Astrónomos españoles resuelven el misterio de las 'luces fantasma' en el cielo del Mediterráneo
De los fuegos fatuos a los espejismos sobre la superficie del mar, los múltiples fenómenos luminosos y visuales que desafían a la percepción humana han sido tradicionalmente atribuidos al mundo de las hadas: criaturas sobrenaturales que usarían estas ilusiones para confundir y hechizar. El fenómeno de los 'fantasmas mesosféricos', sin embargo, es mucho más raro: no fue descrito científicamente hasta 1886, y la primera fotografía que confirmó su existencia llegó un siglo después.
Estos 'fantasmas' ('ghosts') y 'duendes' ('sprites')
pertenecen a la familia de los 'Eventos Luminosos Transitorios', que son
extremadamente fugaces y ocurren a mayor altura que los relámpagos durante una
tormenta, en la región de la atmósfera superior de la Tierra denominada
mesoesfera. Duran centésimas de segundo, y se manifiestan como una parte
superior difusa más una región inferior poblada de "tentáculos"
(filamentos de aire ionizado de entre diez y cien metros de grosor).
Esa configuración de 'medusa' es capaz de despertar
la imaginación incluso de los más excépticos, ya que toma un color vívido rojo,
que las nuevas cámaras han logrado captar en imágenes verdaderamente
escalofriantes. También puede manifestarse como 'elfos', 'chorros azules',
halos y rayos gigantes. Sin embargo, los fenómenos avistados sobre el
Mediterráneo, los 'fantasmas verdes', son aún más raros. Un equipo de
investigadores españoles desvela ahora el motivo en Nature Communications: se
debe a la interacción con el hierro, níquel, oxígeno atómico y nitrógeno de la
atmósfera.
El motivo de la coloración verdosa de estos raros
'fantasmas mesosféricos' ha sido un enigma hasta ahora para la astronomía. Se
ha atribuido esta tonalidad al estado excitado de los átomos de oxígeno en la
atmósfera durante una tormenta eléctrica, pero los materiales metálicos
involucrados en el fenómeno no habían podido ser captados por las observaciones
espectroscópicas. Esta es la tecnología que nos permite conocer la composición
de planetas lejanos, al atribuir un color a cada metal.
Para poder entender los procesos químicos y
dinámicos detrás de estos 'duendes', el equipo de María Passas-Varo,
especialista en espectroscopía de plasmas atmosféricos del Instituto de
Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), arrancó en junio de 2019 una campaña de
observación de alta resolución espectral en Castellgalí, Barcelona. Tras
sintonizar los instrumentos para registrar acontecimientos en el espectro
visual humano, una gran tormenta sobre el Mediterráneo el 21 de septiembre de
ese mismo mes les permitió capturar un 'duende' en configuración de medusa.
La espectrometría les permitió observar un aumento
de la luminosidad en los instantes previos e inmediatamente posteriores a la
manifestación del 'duende', lo que indicaba que venía acompañado de un
'fantasma', una "sombra" de color verde que solo se presenta en
ocasiones. Este resplandor quedó evidenciado por las imágenes en infrarrojos
del cielo nocturno, que muestras una estructura en bandas, relacionada según
los investigadores con la interacción con las ondas gravitatorias.
La espectrografía permitió detectar rastros de los
minerales más presentes en la atmósfera debido a la ablación de partículas de
polvo interplanetario provocada por la entrada de meteoros a alta velocidad.
Estos depositan los materiales que requeridos para la aparición del 'fantasma':
hierro, níquel, oxígeno atómico y nitrógeno. Además, los invstigadores pudieron
comprobar que el fenómeno es más cautivador aún de lo que el ojo humano puede
percibir: además del verde, el 'fantasma' emite colores amarillos y naranjas.
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