Unas pinturas rupestres salmantinas, ¿evidencia de un paleocontacto extraterrestre?

El Dr. Jiménez del Oso, pionero de la divulgación del misterio en la televisión española, introducía en uno de sus programas el fenómeno OVNI de la siguiente manera: «es un tema sobre el que volveremos una y otra vez, porque siempre queda algo por decir» y, como no podía ser otra de manera, razón no le faltaba.

Desde los albores de la humanidad, nuestros antepasados han dejado constancia de fenómenos extraños que acontecían en los cielos.

No hace falta viajar a lugares recónditos de nuestro planeta para buscar lo que muchos han interpretado como posibles rastros, huellas o representaciones de extraños dioses acompañados de artefactos no menos anómalos que los seres que los custodian.

En nuestra Piel de Toro se pueden encontrar de frente con esos seres de características físicas imposibles como, por ejemplo, los petroglifos.

No son dos, ni tres, los investigadores del fenómeno OVNI los que aseguran de que todos estos recuerdos que han permanecido imperturbables al paso del tiempo no son más que pruebas irrefutables de que, desde que el hombre es hombre, algo ocurre en los cielos.

Esta teoría ufológica, conocida como la teoría del Paleocontacto o de los Antiguos Astronautas (y la cual cabe recalcar que no tiene ningún tipo de base científica ni histórica) defiende que seres de procedencia extraterrestre han visitado la tierra de los albores de nuestra historia, siendo entonces responsables del origen y desarrollo de la cultura, la tecnología y las religiones; creyendo entonces que las deidades, especialmente las politeístas, son en realidad seres extraterrestres y que sus tecnologías fueron tomadas como evidencia de su condición divina.

En Salamanca se encuentran unas de esas pinturas extrañas que, dadas sus insólitas características, muchos achacan a la representación de un posible contacto extraterrestre.

Este conjunto pictórico rupestre, ubicado en las Batuecas, representa a un grupúsculo de cabras que, tal y como ha sido interpretado por los expertos en las materia, están pastando.

Sin embargo, el misterio reside en las figuras humanoides que rodean al rebaño caprino.

Aparentemente, estas pinturas representan una habitual escena de caza sin embargo, si se detiene a observar la imagen, dentro de las figuras humanoides se puede dilucidar que varios de ellos poseen extremidades sorrendentemente más largas que sus semejantes.

Lo cierto es que bien podría ser interpretado como una forma de representar a los gerifaltes de la tribu representada pero, aún hay más.

En las inmediacones del rebaño caprino y la horda de cazadores se aprecian dos objetos de forma ovoide que, tal y como se ha interpretado, emiten lo que se suponen como franjas de luz.

La interpretación de estas pinturas es, hasta cierto punto, libre y, sea como fuere, nuestros antepasados dejaron plasmado su modo de vida o, en su defecto, las visitas de posibles seres procedentes de más allá de nuestra atmósfera.

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