Las ranas que viven en Chernóbil han cambiado de color

 

Existen animales realmente alucinantes en nuestro planeta y algunos de ellos cuentan con habilidades de supervivencia que pocos podían llegar a imaginar. Hablando de ranas, protagonistas de este artículo, sabemos que algunas de sus especies forman parte de aquellos animales que más rápido se reproducen o están entre los más venenosos, aunque las especies venenosas no se envenenan a sí mismas. Ahora, viajemos a Chernóbil y recordemos un accidente nuclear catastrófico.

Pablo Burraco y Germán Orizaola son los autores del artículo publicado en la revista Evolutionary Applications, donde describen cómo el ser humano es capaz de alterar ecosistemas. En este caso, por supuesto, hablamos del accidente de Chernóbil.

El incidente nuclear sucedió el día 26 de abril de 1986 en la central Vladímir Ilich Lenin, que se encontraba al norte de Ucrania, aunque en aquellos momentos estaríamos hablando de la extinta Unión Soviética. La explosión del reactor 4 motivó la expulsión de ingentes cantidades de radioactividad al entorno y a partir de entonces este área ha sido motivo de miles de artículos mostrando sus repercusiones.

Los investigadores españoles aseguran, volviendo a las ranas protagonistas de esta noticia, que la radiación ionizante es capaz de 'devastar sistemas naturales', aunque parece que algunos seres se han adaptado a ella.

En este caso, la especie de rana Hyla orientalis que ha sido estudiada, ha mostrado cómo la tonalidad de su piel ha ido cambiando con el paso de las décadas. El estudio muestra cómo la coloración es más oscura en aquellas ranas que se encuentran en áreas donde los niveles de radiación eran altos. Eso sí, no parece que los niveles actuales de radiación tengan influencia alguna en dichas tonalidades.

Tanto Pablo como Germán aseguran que las ranas que se encuentran dentro de la conocida como Zona de Exclusión cuentan con una coloración dorsal más oscura. Su teoría es que esta tonalidad oscura les sirve como protección contra algunas fuentes de radiación. En resumen, el tono casi negro permite neutralizar radicales libres, aquellas moléculas que tienen un electrón desapareado en su orbital más externo, y reducir los daños en el ADN.

El artículo asegura que dicha pigmentación es capaz de absorber parte de la radiación ionizante, aunque aún es necesario realizar un estudio mucho más profundo para acabar de entender los mecanismos que han llevado a las ranas expuestas a la radiación de Chernóbil a tornarse más oscuras para proteger su organismo.

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