El Iridio hallado en el cráter de Chicxulub prueba que un meteorito acabó con los dinosaurios
El hallazgo en el cráter de Chicxulub (México) de polvo de iridio, un metal más presente en meteoritos que en la Tierra, es la prueba definitiva de que la extinción del Cretáceo, en la que desaparecieron los dinosaurios, estuvo vinculada al impacto de un cuerpo extraterrestre, según un estudio.
“Nuestras mediciones muestran claramente que la capa
que contiene iridio y otros metales del grupo del platino está conservada
dentro del cráter”, asegura Christian Köberl, profesor de geología planetaria y
uno de los participantes en la investigación, en un comunicado del Museo de
Ciencias Naturales de Viena.
Según esta institución, que también ha participado
en el estudio, este hallazgo es la “pieza final en el puzle” del descubrimiento
hace cuarenta años de las trazas de meteoritos que llevaron a la conclusión de
que la llamada extinción masiva del Cretácico-Paleógeno estuvo vinculada al
impacto de un meteorito.
En la nota se explica que en 2016 un grupo
internacional de científicos perforó las colinas que rodean el cráter de
Chicxulub, donde, conforme a una de las teorías sobre la desaparición de los
dinosaurios, impactó el meteorito que causó una extinción masiva hace 66
millones de años.
El análisis del material extraído, realizado en
cuatro laboratorios, mostró que la concentración más alta de iridio estaba en
sedimentos ricos en arcilla que cubren esas colinas.
El polvo del meteorito, detalla Köberl, permaneció
suspendido en la atmósfera terrestre durante muchos años tras el impacto y cayó
al cráter décadas después.
“La conservación de la capa de iridio dentro del
cráter constituye la prueba indiscutible de que el impacto y la extinción están
íntimamente ligadas”, señala el museo, cuyo responsable de la colección de
meteoritos, Ludovic Ferrière, también tomó parte en la investigación, que se
acaba de publicar en la revista Science Advances.
Los primeros indicios sobre la teoría del meteorito
surgieron a finales de la década de 1970 con el hallazgo de inusuales altas
concentraciones de iridio en una capa de arcilla que marcaba la separación
entre los periodos geológico Cretáceo y Paleógeno.
Otras teorías explican ese suceso en una cadena de
erupciones volcánicas, el impacto de varios meteoritos o una combinación de
diferentes factores. EFE
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