"Teoría del bosque oscuro": ¿por qué no encontramos vida extraterrestre?
La serie de ciencia ficción "El problema de los 3 cuerpos" de Netflix, basada en la novela de Liu Cixin, explora la "teoría del bosque oscuro", una hipótesis sobre el silencio extraterrestre.
En la reciente producción de ciencia ficción de
Netflix, "El problema de los 3 cuerpos", inspirada en la obra del
autor chino Liu Cixin, se destaca entre sus temas principales la "teoría
del bosque oscuro".
¿Ha oído hablar alguna vez de la paradoja de Fermi?
Si aún no, aquí un resumen: imagine nuestra galaxia, la Vía Láctea, con sus
200.000 millones de estrellas y unos 100.000 millones de planetas. Si aceptamos
que una pequeña fracción de esos planetas alberga vida, y una fracción aún más
pequeña desarrolla inteligencia, deberíamos estar nadando en un mar de
civilizaciones extraterrestres, algunas incluso más avanzadas que la nuestra.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿por qué no hemos sabido nada de ellos?
Esta pregunta intrigante motivó a Enrico Fermi, un
renombrado físico, a formular en la década de 1950 lo que actualmente se
denomina la "paradoja de Fermi". Este dilema continúa siendo clave en
la exploración de vida extraterrestre, tanto en el ámbito del Programa de
Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI) como en las iniciativas para
transmitir mensajes al espacio exterior (METI).
La popularidad de este debate se ha visto
recientemente impulsada por la serie de Netflix 3 Body Problem (El problema de
los 3 cuerpos), basada en la novela homónima, donde se narra la historia de Ye
Wenjie, quien, al trabajar en un radioobservatorio, recibe un mensaje de una
civilización alienígena advirtiéndole de los peligros de responder.
"3 Body Problem": una fatídica decisión
tomada en la China de los años 60 repercute en el presente, donde un grupo de
científicos se asocia con un detective para hacer frente a una amenaza
planetaria existencial."3 Body Problem": una fatídica decisión tomada
en la China de los años 60 repercute en el presente, donde un grupo de
científicos se asocia con un detective para hacer frente a una amenaza
planetaria existencial.
Diversas
explicaciones a la ausencia de contacto extraterrestre
En la vida real, las teorías sobre por qué aún no
hemos contactado con extraterrestres van desde el optimismo hasta el puro
terror. Entre ellas, el "gran filtro", que sugiere que civilizaciones
anteriores podrían haberse autoaniquilado antes de poder contactarnos; la
desinteresada indiferencia alienígena hacia nosotros, por considerarnos
tecnológicamente primitivos; o la más sombría "hipótesis del
zoológico", donde se propone que somos observados desde la distancia, como
animales en un zoológico cósmico, sin ser molestados.
Por su parte, la "Teoría del bosque
oscuro", derivada de la novela de Liu Cixin El bosque oscuro, ofrece una
visión aún más sombría: sugiere que las civilizaciones pueden optar por
eliminar otras formas de vida antes de que puedan suponer una amenaza. Esta
teoría refleja una perspectiva en la que la vida busca perpetuarse y, a falta
de certeza sobre las intenciones de los demás, la aniquilación preventiva
parece la opción más segura.
Bajo esta lógica, el contacto con otras
civilizaciones se convierte en un juego de suma cero, donde la revelación de
nuestra ubicación podría resultar en nuestra inmediata extinción. Este temor
mutuo obliga a las civilizaciones a sumirse en un silencio estratégico,
escondiéndose unas de otras en un vasto y oscuro bosque cósmico.
Liu ilustra esta premisa en su libro: "El
universo es un bosque oscuro. Cada civilización es un cazador armado... Si
encuentra otra vida... solo puede hacer una cosa: abrir fuego y
eliminarlos". Este pasaje refleja un escenario donde el mero encuentro con
otra forma de vida justifica una respuesta letal, retratando el cosmos como un
lugar de desconfianza perpetua y hostilidad latente.
Tony Milligan, investigador de Filosofía de la Ética
en el King's College de Londres, analiza esta teoría en The Conversation, donde
amplía esta idea señalando cómo los diferentes ritmos de progreso tecnológico
impiden cualquier forma de equilibrio de poder duradero, dejando a las
civilizaciones más avanzadas con la capacidad –y quizá la inclinación– de
exterminar a las demás. En palabras de Milligan, según esta teoría, estaríamos
atrapados en un juego ancestral de ocultación y supervivencia, en el que la revelación
equivale a la extinción.
¿Podría esta
teoría solucionar la paradoja de Fermi?
Esta pregunta sigue sin respuesta. Y no es de
extrañar, después de todo, no tenemos ninguna pista que pueda ayudarnos a
resolver este misterio. Curiosamente, nuestra total ignorancia al respecto solo
sirve para que las especulaciones en torno a esta paradoja resulten aún más
fascinantes, capturando nuestra imaginación tanto en el ámbito de la ciencia
como en el de la ficción. Al fin y al cabo, como señaló Carl Sagan a los
futuros viajeros a Marte, la ciencia y la ciencia ficción han avanzado juntas,
complementándose mutuamente, sirviendo a menudo la ficción de catalizador para
el progreso científico. Sin embargo, el no saber no nos impide formular
hipótesis que puedan acercarnos a una comprensión más profunda.
Tony Milligan, un filósofo del King's College de
Londres, nos invita a considerar la evolución darwiniana como una posible
solución a esta paradoja. Tony Milligan, un filósofo del King's College de Londres,
nos invita a considerar la evolución darwiniana como una posible solución a
esta paradoja.
Evolución
darwiniana en el universo
En ese sentido, Milligan ofrece una visión distinta
de la propuesta en el libro de Liu, argumentando que la teoría, aunque
fascinante, choca con los principios de la evolución darwiniana aplicados a
escala cósmica. Contrariamente a la visión del "bosque oscuro", la
Tierra demuestra que la vida puede florecer en un ecosistema interdependiente y
en coevolución. Esta observación sugiere que la cooperación, y no solo la
competencia, puede ser una fuerza igualmente fundamental en el universo.
Este enfoque ofrece una alternativa menos pesimista,
imaginando un cosmos donde las relaciones intergalácticas podrían estar
marcadas no solo por el temor, sino también por la posibilidad de conexión,
incluso frente a grandes riesgos.
Sin embargo, nuestra certeza sobre estas cuestiones
es nula. Y dado que llevamos casi un siglo enviando señales de nuestra
existencia al espacio, es plausible que cualquier civilización extraterrestre a
menos de cien años luz ya esté captando este aluvión de transmisiones. Por
tanto, si hubiera razones válidas para mantenernos ocultos a posibles
visitantes cósmicos, como advirtió Stephen Hawking o el reputado físico Michio
Kaku, entonces podríamos tener un problema.
Comentarios
Publicar un comentario