Unas huellas fósiles en Colorado podrían pertenecer a un dinosaurio que caminaba cojeando
Un rastro de 130 huellas preservadas durante 150 millones de años en Ouray (Colorado) muestra irregularidades que podrían indicar que el dinosaurio que las dejó tenía cojera, según investigadores de la Universidad de Queensland.
Un equipo de
paleontólogos de la Universidad de Queensland
(Australia) ha analizado un conjunto excepcional de huellas de
dinosaurio descubiertas en un antiguo sendero cerca de Ouray,
en Colorado, que podrían pertenecer a un dinosaurio saurópodo
que caminaba con cierta cojera hace unos 150 millones
de años. El hallazgo fue dado a conocer en un comunicado de la
universidad.
El rastro
fósil, de más de 310 pies (unos 95 metros) de longitud, está
compuesto por cerca de 130 huellas,
lo que lo convierte en una de las secuencias de pasos más largas y mejor
conservadas conocidas. El dinosaurio que las dejó pertenecería al grupo de los saurópodos, grandes herbívoros de cuatro patas y
cuello largo.
Según explicó
el paleontólogo de la Universidad de Queensland Anthony
Romilio, este tipo de recorridos circulares o con giros son
extremadamente raros en el registro fósil:
“Rastros largos y circulares como el de Colorado son muy poco comunes. De hecho,
solo conocemos dos en el mundo: este y otro en China, que fue destruido por un
desprendimiento de rocas”, señaló.
Los
investigadores han detectado diferencias medibles entre los pasos de un lado y
del otro, lo que sugiere una posible irregularidad
en la marcha, compatible con una cojera. Sin embargo, Romilio
advierte que, aunque existe una diferencia estadísticamente significativa, no
se puede afirmar con certeza si se debió a una lesión o simplemente a una
preferencia de movimiento.
Entre las
especies que pudieron dejar estas huellas destacan Camarasaurus
y Diplodocus, dos saurópodos habituales en la región
durante el Jurásico. Las características de las huellas —más profundas en manos
o pies según el reparto de peso— ayudarán a continuar refinando la
identificación.
Las huellas
habían sido conocidas por residentes locales desde la década de 1950 y solo en
los últimos años entraron en el ámbito científico. Gracias a técnicas digitales
modernas de mapeo y análisis, los paleontólogos han podido estudiar el rastro
con mayor precisión y detalle.
El hallazgo se suma a una serie de descubrimientos destacados
relacionados con dinosaurios en los últimos años y aporta información inédita sobre la locomoción y comportamiento
de estos grandes animales, ofreciendo pistas que los huesos por sí solos no
pueden proporcionar.










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