Descubren uvas fósiles de 60 millones de años, justo tras la desaparición de los dinosaurios
El fin de los dinosaurios hace 66 millones de años
propició la expansión de plantas como la vid, según revelan uvas fósiles de 60
a 19 millones de años recuperadas en Colombia, Panamá y Perú. Una de las
especies incluidas en los hallazgos representa el ejemplo más antiguo conocido
de plantas de la familia de las uvas en el hemisferio occidental, según la
investigación, publicada en Nature Plants.
"Estas son las uvas más antiguas que se han
encontrado en esta parte del mundo, y son unos millones de años más jóvenes que
las más antiguas que se han encontrado en el otro lado del planeta", dice
en un comunicado Fabiany Herrera. La experta es curadora adjunta de
paleobotánica en el Centro de Investigación Integrativa Negaunee del Museo
Field de Chicago y autora principal del artículo. "Este descubrimiento es
importante porque muestra que después de la extinción de los dinosaurios, las
uvas realmente comenzaron a extenderse por todo el mundo".
Es raro que los tejidos blandos como las frutas se
conserven como fósiles, por lo que la comprensión de los científicos sobre las
frutas antiguas a menudo proviene de las semillas, que tienen más
probabilidades de fosilizarse. Los fósiles de semillas de uva más antiguos
conocidos se encontraron en La India y tienen 66 millones de años.
No es una coincidencia que las uvas aparecieran en
el registro fósil hace 66 millones de años, aproximadamente cuando un enorme
asteroide impactó La Tierra, lo que desencadenó una extinción masiva que alteró
el curso de la vida en el planeta. "Siempre pensamos en los animales, los
dinosaurios, porque fueron los más afectados, pero el evento de extinción
también tuvo un gran impacto en las plantas", dice Herrera. "El
bosque se restableció, de una manera que cambió la composición de las
plantas".
Herrera y sus compañeros plantean la hipótesis de
que la desaparición de los dinosaurios podría haber ayudado a alterar los
bosques. "Se sabe que los animales grandes, como los dinosaurios, alteran
sus ecosistemas circundantes". "Pensamos que si había grandes
dinosaurios vagando por el bosque, probablemente estaban derribando árboles,
manteniendo efectivamente los bosques más abiertos de lo que son hoy",
dice Mónica Carvalho, coautora del artículo y curadora adjunta del Museo de
Paleontología de la Universidad de Michigan.
Sin grandes dinosaurios para podarlos, algunos
bosques tropicales, incluidos los de América del Sur, se volvieron más
poblados, con capas de árboles formando un sotobosque y un dosel. Estos bosques
nuevos y densos brindaron una oportunidad. "En el registro fósil,
comenzamos a ver más plantas que usan enredaderas para trepar a los árboles,
como las uvas, en esta época", dice Herrera. La diversificación de aves y
mamíferos en los años posteriores a la extinción masiva también puede haber
ayudado a las uvas al esparcir sus semillas.
En 2013, el asesor de doctorado de Herrera y autor
principal del nuevo artículo, Steven Manchester, publicó un artículo que
describe el fósil de semilla de uva más antiguo conocido, de la India. Aunque
nunca se habían encontrado uvas fósiles en América del Sur, Herrera sospechaba
que también podrían estar allí. "Las uvas tienen un extenso registro fósil
que comienza hace unos 50 millones de años, así que quería descubrir una en
América del Sur, pero era como buscar una aguja en un pajar", añade
Herrera. "He estado buscando la uva más antigua del hemisferio occidental
desde que era estudiante universitario".
Pero en 2022, Herrera y su coautora Mónica Carvalho
estaban realizando un trabajo de campo en los Andes colombianos cuando
identificaron un fósil de uva en una roca de 60 millones de años, lo que lo
convierte no solo en el primer fósil de uva sudamericano, sino también en uno
de los fósiles de uva más antiguos del mundo. La semilla fósil es diminuta,
pero Herrera y Carvalho pudieron identificarla basándose en su forma
particular, tamaño y otras características morfológicas. De regreso al
laboratorio, realizaron tomografías computarizadas que mostraban su estructura
interna, lo que confirmó su identidad.
El equipo bautizó el fósil Lithouva susmanii,
"uva de hueso de Susman", en honor a Arthur T. Susman, un partidario
de la paleobotánica sudamericana en el Museo Field. "Esta nueva especie
también es importante porque respalda el origen sudamericano del grupo en el
que evolucionó la vid común Vitis", dice el coautor Gregory Stull del Museo
Nacional de Historia Natural.
El equipo realizó más trabajo de campo en América
del Sur y Central, y en el artículo de Nature Plants, Herrera y sus coautores
finalmente describieron nueve nuevas especies de uvas fósiles de Colombia,
Panamá y Perú, que abarcan desde 60 hasta 19 millones de años. Estas semillas
fosilizadas no solo cuentan la historia de la propagación de las uvas por el
hemisferio occidental, sino también de las muchas extinciones y dispersiones
que ha experimentado la familia de las uvas. Los fósiles son sólo parientes
lejanos de las uvas nativas del hemisferio occidental y unos pocos, como las
dos especies de Leea, sólo se encuentran en el hemisferio oriental en la
actualidad.
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