Localizadas dos fallas activas en La Palma que impulsaron la erupción del volcán
Un equipo de investigadores del Instituto Geológico
y Minero de España (IGME-CSIC) ha identificado por primera vez en Canarias dos
fallas tectónicas activas, en concreto en La Palma, que impulsaron la erupción
del volcán Tajogaite (2021).
El estudio, publicado en la revista Applied
Sciences, concluye que la última erupción en la dorsal de Cumbre Vieja y la
construcción del edificio volcánico estuvieron influidas por estas dos fallas
tectónicas que hoy por hoy siguen activas y cuya sismicidad continúa generando
grietas en algunas edificaciones.
Es más, relacionan estas fallas, que han denominado
Tazacorte y Mazo, con la erupción del volcán de San Juan (1949), también en la
dorsal de Cumbre Vieja.
Raúl Pérez, geólogo del IGME, explica a EFE que
existe una relación estructural entre ambas erupciones medida en campo con
diferentes técnicas de geología estructural. Pero es que, además, han
encontrado minerales centimétricos que probablemente formaron parte de la
cámara magmática del San Juan y que la erupción de 2021 arrancó y expulsó a la
superficie.
La ruta de
salida del magma
Sobre el papel que desempeñaron las fallas Tazacorte
y Mazo en la erupción del Tajogaite, este geólogo del IGME asegura que fue a
través de ellas por donde emergió el magma y por eso resultó "tan rápida":
apenas transcurrieron nueve días desde el momento en que se desequilibró la
cámara magmática hasta que salió al exterior.
Esas fallas fueron "el camino más
sencillo" que encontró el magma para ascender hasta la superficie
terrestre porque "ya existían y estaban abiertas", resume.
El estudio del IGME indica que las dos fallas
controlaron durante la erupción de 2021 la distribución espacial de los
hipocentros sísmicos y los respiraderos eruptivos efusivos.
La de Tazacorte permaneció activa durante los 85
días que duró la erupción y generó respiraderos paralelos a su recorrido, en
tanto que la de Mazo se activó a partir del 1 de octubre, con la aparición de
respiraderos eruptivos distales el 25 de noviembre.
Los investigadores del IGME han cartografiado
movimientos de fluencia posteriores a la erupción, lo que evidencia que la
actividad volcánica continúa más allá de la fase eruptiva.
Han recopilado más de 300 datos de fracturas en
viviendas y otras instalaciones asociadas con los respiraderos efusivos y la
fluencia sísmica posterior a la erupción.
Daños nueve
meses después de la erupción
Algunas casas resultaron dañadas nueve meses después
de la erupción aunque no sufrieron daños durante la misma, y habían sido objeto
de reparaciones de fracturas desde 1980, lo que evidencia que estas fallas han
estado activas todo este tiempo.
Eso se aprecia en las casas del barrio del
Corazoncillo, cerca del cementerio de Las Manchas, donde se han detectado
"grietas" muy grandes" y donde "el movimiento es
constante", apunta Raúl Pérez.
Los investigadores del IGME advierten de que ambas
fallas podrían actuar como fuentes sismogénicas y desencadenar terremotos
volcánicos con potenciales altas intensidades macrosísmicas y movimientos de
masa.
Raúl Pérez explica a EFE que, en general, en un
terremoto tectónico las intensidades están condicionadas por la profundidad y
el tamaño, mientras que los volcánicos, como son muy poco profundos, no
necesitan una magnitud alta para tener una intensidad destructiva. Señala que
eso ha sucedido en el volcán Etna, en Italia, donde terremotos de magnitudes 4
o "4 y pico" han dado lugar a intensidades de deformación 7-8, lo
cual es "una barbaridad".
Actualmente el IGME está monitorizando las fracturas
en infraestructuras con un fisurómetro de precisión. Los 15 puntos de medición
se han colocado preferentemente sobre láminas de hormigón afectadas por
fracturas en el exterior de las viviendas con el fin de prevenir al máximo los
efectos de dilatación y contracción de las mismas.
Los resultados obtenidos ofrecen velocidades máximas
de desplazamiento tanto en la falla de Tazacorte como en la de Mazo de 2,80
milímetros al año y velocidades mínimas de 0,24 milímetros/año.
No se ha detectado actividad sísmica reseñable, por
lo que estos movimientos deben estar asociados a fluencia sísmica, infieren los
investigadores del IGME, que en todo caso indican que este estudio se encuentra
en fase preliminar y requerirá un seguimiento a medio y largo plazo para
obtener resultados que den una idea de la evolución temporal de ambas fallas.
Raúl Pérez hace hincapié en que estas son las dos
primeras fallas tectónicas activas identificadas en Canarias.
Señala que en los estudios científicos sobre el
origen de Canarias y sobre el vulcanismo ha habido "cierta
controversia" sobre si se pueden acomodar fallas tectónicas en las islas
por el tipo de construcción geomorfológica del archipiélago.
Sin embargo, apunta Pérez, el IGME lleva tiempo
viendo, a partir de estudios de microfracturación, la presencia de marcadores
cinemáticos de deformación tectónica que "hablan de un campo de
deformación atlántico, regional, que afecta a todas las islas".
Esto significa que "hay algún tipo de presión
de fallas activas" y que, en este caso, gracias a Cumbre Vieja, han
detectado dos, "pero no quiere decir que no haya más".
Este hallazgo supone que hay una componente
tectónica que podría condicionar la distribución espacial de las islas y la
geometría de las mismas en profundidad, pero para llegar a ese punto habría que
estudiar fallas activas en todas las islas, indica el geólogo.
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