Hallan el registro humano más antiguo de Sudamérica
El descubrimiento
de marcas de cortes en fósiles de un gliptodonte en Argentina proporciona
evidencia de que los humanos habrían llegado a Sudamérica mucho antes de lo que
se pensaba. Se trata de un género extinto de grandes mamíferos acorazados
emparentado con los armadillos actuales.
Representación en
3D del probable evento de carnicería según una reconstrucción paleoartística. /
Damian Voglino, Museo de Ciencias Naturales A. Scasso (Colegio Don Bosco), San
Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires
Hace 21 mil años,
en lo que hoy es Argentina, un gliptodonte se estancó en un pantano y
eventualmente falleció. El evento podría haber sido una escena trágica más de
las tantas que ha habido a lo largo de la historia de la vida en la Tierra;
salvo por un detalle: los huesos de este mamífero acorazado, pariente gigante
de los actuales armadillos, guardaron un secreto.
En 2016,
científicos locales encontraron sus restos. Los recuperaron en uno de los
márgenes del río Reconquista, en la localidad de Merlo, al norte de la región
de Pampeana. Y al limpiarlos y examinarlos, se llevaron una gran sorpresa:
detectaron 32 marcas de cortes que no parecían haber sido causadas por animales
carnívoros o roedores.
Los científicos
locales que encontraron los restos de gliptodonte detectaron 32 marcas de
cortes que no parecían haber sido causadas por animales carnívoros o roedores
“Creemos que fue el trabajo de más de una
persona", revela a SINC el antropólogo argentino Mariano Del Papa,
investigador en la Universidad Nacional de La Plata que publica junto a su
equipo los resultados en la revista científica PLOS One. “Es la evidencia más
antigua de habitantes de esta región. Probablemente fueron exploradores,
poblaciones pequeñas que recorrieron la zona antes de su asentamiento
definitivo. Quizás estas personas vieron al animal en problemas y aprovecharon
la situación para descuartizarlo y aprovechar su carne”.
A los
investigadores les tomó ocho años de arduo trabajo para llegar a estas
conclusiones. Sabían que sus hipótesis desafiaban los modelos predominantes que
afirman que los primeros seres humanos habrían ingresado al continente
americano hace entre unos 13 y 16 mil años, tras haber cruzado el Estrecho de
Bering, que por entonces conectaba Siberia con Norteamérica a través de un puente
de tierra hoy sumergido.
“Estos hallazgos
narran una historia completamente distinta”, cuenta el paleoantropólogo
colombiano Miguel Delgado, de la Universidad Nacional de La Plata. “Nos
permiten ver que el poblamiento inicial fue mucho más temprano. Nuestro trabajo
aporta un granito de arena a esta apasionante discusión sobre el primer ingreso
de humanos a América, en especial a Sudamérica y específicamente al Cono Sur.
Implica revisar los modelos existentes para la región”.
La fecha de la
primera entrada de los humanos y posterior dispersión en el continente
americano ha estado en disputa desde el siglo XIX. Es uno de los mayores y más
persistentes misterios. El acalorado debate divide a los científicos. Unos
apoyan la teoría del poblamiento tardío, que considera que el ingreso fue hace
unos 13 mil o 16 mil años.
Se la conoce
también como teoría clásica sobre el poblamiento de América o modelo Clovis,
que recibe su nombre por la cultura que habitó en el norte de México,
considerada a mediados del siglo XX la más antigua del continente y conocida
por utilizar una técnica muy cuidadosa de tallado de piedras para cazar
mastodontes, mamuts y demás fauna gigante que existía en la Edad de Hielo,
hace, justamente, 13 mil años.
Hoy son cada vez
más los expertos que se orientan por la teoría del poblamiento temprano, que
asegura que las primeras oleadas migratorias en América habrían tenido lugar
hace unos 30 mil o 25 mil años
Sin embargo, hoy
son cada vez más los arqueólogos y paleoantropólogos que se orientan por la
teoría del poblamiento temprano, que asegura que las primeras oleadas
migratorias en América habrían tenido lugar mucho antes, hace unos 30 mil o 25
mil años. Los modelos difieren en las rutas que pudieron haber tomado estas
poblaciones pioneras: o bien bordearon la costa del Pacífico o atravesaron los
glaciares de Norteamérica, para después esparcirse por Sudamérica.
A pesar de la
oposición de los sectores más tradicionales, los hallazgos de evidencias sobre
la presencia humana anterior a los Clovis se acumulan: huellas humanas
fosilizadas en el Parque Nacional White Sands en Nuevo México que datan de hace
más de 20 mil años; artefactos líticos de hace 24 mil años descubiertas en una
cueva en el noreste de Brasil; y 1900 puntas de piedra -posibles herramientas
utilizadas para cortar, picar, raspar o como armas- de hace entre 18 mil y 26
mil años, encontradas en una cueva en México.
Ahora se suman
las 32 marcas en el esqueleto incompleto de este gliptodonte perteneciente al
género Neoesclerocalyptus que permiten visualizar un nuevo escenario: los
humanos habrían ingresado al continente mucho antes de lo que se pensaba.
Tras analizar los
fósiles, los científicos en el país sudamericano primero determinaron la
naturaleza de estos cortes realizados en partes de la pelvis, la cola y la
armadura corporal de un animal que medía 1,40 metros de largo, unos 80 cm de
alto y pesaba aproximadamente 300 kg. “Demostramos por medio de análisis
morfométricos que las marcas no fueron hechas por el pisoteo de otros animales,
ni por roedores o por el la acción carroñera de especies carnívoras”, indica Delgado.
Los cortes, más
bien, muestran un patrón de distribución particular, como los observados
típicamente en los huesos de animales consumidos por cazadores-recolectores en
la antigüedad. “Las modificaciones en los huesos que encontramos solamente
pudieron haber sido realizadas por acción humana y en un hueso fresco”, agrega
Del Papa, cuya investigación contó con el apoyo de la Fundación Azara. “Las
marcas fueron hechas con instrumentos líticos. Observamos un patrón de corte,
marcas secuenciales”.
Las modificaciones
en los huesos que encontramos solamente pudieron haber sido realizadas por
acción humana y en un hueso fresco. Las marcas fueron hechas con instrumentos
líticos
Para determinar
la edad de los fósiles, el equipo envió muestras a Francia. “Las fechamos por
carbono 14”, señala el biólogo argentino Nicolás Rascovan, director de la
Unidad de Paleogenómica microbiana del Instituto Pasteur de París. “Lo que se
hace es extraer la proteína del colágeno de los huesos y se estima la cantidad
de isótopos de carbono 14 que hay. Con eso pudimos estimar la fecha de las
muestras. En este caso, como se había conservado algo de colágeno, dio que
tenía entre 21090 y 20811 años. Los resultados fueron verdaderamente
sorprendentes”.
Así, el proyecto
tomó otra dimensión y cobró mayor importancia. Ya no se trataba únicamente de
la evidencia de una antigua interacción entre los humanos y la megafauna local
en América del Sur (se estima que estos megamamíferos se extinguieron hace 10
mil años). “Es un trabajo que cambia la perspectiva de lo que se piensa sobre
el poblamiento americano, en especial en el cono sur”, asegura Rascovan.
“Empuja la fecha bastante más atrás de los 16 mil años que estaban en
discusión. Invita a pensar quiénes podrían haber sido esas poblaciones
humanas”.
Los restos del
gliptodonte fueron encontrados en uno de los márgenes del río Reconquista
Durante aquella
época, conocida como ‘último máximo glacial’ del Pleistoceno, las condiciones
de la región Pampeana eran distintas a las actuales. “Se parecía al desierto
patagónico”, explica el paleontólogo Martín De los Reyes, de la División
Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata. “El clima era frío y seco.
Además, era un ambiente peligroso. Había tigres con dientes de sable, osos de
cinco metros de alto, megaterios”.
Las amenazas
acechaban en todos lados. Los científicos suponen que aquellas personas que se
abalanzaron sobre el gliptodonte para alimentarse con la carne de su cola en
una especie de antiguo banquete debieron haber trabajado rápido. “El fuerte
olor del cadáver podía haber atraído a otros depredadores”, sugiere Del Papa,
quien confiesa que quedó atónito al enterarse de los resultados de la datación
por radiocarbono: “No nos imaginamos al principio que era tan antiguo”.
Estos
investigadores esperan que sus conclusiones sean cuestionadas y puestas en duda
por ciertos científicos, como suele ocurrir con las evidencias que ponen en
tela de juicio las ideas tradicionales
Para fortalecer la
hipótesis, este fechado fue apoyado por estudios geocrénológicos y
estratigráficos, es decir, la ubicación de los fósiles. “Cuanto más profundo se
encuentren, más antiguos son”, indica el especialista. Y también por una
segunda datación, esta vez en pequeños moluscos bivalvos procedentes del nivel
por debajo del hallazgo. “En breve, vamos a mandar a China el material”, añade
Del Papa. “Cuantos más fechados hagamos, más certeza vamos a tener”.
La necesitarán.
Estos investigadores esperan que sus conclusiones sean cuestionadas y puestas
en duda por ciertos científicos, como suele ocurrir con las evidencias que
ponen en tela de juicio las ideas tradicionales. Aun así, esto los alienta a
ampliar la excavación -pese a la dureza de los sedimentos-, a salir a buscar
más evidencias de la presencia de estas poblaciones de las que no saben casi
nada.
“Los humanos
modernos salimos de África hace más de 60 mil años y nos empezamos a expandir
por todo el globo siguiendo diferentes tipos de rutas”, concluye Delgado. “El
último continente poblado por el Homo sapiens fue el continente americano.
Comprender bien cuándo y cómo fue es de crucial importancia para completar el
estudio de la migración y evolución humana. Y también es esencial para que los
pueblos originarios, que habitan estas tierras hace milenios, al fin sepan
cuándo y de qué modo arribaron sus antepasados”.
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