La loca historia del antiguo parque de atracciones en el que moría gente por doquier
Más propio de una instalación descerebrada de Humor
Amarillo, pero totalmente en serio, durante los años en los que estuvo abierto
envió a centenares de personas a las salas de urgencias. En sus atracciones
palmaron al menos seis personas (que se sepa) debido a una combinación
mortífera: diseños faltos de ingeniería, escasas medidas de seguridad y simple
y llana estupidez de sus propietarios.
Algunos datos dejan claro cómo operaba esta
auténtico parque de la muerte, del que se decía era un gran lugar para enviar a
tus enemigos convenciéndoles de que era «un sitio genial y divertido» pero con
la esperanza de que algo les sucediera {guiño}:
Mientras que en Estados Unidos mueren unas 3-4
personas al año en todos los parques de atracciones que hay en el país (con 270
millones de visitantes; probabilidad 0,003%) en Action Park cada fin de semana
acababan visitando la sala de urgencias entre 5 y 10 personas al día. Llegaron
al punto de avisar a las ambulancias para que esperaran en la puerta del parque
y así estar preparadas para lo «inevitable».
Entre las atracciones había un tobogán acuático
gigante con un looping, un diseño físicamente descerebrado que recuerda un poco
a la montaña de rusa de la eutanasia. La gente no sólo sufría golpes en la
cabeza y el cuerpo de formas inverosímiles; a veces se atascaban y no podían
salir, así que tuvieron que instalar una escotilla. Decían que «si salías de
allí con tan solo la nariz sangrando podías considerarte alguien con suerte».
Las rampas deslizantes por las laderas del parque
estaban fabricadas con cemento y fibra de vidrio, sobre las que había trineos
de diseño y materiales totalmente inadecuados, sin frenos siquiera. La gente no
llevaba protección, ni cascos, y cualquier caída producía habitualmente
luxaciones. Una salida de pista acabó en un golpe mortal en la cabeza de una
persona; irónicamente era un empleado del parque.
En una piscina con lianas estilo Tarzán el agua
estaba tan fría que los vigilantes tenían que rescatar a la gente en shock; en
una ocasión un señor mayor murió de un ataque al corazón al poco de lanzarse al
agua.
En una atracción de tipo «río con barcas» había
gigantescas hélices submarinas para generar olas; cuando la gente caía al agua
(algo que no debía suceder) tenía que salir por sus propios medios; se
golpeaban contra las hélices y una persona llegó a morir electrocutada con los
cables de los mecanismos.
La gigantesca piscina de olas acabó apodándose la
piscina cementerio. Con olas de un metro durante 20 minutos y zonas profundas
muchos visitantes acababan agotados al intentar salir, cosa que a veces no
lograban aunque supieran nadar, y entraban en ahogamiento. Había unos 12
vigilantes permanentes, pero durante algunos fines de semana tenían que
rescatar hasta 30 personas. En comparación, durante una temporada de playa hay
que rescatar a una o dos personas como máximo.
Para complementar todo esto, por si era poco:
La mayor parte de los vigilantes tenían poca
experiencia o eran menores de edad (14-15 años).
La prohibición de venta de alcohol no estaba muy de
moda en aquella época y se hacía la vista gorda; el resultado era que muchos
días tanto los visitantes como algunos vigilantes iban borrachos.
Los diseños de las atracciones carecían de las más
mínimas nociones de ingeniería y seguridad. Las barcas y trineos eran muy
pequeños, por ejemplo, y las personas grandes no cabían bien. Así que acababan
sacando los pies fuera, lo que produjo muchas piernas rotas tras las habituales
colisiones.
Cuando la compañía aseguradora tuvo noticia del
número de accidentes y empezó a pagar las indemnizaciones subió las primas
debido al alto riesgo, a lo que el parque reaccionó no asegurando el parque
sino prefiriendo resolver todos los casos por la vía judicial, con desastrosos
resultados. Se ganó el apodo de «El parque de las reclamaciones legales», con
unas 100 al año. Al final cayó en bancarrota y eso supuso su fin.
Recordemos que el diseño de un tobogán acuático con
loop es posible, pero siendo mucho más amplio, no tan cerrado, no completamente
en vertical sino con cierto ángulo y con chorrazo, como este Lunar Loop del
Lost World (Wisconsin) o el Boomerango del Aquarena (Austria).
Se puede pensar que la historia del Action Park es
una barbaridad (y lo es), pero recordemos que se inauguró hace 40 años, cuando
las consideraciones de seguridad en general eran muy distintas a las de ahora.
Por aquel entonces ni siquiera era obligatorio (ni mucho menos habitual) el
cinturón de seguridad en los coches, o el casco en las motos, y cualquier
normativa de seguridad era laxa. ¡Incluso se podía fumar, se vendían bebidas
con azúcar y los ordenadores no llevaban antivirus! Pero los del parque ese
claramente se pasaron cuatro pueblos.
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