Un agujero negro del tamaño de Mercurio podría estar escondido dentro del Sol
Un agujero negro del tamaño de Mercurio podría estar
escondido en el centro del Sol, lo que podría alargarle la vida hasta 8.000
millones de años. Eso significa que en el espacio podrían existir toneladas de
pequeños agujeros negros, algunos de ellos en el interior de otras estrellas.
En un intrigante artículo publicado en The Astrophysical
Journal, se explora la posibilidad de que, en el corazón de nuestra propia
estrella, el Sol, pueda esconderse un agujero negro, una idea que se alinea con
las teorías propuestas por el renombrado físico Stephen Hawking.
Esta noción desafía nuestra comprensión tradicional
de los astros y abre un nuevo capítulo en la investigación astronómica,
especialmente en lo que respecta a las llamados “estrellas de Hawking”.
Este concepto se basa en la teoría de que después
del Big Bang se formaron innumerables agujeros negros primordiales, pequeñas
singularidades que podrían haber jugado un papel crucial en la estructura del
universo temprano y, posiblemente, en la explicación de la materia oscura.
Los astrónomos dirigidos por Earl Bellinger del
Instituto Max Planck de Astrofísica de Garching, han examinado con más detalle
si Hawking tenía razón y qué consecuencias tendría esto para una estrella como
el Sol.
Para ello, utilizaron un modelo astrofísico para
simular la evolución de diferentes variantes de estrellas Hawking, incluida una
estrella como nuestro Sol.
El resultado fue sorprendente: una estrella Hawking
con un “parásito” oculto en su centro difícilmente sería reconocible como tal
desde el exterior, suponiendo que la masa del agujero negro no supere un cierto
límite. Nuestro Sol podría incluso tener en su centro un agujero negro del
tamaño del planeta Mercurio sin que nos demos cuenta, consideran los
investigadores.
Y lo explican de la siguiente forma: un agujero
negro tan primordial en el núcleo del Sol cambiaría la densidad, las tasas de
fusión y la propagación de ondas sonoras de nuestra estrella en menos del uno
por ciento, calcularon los astrónomos. “Si la masa del agujero negro encerrado
es muy pequeña, la estrella Hawking es, en principio, indistinguible de una
estrella normal”, explican.
Según sus cálculos, este agujero negro interno
podría estar consumiendo lentamente la masa del Sol, un proceso que
paradójicamente podría prolongar la vida de nuestra estrella.
En aproximadamente 2.500 millones de años, este
agujero negro habría devorado alrededor del 0.1% de la masa solar, lo que
resultaría en el enfriamiento del núcleo solar y la detención de las reacciones
de fusión. Este fenómeno permitiría que más material cayera en el agujero
negro, liberando energía que compensaría parcialmente la energía perdida por la
falta de fusión nuclear.
Con este trabajo, los astrónomos han demostrado que
nuestro Sol podría ser, al menos teóricamente, una estrella Hawking, aunque
reconocen que no hay pruebas fehacientes. Añaden que esta hipótesis podría
comprobarse mediante la astrosismología, en la que las oscilaciones
características de la estrella proporcionan información sobre su estructura y
procesos internos.
Sin embargo, los métodos de medición actuales aún no
tienen la suficiente resolución para identificar las señales sutiles de un
“parásito” estelar. También se necesitan más simulaciones para descubrir exactamente
qué firmas deben buscar los astrónomos. Por lo tanto, podría ser más prometedor
buscar estrellas Hawking en sus últimas etapas: allí las señales serían más
claras, como explica el equipo.
La supuesta presencia de un agujero negro en el Sol
tendría implicaciones profundas no solo para la astrofísica, sino también para
el futuro de la Tierra y el sistema solar.
A medida que el agujero negro crezca, consumiendo
más masa solar, eventualmente podría alcanzar un punto crítico en el que
devoraría al Sol por completo, transformándolo en un agujero negro.
Este escenario, aunque situado en un futuro muy, muy
lejano, de aproximadamente ocho mil millones de años (hasta ahora se piensa que
a nuestro Sol le quedan 5.000 millones de años de vida) plantea preguntas
fascinantes sobre la evolución estelar y el destino final de los sistemas
planetarios.
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