¿Es ético desextinguir especies?
El debate científico y moral sobre traer animales extintos de vuelta a la vida
Proyectos como el del
mamut lanudo reabren un intenso debate sobre los límites éticos de la ciencia y
el verdadero propósito de revivir especies desaparecidas
En las últimas
semanas, el mundo ha sido testigo de titulares que parecen sacados de una
novela de ciencia ficción. La empresa norteamericana Colossal Biosciences
ha anunciado avances en sus ambiciosos proyectos de desextinción de
especies como el mamut lanudo, el dodo, el tilacino, o
incluso el lobo gigante. El proceso, basado en sofisticadas técnicas de clonación
y edición genética, promete devolver a la vida animales extinguidos hace
siglos o milenios. Sin embargo, más allá del asombro que estas noticias
generan, surge una cuestión esencial: ¿es ético hacerlo?
La ciencia del pasado
revivido
Aunque la tecnología
detrás de estos proyectos es impresionante, lo cierto es que todavía no se
ha logrado una desextinción real, sino la introducción de variantes
genéticas específicas en especies actuales para hacerlas similares a las
desaparecidas. Se necesita un genoma completo, extraído de restos relativamente
recientes, para poder recrear una especie desaparecida. Esto hace posible
considerar especies como el mamut (extinto hace unos 4.000 años), pero impide
planteamientos como los dinosaurios, de los que no se conserva ADN alguno.
¿Para qué revivir una
especie?
Desde un punto de
vista ético, la pregunta no es cómo, sino por qué. ¿Qué sentido tiene
devolver a la vida al mamut lanudo? ¿Se trata solo de demostrar la capacidad
técnica de la humanidad? ¿O hay verdaderas razones científicas o ecológicas?
Algunas justificaciones incluyen el desarrollo de tecnologías aplicables a la
conservación de especies actuales en peligro de extinción o incluso la
contribución a la lucha contra el cambio climático, como sugieren los
defensores del proyecto del mamut, quienes argumentan que su presencia en la
tundra podría ayudar a preservar el permafrost. No obstante, estas hipótesis
aún no han sido demostradas con evidencia firme.
Consecuencias
ecológicas y bienestar animal
Otra dimensión ética
es la del bienestar de los propios animales desextinguidos. Estos organismos
vivirían en un mundo completamente distinto al que sus especies evolucionaron
para habitar. ¿Cómo se adaptarían? ¿Qué tipo de vida tendrían? ¿Serían
exhibidos como rarezas en zoológicos o laboratorios? La situación plantea profundas
dudas sobre el sufrimiento animal y la responsabilidad humana.
Tampoco se puede
obviar el posible impacto ecológico. La introducción de especies
extintas en ecosistemas actuales podría alterar gravemente los equilibrios
naturales. La historia está llena de ejemplos de especies invasoras
introducidas por el ser humano con consecuencias devastadoras: sapos de caña en
Australia, cotorras en ciudades, cangrejos americanos en ríos europeos…
Reintroducir animales sin una evaluación ecológica rigurosa podría ser una
nueva forma de irresponsabilidad ambiental.
Un dilema urgente
La fascinación por
lograr lo imposible no puede cegarnos ante la necesidad de reflexionar
profundamente sobre nuestras decisiones científicas. ¿Tiene más sentido
revivir a un animal extinto que trabajar activamente por salvar a las
especies que hoy están desapareciendo? ¿Estamos invirtiendo nuestros
recursos, capacidades y ética en el lugar correcto?
El debate sobre la
desextinción está servido. Y urge participar en él. Porque quizá, como irónicamente
señala el autor del artículo, la próxima noticia no sea el regreso del
mamut, sino que una manada real nos pase por encima.
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