Un colapso de la capa de ozono provocó una de las grandes extinciones de masas hace 360 millones de años


Los niveles de radiación ultravioleta (UV) arrasaron con la vida terrestre y marina
Hace 360 millones de años un calentamiento global repentino provocó un breve colapso de la capa de ozono que llevó a una de las grandes extinciones de masas de la historia de nuestro planeta.
Las extinciones de masas son un fenómeno conocido, pero es la primera vez que se atribuye una de ellas a una disminución de la capa de ozono.

Los niveles de radiación ultravioleta (UV) arrasaron con la vida terrestre y marina. Los científicos de la Universidad de Southampton que han liderado la investigación estiman que este descubrimiento tiene implicaciones importantes en nuestra época, marcada por el calentamiento global.
Es más, aseguran que la Tierra podría alcanzar niveles de calentamiento comparables lo que podría desencadenar un evento similar. El artículo ha sido publicado en la revista científica Science Advances.
Precisamente este invierno los científicos han alertado del agujero en la capa de ozono del Ártico más grande y persistente jamás observado.
A finales del Devónico, el clima se calentó rápidamente después de una intensa glaciación. El calor llevó sustancias químicas naturales capaces de destruir el ozono a las capas altas de la atmósfera destruyendo la capa de ozono y provocando altos índices de radiación ultravioleta durante algunos miles de años.
El investigador principal, el profesor John Marshall, de la Escuela de Ciencias Oceánicas y de la Tierra de la Universidad de Southampton, que es un explorador de National Geographic, explica: "Nuestro escudo de ozono desapareció por un corto tiempo en este período, coincidiendo con un breve y rápido calentamiento de la Tierra. Nuestra capa de ozono se encuentra naturalmente en un estado de flujo - se crea y se pierde constantemente - y hemos demostrado que esto también ocurrió en el pasado, sin un catalizador como una erupción volcánica a escala continental". Esto es, que tuvo lugar como parte de los ciclos climáticos naturales.
Un evento clave en la evolución de las especies
Durante esta extinción masiva sobrevivieron algunas plantas, pero se vieron enormemente alteradas. El grupo dominante de peces acorazados se extinguió. Los que sobrevivieron - tiburones y peces óseos - siguen siendo hasta hoy los peces dominantes en nuestros ecosistemas.
Esta gran extinción marcó la evolución de nuestros antepasados, los tetrápodos. Los primeros tetrápodos eran peces que evolucionaron para tener extremidades en lugar de aletas, pero aún así vivían principalmente en el agua. Sus miembros poseían múltiples dedos de manos y pies.
La extinción hizo que evolucionaran hacia la vida en el medio terrestre y redujeran el número de dedos de manos y pies hasta los actuales cinco.
El profesor Marshall dice que los hallazgos de su equipo tienen implicaciones para la vida en la Tierra hoy en día: "Las estimaciones actuales sugieren que alcanzaremos temperaturas globales similares a las de hace 360 millones de años, con la posibilidad de que ocurra de nuevo un colapso similar de la capa de ozono, exponiendo la vida terrestre y de aguas poco profuindas a una radiación mortal. Esto nos llevaría del estado actual de cambio climático, a una emergencia climática".
De las extinciones masivas conocidas por los científicos, sólo una fue causada por el impacto de un asteroide en la Tierra, que fue hace 66 millones de años cuando los dinosaurios se extinguieron. Tres de las otras, incluyendo el final de la Gran Muerte Pérmica, hace 252 millones de años, fueron causadas por enormes erupciones volcánicas a escala continental que desestabilizaron las atmósferas y los océanos de la Tierra.
La novedad de esta investigación es el descubrimiento de que esta gran extición, al final del período geológico del Devónico, hace 359 millones de años, tuvo lugar por un dañino estallido de radiación UV ligado a los ciclos climáticos de la Tierra.
Una minuciosa investigación mundial
Los científicos han recogido muestras de rocas y fósiles al Este de Groenlandia, una zona que en aquella época era un lago situado en el Hemisferio Sur, en el supercontinente Laurasia, que formaban Europa y Norteamérica.
También han recogido rocas y fósiles del mismo periodo en los Andes, cerca del lago Titicaca, que estaba entonces en Godnwana, el otro supercontinenta del Devónico, lo que les permitió comparar los efectos de esta violento calentamiento tanto cerca del Ecuador como en el Polo Sur de entonces.
De vuelta al laboratorio las rocas fueron disueltas dejando a la vista esporas microscópicas con malformaciones debidas a daños en el ADN causados por la radiación ultravioleta. Muchas de ellas tenían también pigmentos, desarrollados para protegerse de los rayos ultravioleta, como nuestra piel cuando nos ponemos morenos al tomar el sol.
La investigación fue llevada a cabo en colaboración con el Museo Sedgwick de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge, gracias a una beca de la National Geographic Society.

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