Hallados en Chile los restos fósiles de una nueva especie de elasmosaurio
La localidad de Algarrobo, en la Región de
Valparaíso, esconde bajo sus suelos y rocas una verdadera ventana a la época
cuando los dinosaurios reinaban en tierra y los reptiles marinos dominaban los
océanos. La calidad de sitio paleontológico de este balneario es conocida desde
el siglo XIX. En 1862, el ornitólogo Luis Landbeck halló parte de una columna
vertebral que fue posteriormente estudiada, en 1887, por el reconocido
naturalista Rudolf Philippi e identificada como perteneciente a un
elasmosaurio, familia de plesiosaurios distinguibles por sus cuellos alargados,
cuerpos hidrodinámicos y cuatro aletas. Desde entonces, distintos
investigadores han contribuido a develar la biodiversidad del rico ecosistema
que caracterizó a esta zona antes del evento de extinción masiva que puso fin a
la Era de los Dinosaurios hace 66 millones de años.
Elasmosaurios, mosasaurios, y otros vertebrados
marinos, como tortugas, una gran diversidad de tiburones y también peces óseos,
han sido parte de este verdadero puzle del período Cretácico Superior en
Algarrobo. A esto se suman también restos fósiles de dinosaurios y aves que
actualmente están en proceso de estudio por parte de investigadores de la Red
Paleontológica de la Universidad de Chile, quienes desde fines de noviembre
también han estado a cargo del rescate de un impresionante nuevo ejemplar de
elasmosaurio desde la costa de este popular balneario. Rodrigo Otero,
paleontólogo a cargo del equipo integrado también por Sergio Soto, Héctor Ortiz
y Guillermo Aguirrezabala (Conicet - Argentina), destaca que “durante las
últimas décadas han ocurrido nuevos hallazgos de elasmosaurios, todos
fragmentarios, salvo el reciente hallazgo, que se visualiza mucho más completo
aún antes de su preparación”.
El inédito hallazgo tuvo su origen en mayo de 2022,
cuando Jana Toscheva, vecina de Algarrobo, encontró un primer bloque rodado, ya
separado del estrato por causa de las mareas, que presentaba vértebras
articuladas. Jana se comunicó entonces con Rodrigo Otero, quien le sugirió
llevar este bloque al Museo de San Antonio para su resguardo y análisis. “Las
características angulosas del bloque nos sugerían que este se había desplazado
muy poco desde su estrato original. Esto, más la presencia de vértebras articuladas,
nos hizo pensar que podría tratarse de un contexto mayor. Con eso en mente, le
sugerimos a Jana tener atención al mismo sector en marea baja. Al poco tiempo
del primer hallazgo, Jana nos informó que a escasos metros había un montón de
huesos asomando desde la roca misma. La magnitud de los restos motivó solicitar
al Consejo de Monumentos Nacionales un permiso de excavación para recuperar el
material, y realizar su posterior preparación y estudio”, relata Otero.
Cerca de 14 metros de largo y 2 toneladas de peso
podían alcanzar algunas especies de elasmosaurios, familia perteneciente al
orden de los famosos plesiosaurios. El ejemplar de este reptil marino rescatado
en Algarrobo, detalla Rodrigo Otero, “se encuentra cubierto en su mayoría por
roca (arenisca fina), sin embargo, a partir de los elementos visibles, en forma
preliminar, pensamos que se trata de un animal que tendría unos 7 metros de
largo”. Sobre el material rescatado, comenta que “los restos asomados desde la
roca nos permiten reconocer al menos una gran porción de la columna vertebral
con sus elementos en posición anatómica. También observamos grandes huesos
planos, que con seguridad corresponden a las cinturas, que en plesiosaurios
formaban dos grandes sectores tabulares y que sostenían la robusta musculatura
natatoria. Hay evidencia de las aletas también, que con seguridad son del mismo
individuo”.
En este sentido, destaca que “en Chile son escasos
los hallazgos de plesiosaurios que conserven todos los elementos mencionados”.
Por otra parte, enfatiza que “aún no se ha preparado el material (remoción de
la roca que cubre los huesos), por lo que es altamente probable que aparezcan
otros elementos óseos que actualmente no se ven”.
El investigador plantea, además, que “la edad del
material es sumamente interesante para nosotros. En Chile, casi todos los
restos de elasmosaurios relativamente informativos vienen de rocas de
aproximadamente 66 millones de años, mientras que los restos de Algarrobo son
más antiguos. Esto viene a llenar una parte perdida de la historia natural de
los elasmosaurios del Hemisferio Sur, ya que rocas de esa edad solo se
encuentran en Antártica y Nueva Zelanda”. De esta manera, agrega, “Algarrobo es
el único yacimiento en todo el Pacífico con rocas de 70 millones de años, y el
haber hallado un elasmosaurio relativamente completo en esta localidad es
tremendamente prometedor, ya que podría ayudarnos a entender la evolución de
los rarísimos aristonectinos, que fueron abundantes en nuestras costas poco
antes de la gran extinción de fines del Cretácico”.
Actualmente, existen dos especies de elasmosaurio
descritas en Chile, ambas identificadas por los investigadores de la Red
Paleontológica de la Universidad de Chile Rodrigo Otero y Sergio Soto:
Aristonectes quiriquinensis, un animal de unos 12 metros y aletas de casi 3
metros de largo, adaptado a una dieta filtradora similar a las actuales
ballenas grises, que es considerado uno de los elasmosaurios más extraños hasta
ahora conocidos, y Wunyelfia maulensis, una forma ancestral y más pequeña
dentro del linaje Aristonectes. La importancia del hallazgo es que, pese a que
aún no se prepara el material para su estudio, ya es posible apreciar
características diferentes a las especies identificadas anteriormente en Chile.
Por ahora, Rodrigo Otero adelanta que,
“preliminarmente, el nuevo elasmosaurio de Algarrobo sería más antiguo que las
dos especies conocidas, y no correspondería a ninguna de ellas. Dependiendo de
la completitud del material, podremos llegar a saber si se trata de alguna
especie conocida en otras latitudes, o bien a un animal nuevo para la ciencia.
Eso solo podrá ser dilucidado una vez preparado y estudiado”. Explica que la
preparación del fósil tomará un par de años y, tras ello, se realizará el
estudio del espécimen para su publicación científica. “Al final de este
proceso, sin duda, entenderemos mucho más sobre los elasmosaurios que habitaron
el Pacífico a fines del Cretácico, y quién sabe, quizás hasta contemos con un
reptil marino desconocido hasta ahora. Esperemos que así sea”.
El equipo de la Red Paleontológica de la Universidad
de Chile viene trabajando hace más de una década en Algarrobo, periodo en el
que han podido develar numerosas piezas del puzle Cretácico en esta zona
gracias al Proyecto Anillo Registro Fósil y Evolución de Vertebrados,
finalizado el año 2022. Ahora, a partir de este año, el trabajo de alto impacto
de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile continuará gracias al nuevo
Núcleo Milenio EVOTEM. “Hemos hecho varios descubrimientos interesantes, y estamos
en proceso de dar a conocer varios hallazgos de vertebrados”, afirma Otero,
quien agrega que “es una posibilidad real el hallar nuevos restos de animales
terrestres. Esto, considerando los huesos de dinosaurios y aves ya descubiertos
en la misma localidad”.
Algarrobo, en este sentido, seguirá revelando nuevos
y asombrosos secretos sobre la gran biodiversidad de esta zona hace 70 millones
de años. El investigador de la Universidad de Chile sostiene que los “fósiles
de vertebrados hallados en Algarrobo son raramente restos articulados, sin
embargo, la preservación es exquisita. Acá se encuentran dientes de tiburones
preservando las delicadas cúspides laterales (que son como pequeñas espinitas)
y que se pueden perder con facilidad en todas las etapas del proceso que lleva
a un fósil. Según explica, “esto tiene que ver con un enterramiento muy rápido
una vez que un organismo muere o, también, cada vez que perdían una pieza
dental. Es muy probable que la cantidad de sedimentos aportados por un río
cercano hayan sido favorables para este tipo de enterramiento rápido, que es lo
que inicialmente permite que los fósiles se preserven a través del tiempo”.
Finalmente, Otero destaca la importancia de que la
comunidad sea partícipe del cuidado de este patrimonio paleontológico. “La
educación respecto al valor del yacimiento es fundamental para dimensionar su
valor único como importante pieza de la historia natural de Chile central”. En
esta línea, apunta que “son las propias personas de Algarrobo las que estarán
en permanente contacto con el yacimiento y, por seguro, serán los descubridores
de nuevos y fascinantes fósiles. Así lo ha demostrado este nuevo hallazgo,
hecho por una vecina de la zona. En este sentido, es muy positivo mantener el
contacto permanente con especialistas que puedan aclarar las dudas y servir de
guía frente a los futuros hallazgos, en la medida que vayan ocurriendo. Porque
es seguro que seguirán apareciendo”.
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