Descubren tres nuevas especies de insectos que viven bajo el suelo volcánico de Canarias
La revista científica Subterranean Biology acaba de publicar el descubrimiento de tres nuevas especies de gorgojos ciegos en Canarias del género Baezia, endémico de las islas. Se trata de Baezia aranfaybo, hallada en El Hierro, y de Baezia madai y Baezia tizziri, localizadas en La Palma.
El hallazgo es, además, portada del número 38 de la
revista científica. Los investigadores que han participado en este trabajo son
Heriberto López, Carmelo Andújar y Brent Emerson, del Instituto de Productos
Naturales y Agrobiología del CSIC (IPNA-CSIC), el entomólogo palmero Rafael
García y Pedro Oromí, catedrático de entomología de La Universidad de La Laguna
(ULL).
En el artículo Three new subterranean species of
Baezia (Curculionidae, Molytinae) for the Canary Islands se describen las
características morfológicas de los ejemplares capturados de estas nuevas
especies. Presentan las adaptaciones típicas de la fauna que vive bajo tierra:
son ciegos, con cuerpos alargados y planos y ligeramente despigmentados. Al
igual que otros gorgojos subterráneos descritos en Canarias, se cree que estas
nuevas especies se alimentan de raíces, ya que los ejemplares conocidos fueron
capturados con trampas subterráneas instaladas cerca de la base de grandes
árboles de laurisilva, donde abundan las raíces, o dentro o cerca de raíces en
el interior de tubos volcánicos.
Nombres de
inspiración guanche
La nueva especie Baezia aranfaybo, del norte de El
Hierro, ha sido denominada así en referencia a Aranfaybo, un animal mitológico
sagrado para los aborígenes bimbaches de la isla, que también vivía en una
cueva. Las otras dos especies descubiertas son propias de La Palma, una del
municipio de El Paso y otra del de Garafía. Baezia madai es una rara especie de
la que sólo se conoce un ejemplar de un tubo volcánico del sur de la isla y que
se ha denominada así en referencia a Madai, una palabra guanche que significa
profundo y que hace alusión al hábitat de este gorgojo: una cueva profunda. La
otra especie palmera es Baezia tizziri, de la que solo se conocen dos
ejemplares, y cuyo descubrimiento provocó la misma sorpresa que un rayo de luz
en la oscuridad. De ahí el nombre tizziri, un término guanche que significa
rayo de luz.
Hábitat de
difícil estudio
Los investigadores han intentado durante años
capturar más ejemplares de estas especies para basar sus descripciones
científicas en la mayor variabilidad morfológica posible, pero ha sido en vano.
Como comenta Heriberto López “es realmente complicado trabajar con esta fauna,
ya que sólo podemos muestrear en la inmensidad del mundo subterráneo de
Canarias a través de los tubos volcánicos, minas o galerías, o instalando
trampas especiales bajo tierra en determinados sitios, lo que nos permite
estudiar una irrisoria proporción de este hábitat”. Hallar estas especies de
vida subterránea es, a menudo, cuestión de suerte, lo que siempre deja la duda
de si realmente son raras o si, por el contrario, son abundantes pero
complicadas de encontrar por vivir en un hábitat tan difícil de muestrear.
Este grupo de científicos lleva décadas estudiando
la biodiversidad del medio subterráneo de Canarias y ha demostrado con sus
publicaciones su inesperada riqueza y diversidad, fuente de futuros
descubrimientos. Se trata de una fauna complicada de estudiar, no sólo porque
vive bajo tierra, sino también porque en apariencia presentan poblaciones poco
numerosas, salvo excepciones, lo que aumenta la ya de por sí difícil labor de
captura de ejemplares. El uso de sistemas de muestreo desarrollados
específicamente para ello, las horas de trabajo y el entusiasmo por descubrir y
dar a conocer esta biodiversidad son la clave del éxito de estos
investigadores.
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