Un estudio refuerza la tesis del origen extraterrestre de la vida en la Tierra
Planeta Tierra. Antes del comienzo de la vida. Al
borde de una cascada, un extraterrestre humanoide mira como una enorme nave
espacial empieza a alejarse. Luego el humanoide bebe un líquido negro
burbujeante y empieza a desintegrarse. Sus restos caen por la cascada y su ADN
da origen a los seres vivos en la Tierra. Así empieza Prometheus. Y así se le
ocurrió a Ridley Scott resolver el misterio del origen del hombre en nuestro
planeta. En definitiva, que venimos de otro mundo. Un nuevo estudio científico
le da parte de razón.
La principal hipótesis del origen de la vida sigue
siendo un llamado caldo o sopa primigenia, que se formó en la Tierra. Y que
mezclando carbono, nitrógeno, hidrógeno, metano y amoníaco, que era lo que
había, de alguna forma, y con la ayuda de radiación ultravioleta o energía
eléctrica, llegamos a los complejos aminoácidos, básicos para la vida. Se
sugería el milagro químico con la ayuda de fuentes hidrotermales desconocidas
de las profundidades marinas, o incluso que un rayo cósmico o no cósmico había
caído en la sopa primigenia. La otra opción era un asteroide lleno de
aminoácidos, de hecho se han encontrado varios, que se formaron en nubes
moleculares interestelares, como aquella a partir de la cual se formó el
sistema solar. Pero tampoco sabíamos cómo aparecieron ahí. Hasta ahora.
Una investigación que acaba de publicar ACS Central
Science resuelve que el aminoácido más simple, el ácido carbámico, puede
conseguirse con hielo interestelar. Ralf Kaiser, de la Universidad de Hawaii;
Agnes Chang, de Universidad Nacional Dong Hwa Hualien de Taiwán, y sus colegas
de la División de Astronomía de la Fundación Nacional de Ciencias de EE. UU. y
la Fundación WM Keck se pusieron a investigar las reacciones químicas que
podrían haber tenido lugar en los hielos interestelares que alguna vez
existieron cerca de estrellas y planetas recién formados.
El equipo creó modelos de hielo interestelar que
contenían amoníaco y dióxido de carbono, que se depositaron sobre un sustrato
de plata y se calentaron lentamente. Utilizando espectroscopia infrarroja por
transformada de Fourier, descubrieron que el ácido carbámico y el carbamato de
amonio comenzaron a formarse a -211 y -234 grados centígrados respectivamente.
Estas bajas temperaturas demuestran que estas
moléculas, que pueden convertirse en aminoácidos más complejos, podrían haberse
formado durante las etapas más tempranas y frías de la formación estelar.
Además, los investigadores descubrieron que a temperaturas más cálidas,
similares a las producidas por una estrella recién formada, dos moléculas de
ácido carbámico podrían unirse, formando un gas estable.
El equipo planteó la hipótesis de que estas
moléculas podrían haberse incorporado a las materias primas de los sistemas
solares, incluido el nuestro, y luego haber sido transportadas a la Tierra
primitiva por cometas o meteoritos una vez que se acabó de formar el planeta.
Los científicos esperan que este hallazgo sirva para
que a partir de ahora los medios que tenemos para buscar en el espacio
profundo, como el Telescopio Espacial James Webb, se ponga a buscar moléculas
prebióticas en regiones distantes del universo donde se forman estrellas.
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