Detectan ondas gravitacionales provenientes de los albores del Universo
Los científicos todavía están intentando determinar
la fuente del débil y persistente zumbido de un conjunto de ondas
gravitacionales descubiertas en 2023, que reverberan a través de la Vía Láctea.
Una nueva investigación sugiere que la señal detectada sería en realidad lo más
cerca que hemos estado hasta ahora de acceder al principio del Universo: las
ondas serían posteriores al Big Bang, pero previas a la difusión del fondo
cósmico de microondas (CMB), o sea el remanente del estallido inicial.
Un nuevo estudio publicado en Arxiv, y aprobado para
su próxima aparición en la revista Physical Review D, explora distintas
explicaciones sobre un conjunto de ondas gravitacionales detectadas el año
pasado por el Observatorio Norteamericano de Nanohercios para Ondas
Gravitacionales o NANOGrav. La principal conclusión es que se trataría de una
emisión combinada con múltiples fuentes, incluyendo ondas que provendrían de
los albores del cosmos y que podrían arrojar luz sobre los instantes iniciales
del Universo.
Según un artículo publicado en Space.com, una
primera comprensión astrofísica del fenómeno sugiere que las ondas
gravitacionales habrían sido producidas por un agujero negro supermasivo
binario o varios de ellos: se trata de dos abismales agujeros negros que
orbitan uno cerca del otro, conformado estructuras con una magnitud de mil
millones de masas solares. Sin embargo, esta fuente no descarta otros orígenes,
ya que sería en realidad una señal mixta, compuesta por varios elementos.
Por ejemplo, los científicos creen que otra parte de
las ondas detectadas podrían ser emisiones provenientes de los primeros
instantes del Universo. En concreto, estas ondas se habrían producido en el
intersticio entre el Big Bang y la difusión de sus emisiones remanentes, conocidas
como fondo cósmico de microondas (CMB). Si en el futuro esto puede confirmarse
mediante nuevas observaciones, estaríamos en presencia de las emisiones más
cercanas a la génesis del Universo que hayamos detectado hasta hoy.
Además de revelar misterios sobre el inicio de los
tiempos y la formación de las primeras estructuras cósmicas, los procesos que
se describen en el nuevo estudio también podrían ayudar en la búsqueda por
identificar y comprender la naturaleza de la materia oscura y la energía
oscura, que en conjunto constituyen el 95% del Universo conocido pero
permanecen invisibles a los ojos humanos.
En ese sentido, las ondas gravitacionales detectadas
también podrían ser un producto de las denominadas “transiciones de fase”: se
trata de diversas etapas por las que pasó el Universo primitivo para producir
los electrones, protones y neutrones que componen la materia bariónica que hoy
conocemos. Estas transiciones están relacionadas con cambios de temperatura,
los cuales generaron efectos y reacciones capaces de producir ondas sonoras y
ondas gravitacionales, como las detectadas por NANOGrav.
Por el momento, las herramientas con las que
contamos para detectar y estudiar estas ondas, como el Observatorio de Ondas
Gravitacionales con Interferómetro Láser (LIGO), presentan una limitación
importante: están diseñadas para detectar ondas de alta frecuencia, pero no
pueden identificar señales de baja frecuencia como las apreciadas por NANOGrav.
Con ese objetivo, un proyecto como la Antena Espacial del Interferómetro Láser
(LISA), una red europea de tres satélites que se lanzará en 2037, propone
extender nuestra capacidad para analizar esta clase de ondas gravitacionales y
determinar su origen.
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