Peces de Florida giran en círculos hasta morir

En plena noche de noviembre de 2023, el submarinista Gregg Furstenwerth iluminó con su linterna a un pez que nadaba por una pradera marina en los Cayos de Florida (Estados Unidos).

Lo que vio le sorprendió: el angustiado sargo estaba girando y arremolinándose en círculos invertidos. Desconcertado, grabó el comportamiento con su cámara submarina.

Cuando sus amigos y otros buceadores le contaron más y más casos similares de peces girando, Furstenwerth empezó a documentar más incidentes, tanto desde su barco como desde muelles por la noche.

Al principio, los avistamientos se producían sobre todo a lo largo de una franja de agua de 56 kilómetros en la parte baja de los Cayos, un archipiélago tropical de islas al sur de Florida continental. Después aparecieron tres informes en Miami, según el grupo conservacionista Bonefish Tarpon and Trust, y más recientemente, un caso en la parte alta de los Cayos.

Hasta marzo de 2024, la población local y los científicos habían identificado estas extrañas acciones en al menos 44 especies, entre ellas el pez sierra de dientes pequeños, en peligro crítico de extinción. Muchos peces han aparecido muertos, aunque no existe un recuento oficial, según la Comisión para la Conservación de la Pesca y la Vida Silvestre de Florida.

Se desconoce que causa que los peces enfermen, lo que ha dado lugar a una investigación conjunta entre varias universidades, institutos y organismos estatales en una carrera por identificar al culpable.

"Todo el mundo quiere saber qué es, lo queremos saber ya", dice Alison Robertson, científica marina que estudia las floraciones de algas nocivas en la Escuela Stokes de Ciencias Marinas y Medioambientales de la Universidad del Sur de Alabama y en el Laboratorio Marino de Dauphin Island.

"Vamos a hacer todo lo posible por colaborar para tratar de identificarlo y poder aportar soluciones", afirma; "es muy extraño ver un evento tan prolongado que afecta a tantas especies diferentes".

Entre las posibles causas están las floraciones de algas nocivas, que pueden producir neurotoxinas que afectan al comportamiento de los peces; los contaminantes; factores ambientales como el bajo nivel de oxígeno o las altas temperaturas; las enfermedades; y los parásitos.

"Es difícil de procesar", dice Furstenwerth de los peces enfermos que ha visto; "pero debo seguir haciéndolo: no está en mi naturaleza renunciar a ello".

"Cuando en Florida hay peces en peligro de extinción, lo primero en lo que piensa la gente... es en una marea roja", dice Michael Parsons, ecologista marino que estudia la proliferación de algas en la Universidad de la Costa del Golfo de Florida.

Las mareas rojas se producen cuando algas microscópicas, un tipo de fitoplancton, florecen repentinamente en grandes cantidades a lo largo de una zona costera, liberando toxinas naturales en el agua que pueden dañar la vida silvestre e incluso a las personas.

Pero en este caso reciente, no fue así. No había indicios de marea roja en los Cayos, ni niveles bajos de oxígeno, temperaturas elevadas o parásitos en los peces muertos, según Kelly Richmond, de la Comisión de Pesca y Vida Silvestre

Robertson, Parsons y sus colegas están investigando la presencia de toxinas algales naturales en el agua oceánica, los sedimentos, las algas y diversos peces capturados en los Cayos.

Por ejemplo, las muestras de agua mostraron niveles superiores a los normales de un tipo de alga del género Gambierdiscus que habita en el fondo marino. Normalmente, un litro de agua de los Cayos contiene entre 30 y 40 células de Gambierdiscus; las muestras recientes de las zonas afectadas contenían cerca de 1000. Algunos peces recogidos contenían ciguatoxinas, que también proceden de Gambierdiscus; y otros llevaban ácido okadaico, producido por otro tipo de alga que habita en el fondo marino.

La ciguatera es más común en zonas de arrecifes que sufren estrés ambiental, y los Cayos se enfrentan a innumerables problemas, como el calentamiento de las aguas que provoca el blanqueamiento del coral, la contaminación del agua y el desarrollo costero.

Si las personas comen pescado con altos niveles de ciguatoxinas, pueden contraer ciguatera, un tipo de enfermedad que provoca vómitos, náuseas y síntomas neurológicos. En experimentos de laboratorio anteriores, los peces que ingirieron alimentos con ciguatoxinas mostraron déficits neurológicos como hiperactividad y espasmos.

 

A continuación, los científicos planean exponer a los peces de laboratorio al agua recogida en zonas de Big Pine Key, donde se han observado peces que giran. Si estos peces empiezan a girar en un plazo de seis a 12 horas, se analizará el agua en busca de toxinas. Los resultados se compararán con los de otro experimento en el que se expone a los peces a toxinas añadidas a agua de mar artificial a niveles similares a los encontrados en los Cayos.

Los experimentos "nos ayudarán a confirmar o descartar la contribución de estas algas y sus toxinas a los comportamientos de los peces observados en los Cayos", afirma Parsons.

Un equipo del Ocean First Institute, organización sin ánimo de lucro, también tiene previsto comparar muestras de sangre de tiburones tomadas antes de que se informara del fenómeno de los peces giratorios con las tomadas más recientemente. El objetivo es averiguar los efectos a largo plazo sobre la salud de las especies de tiburones que han mostrado este extraño comportamiento, así como investigar cómo se produce esta misteriosa afección en el organismo, explica Chris Malinowski, director de investigación y conservación del instituto.

"Las muertes de peces ocurren, por desgracia, en todas partes", añade Parson; "pero en este caso, no podemos explicarlo por las causas habituales. Eso es lo extraño de este suceso".

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