El Laboratorio de Átomos Fríos de la NASA prepara el escenario para la química cuántica en el espacio
Por primera vez en el espacio, los científicos han
producido un gas cuántico que contiene dos tipos de átomos. Logrado con el
Laboratorio de Átomos Fríos de la NASA a bordo de la Estación Espacial
Internacional, el logro marca otro paso hacia la incorporación al espacio de
tecnologías cuánticas que actualmente solo están disponibles en la Tierra.
Las herramientas cuánticas ya se utilizan en todo,
desde teléfonos móviles hasta GPS y dispositivos médicos. En el futuro, podrían
usarse para mejorar el estudio de los planetas, incluido el nuestro, y ayudar a
resolver misterios del universo mientras profundizamos nuestra comprensión de
las leyes fundamentales de la naturaleza.
El nuevo trabajo, realizado de forma remota por
científicos en la Tierra, se describe en la edición del 16 de noviembre de la
revista Nature
Con esta nueva capacidad, el Laboratorio de Átomos
Fríos ahora puede estudiar no solo las propiedades cuánticas de los átomos individuales,
sino también la química cuántica, que se centra en cómo los diferentes tipos de
átomos interactúan y se combinan entre sí en un estado cuántico. Los
investigadores podrán llevar a cabo una gama más amplia de experimentos con
Cold Atom Lab y aprender más sobre los matices de realizarlos en microgravedad.
Ese conocimiento será esencial para aprovechar esta instalación única en su
tipo para desarrollar nuevas tecnologías cuánticas basadas en el espacio.
El mundo físico que nos rodea depende de que los
átomos y las moléculas permanezcan unidos de acuerdo con un conjunto
establecido de reglas. Pero diferentes reglas pueden dominar o debilitarse
dependiendo del entorno en el que se encuentren los átomos y las moléculas,
como la microgravedad. Los científicos que utilizan el Laboratorio de Átomos
Fríos están explorando escenarios en los que la naturaleza cuántica de los
átomos domina sus comportamientos. Por ejemplo, en lugar de actuar como bolas
de billar sólidas, los átomos y las moléculas se comportan más como ondas.
En uno de esos escenarios, los átomos de las
moléculas de dos o tres átomos pueden permanecer unidos pero separarse cada vez
más, casi como si las moléculas se volvieran esponjosas. Para estudiar estos
estados, los científicos primero necesitan reducir la velocidad de los átomos.
Lo hacen enfriándolos a fracciones de grado por encima de la temperatura más
baja que puede alcanzar la materia, mucho más fría que cualquier cosa que se
encuentre en el universo natural: cero absoluto, o menos 459 grados Fahrenheit
(menos 273 grados Celsius).
Los físicos han creado estas moléculas esponjosas en
experimentos con átomos fríos en tierra, pero son extremadamente frágiles y se
rompen rápidamente o colapsan a un estado molecular normal. Por esa razón, las
moléculas agrandadas con tres átomos nunca han sido fotografiadas directamente.
En la microgravedad de la estación espacial, las frágiles moléculas pueden
existir durante más tiempo y potencialmente hacerse más grandes, por lo que los
físicos están emocionados de comenzar a experimentar con la nueva capacidad del
Laboratorio de Átomos Fríos.
Es probable que este tipo de moléculas no se
produzcan en la naturaleza, pero es posible que se utilicen para fabricar
detectores sensibles que puedan revelar cambios sutiles en la fuerza de un
campo magnético, por ejemplo, o cualquiera de las otras perturbaciones que hacen
que se rompan o colapsen.
"Lo que estamos haciendo con la ciencia del
átomo frío en general es buscar y aprender sobre nuevas herramientas que la
naturaleza nos da", dijo Jason Williams del Laboratorio de Propulsión a
Chorro de la NASA en el sur de California, científico del proyecto del
Laboratorio de Átomos Fríos y coautor del nuevo estudio. "Es como si
hubiéramos descubierto un martillo y estuviéramos empezando a investigar todas
las formas en que podríamos usarlo".
Una forma
posible de usar un gas cuántico con dos tipos de átomos sería probar algo
llamado principio de equivalencia, que sostiene que la gravedad afecta a todos
los objetos de la misma manera, independientemente de su masa. Es un principio
que muchos profesores de física demostrarán poniendo una pluma y un martillo en
una cámara de vacío sellada y demostrando que, en ausencia de fricción del
aire, los dos caen a la misma velocidad. En 1971, el astronauta del Apolo 15,
David Scott, realizó este experimento en la superficie de la Luna sin necesidad
de una cámara de vacío.
Usando un instrumento llamado interferómetro
atómico, los científicos ya han realizado experimentos en la Tierra para ver si
el principio de equivalencia es cierto a escalas atómicas. Usando un gas
cuántico con dos tipos de átomos y un interferómetro en la microgravedad de la
estación espacial, pudieron probar el principio con más precisión de lo que es
posible en la Tierra. Al hacerlo, podrían aprender si hay un punto en el que la
gravedad no trata a toda la materia por igual, lo que indica que la teoría
general de la relatividad de Albert Einstein contiene un pequeño error que
podría tener grandes implicaciones.
El principio de equivalencia es parte de la teoría
general de la relatividad, la columna vertebral de la física gravitacional
moderna, que describe cómo se comportan los objetos grandes, como los planetas
y las galaxias. Pero un gran misterio de la física moderna es por qué las leyes
de la gravedad no parecen coincidir con las leyes de la física cuántica, que
describen el comportamiento de los objetos pequeños, como los átomos. Las leyes
de ambos campos han demostrado ser correctas una y otra vez en sus respectivos
reinos de tamaño, pero los físicos han sido incapaces de unirlas en una sola
descripción del universo como un todo.
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