia de la insularidad fue
la reducción del tamaño de la especie hasta una talla similar a la de una
gacela. Sin embargo, las patas eran proporcionalmente más cortas y menos
flexibles que las de las gacelas, algo que hacía a los Myotragus mucho menos
ágiles: esto apunta sin lugar a dudas a la ausencia de depredadores naturales, ya
que de otra manera este animal habría sido una presa muy fácil.
Habiendo señalado que estos animales no tenían
depredadores naturales, una pregunta obligada es por qué se extinguieron y,
sobre todo, por qué lo hicieron en un arco tan reducido de tiempo hace unos
5.000 años, después de haber sobrevivido a varios pasajes de eras glaciales a
interglaciales y viceversa.
Hay dos teorías al respecto e incluso puede que sea
una combinación de ambas. La primera son los cambios en el ecosistema balear,
que se habría hecho más árido cuando el clima se volvió más cálido. La segunda
es la extinción por parte del ser humano, ya que su desaparición de las islas
se solapa con la llegada de los primeros pobladores alrededor del año 3.000
a.C., de forma demasiado exacta para ser una simple coincidencia.
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