Las ranas no han cambiado desde hace 45 millones de años

Un estudio con participación de la University College Cork revela que las ranas apenas han necesitado cambiar su biología en 45 millones de años, conservando funciones clave gracias a su éxito evolutivo.

Un nuevo estudio internacional dirigido por paleontólogos de la University College Cork (Irlanda) destaca el extraordinario éxito evolutivo de las ranas, que han logrado mantener prácticamente intacta su ecología durante los últimos 45 millones de años. La investigación, publicada en la revista científica iScience, se ha basado en el análisis de fósiles hallados en el yacimiento alemán de Geiseltal, uno de los más importantes del centro de Europa.

El equipo liderado por Daniel Falk examinó fósiles excepcionalmente conservados que mantienen restos de piel y melanosomas, diminutas estructuras celulares encargadas de sintetizar y almacenar melanina, el pigmento que determina el color de la piel, los ojos y otros tejidos. Los investigadores comprobaron que, al igual que en las ranas actuales, estos melanosomas se distribuyen en distintas zonas del cuerpo, incluidos ojos, piel y órganos internos.

Aunque se observaron diferencias en la forma de estas estructuras entre ranas fósiles y modernas en algunos tejidos blandos, los melanosomas oculares y los de los órganos internos permanecen prácticamente iguales tras millones de años, lo que sugiere que sus funciones no han cambiado. Según explica la investigadora Valentina Rossi, especializada en melanosomas fósiles, la morfología de estas estructuras podría estar directamente relacionada con funciones como la fotoprotección y la regulación interna del organismo.

Falk apunta que esta estabilidad a lo largo del tiempo refleja un claro éxito evolutivo:
“Como la forma de los melanosomas oculares no cambió en millones de años, podemos asumir que su función sigue siendo la misma. No hubo necesidad de ningún cambio evolutivo. Las ranas conservaron su estilo de vida durante al menos 45 millones de años, incluyendo la capacidad de ver al amanecer y por la noche para cazar y reproducirse”.

Se trata además de la primera vez que un estudio combina grandes bases de datos de melanosomas fósiles y modernos de un mismo grupo animal, gracias al uso de microscopía electrónica avanzada y análisis de rayos X de sincrotrón, técnicas inexistentes cuando estos fósiles fueron descubiertos hace más de un siglo.

Para la paleontóloga Maria McNamara, este trabajo demuestra el enorme potencial de la melanina como herramienta científica:
“Los estudios que integran datos de especies fósiles y actuales nos permiten comprender mejor la evolución. Estamos empezando a descubrir todo el valor que tiene la melanina como señal evolutiva”.

El estudio refuerza la idea de que, cuando una especie encuentra una fórmula funcional eficaz para sobrevivir, la evolución no siempre implica cambio, sino también estabilidad.

 

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