La Cueva de Atlanterra revela uno de los mayores archivos de arte prehistórico de Europa
Un estudio de la UNED confirma que este abrigo rocoso de Tarifa alberga una de las secuencias de arte rupestre más antiguas, extensas y completas del sur de la península ibérica, con casi 900 motivos que recorren decenas de miles de años de expresión simbólica.
La Cueva de Atlanterra, un pequeño abrigo rocoso
situado en el término municipal de Tarifa (Cádiz), ha pasado de ser un enclave
prácticamente desconocido a convertirse en una referencia clave del arte
prehistórico europeo. Una investigación reciente ha confirmado que el
yacimiento conserva una de las secuencias artísticas rupestres más largas y
complejas documentadas en el extremo sur de la península ibérica, con
manifestaciones que abarcan desde el Paleolítico medio y superior hasta etapas
postpaleolíticas plenamente desarrolladas.
El estudio, publicado en la revista científica Rock Art Research, ha
sido liderado por investigadores de la Universidad Nacional de Educación a
Distancia (UNED) y se enmarca en la tesis doctoral del arqueólogo Hugo de Lara López,
dirigida por los profesores Martí Mas Cornellà y Mònica Solís Delgado. El
trabajo se ha basado en un exhaustivo proceso de documentación digital,
análisis estilístico y revisión comparativa que ha permitido registrar con
precisión 896 motivos rupestres distribuidos en 16 paneles, una cifra
excepcional para un abrigo de estas dimensiones.
Un archivo visual de
miles de años
El repertorio artístico documentado en la Cueva de Atlanterra destaca por
su enorme diversidad. La mayor parte de las representaciones corresponde a signos
abstractos, como puntos, barras, líneas, trazos meandriformes y
composiciones geométricas complejas. Junto a ellos aparecen figuras
antropomorfas, zoomorfas y algunos motivos interpretados como posibles
representaciones vegetales.
La combinación de estilos, técnicas y superposiciones indica que la cueva
no fue utilizada de forma puntual, sino que actuó como un espacio simbólico
reutilizado durante generaciones, donde distintas comunidades fueron
dejando su huella gráfica a lo largo del tiempo. Los investigadores interpretan
este conjunto como un fenómeno visual acumulativo, fruto de una intensa
actividad comunitaria prolongada durante milenios.
Tres grandes fases
artísticas
El análisis ha permitido identificar tres grandes fases cronológicas
en la secuencia rupestre. La primera se sitúa en una etapa paleolítica temprana
y reúne motivos atribuibles al Solutrense y al Magdaleniense. Entre ellos
destacan una cabeza de caballo y otra de ciervo, que presentan claras
afinidades con otros grandes santuarios rupestres del sur peninsular.
La segunda fase, más breve y localizada en los inicios del Holoceno,
refleja un momento de transición. En ella aparecen representaciones más
simplificadas, como un cuadrúpedo de trazo suave y un posible motivo vegetal,
que anticipan cambios en las formas de expresión simbólica.
La tercera fase corresponde a un periodo postpaleolítico bien desarrollado
y se caracteriza por un auténtico estallido de arte esquemático.
Antropomorfos estilizados y signos complejos se superponen a las figuras más
antiguas, generando un palimpsesto visual que documenta la evolución de las
creencias y lenguajes gráficos de las comunidades humanas que frecuentaron la
cueva.
El Estrecho como
corredor simbólico
Más allá de la riqueza interna del conjunto, el estudio ha identificado claras
afinidades estilísticas con otros enclaves rupestres de la península ibérica y
del norte de África. Este dato refuerza la hipótesis de que el Estrecho de
Gibraltar funcionó desde tiempos remotos como un corredor de intercambio
cultural y simbólico, y no como una barrera infranqueable.
Las similitudes en motivos, técnicas y composiciones sugieren la existencia
de redes de comunicación y transmisión de tradiciones gráficas entre
comunidades situadas a ambos lados del Mediterráneo occidental, aportando una
nueva dimensión al estudio de la prehistoria europea y africana.
Un referente para la
prehistoria europea
En conjunto, los resultados de la investigación redefinen la importancia de
la Cueva de Atlanterra, que pasa a considerarse un referente esencial para
comprender los procesos culturales, sociales y simbólicos de la prehistoria en
el sur de Europa. Su excepcional secuencia artística permite seguir la
evolución del pensamiento visual humano durante decenas de miles de años en un
mismo espacio.
Además de ampliar el mapa del arte rupestre en España, el estudio ofrece
claves fundamentales para interpretar cómo las comunidades prehistóricas del
extremo sur del continente expresaron su relación con el entorno, el grupo y lo
trascendente, consolidando a Atlanterra como uno de los grandes archivos
gráficos de la humanidad.








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