Ann Hodges, la única persona en el mundo a la que le ha caído encima un meteorito
¿Es posible que una persona sea golpeada por un meteorito que viene del exterior del planeta? "Tienes más posibilidades de ser golpeado por un tornado, un rayo y un huracán, todo al mismo tiempo, que de ser impactado por un meteorito", afirmó el astrónomo Michael Reynolds a National Geographic.
Hay que tener en cuenta que
caen alrededor de 17 meteoritos cada día sobre la Tierra, pero la mayoría lo
hace sobre océanos o en zonas remotas. Por lo tanto, la posibilidad de morir
por el impacto de uno de ellos es de 1 entre 1.600.000. Sin embargo, siempre
hay una excepción que confirma la regla.
Y este es el caso de Ann
Hodges, que el 30 de noviembre de 1954, a sus 31 años, fue golpeada por un
meteorito mientras dormía la siesta plácidamente en su casa en Sylacauga, un
pueblo rural de Alabama, al sur de los Estados Unidos.
Eran los tiempos de la
Guerra Fría por lo que rápidamente pensaron que todo tenía que ver con algún
complot relacionado con los soviéticos. Pero nada más lejos de la realidad. La
roca que entrró en la casa de Hogdes desde el espacio exterior no tenía ningún
tipo de lazos con el comunismo.
Es más, según el Museo de
Historia Natural de Alabama, antes de que el meteorito irrumpiera de manera
violenta en la sala de estar de Ann, los habitantes del pequeño poblado,y de
otras partes del estado de Alabama, habían informado del avistamiento de
"una luz rojiza brillante, como una vela romana que deja una estela de
humo". Otros vieron "una bola de fuego".
La fatídica tarde en la que
Hogdes vio interrumpida su siesta de manera inusual estaba descansaba en su
sillón, tapada con mantas. Luego, una roca negra de 30 centímetros de diámetro
entró por el techo, impactó en la radio y al rebotar impactó en la mujer.
Sintió un fuerte golpe en la cadera y al abrir los ojos vio que toda su casa
estaba llena de humo y escombros.
Ella y su madre, que también
se encontraba en la casa, no entendían absolutamente nada, y el susto y el
estupor dominaban la escena. De repente el techo de su hogar estaba agujereado
y, entre la humareda, pudieron ver que también el aparato de radio se
encontraba dañado. Lo que no sabían es que su vida cambiaría para siempre a
partir de este inesperado evento.
Las mujeres llamaron
inmediatamente a la Policía y a los Bomberos. Pero haciéndole honor al refrán
popular "pueblo pequeño, infierno grande", una multitud de vecinos se
congregó de manera inmediata delante de la casa de los Hogdes. Después de
comunicarse con las autoridades, acudió al lugar un geólogo del Gobierno que trabajaba
en una excavación cercana para poder identificar la roca.
Teniendo en cuenta el
contexto de la Guerra Fría, se decidió entregarles el objeto a las autoridades
de la Fuerza Aérea para una detallada inspección. Claro, todavía sobrevolaba el
fantasma del bloque soviético en la sociedad estadounidense. Sin embargo, el
experto ya había determinado que se trataba de un meteorito, como se conoce a
toda roca que llega a un planeta desde el exterior.
De todas maneras, el pueblo
estaba inquieto. Algunos también llegaron a pensar que podría tratarse de los
restos de algún avión estrellado. Eugene Hodges, el marido, tuvo que disolver a
los curiosos para poder entrar a su casa y enterarse de lo sucedido. Por su
parte, Ann se vio tan abrumada que tuvo que ser trasladada a un hospital al día
siguiente.
Si bien un granjero de la
zona pudo encontrar y vender por una interesante suma de dinero uno de los
pedazos que se desprendió del meteorito que cayó en el hogar de Ann, ella no
correría con la misma suerte. Después de que la Fuerza Aérea confirmara que se
trataba de una piedra espacial, el conflicto fue: ¿a quién le pertenece?
Los vecinos creían que se
debía devolver a Ann y ella accedía con todo gusto. De hecho, afirmó sentir que
el meteorito era de ella al salir del hospital: "Creo que Dios quería que
fuera para mí. Al fin y al cabo fue a mí a quien golpeó". Sin embargo, una
batalla judicial y mucha notoriedad pública de golpe le jugaron una mala
pasada.
El matrimonio Hodges no era dueño de la propiedad. Ella y su marido le alquilaban el hogar a una mujer viuda llamada Birdie Guy, que entró de lleno en el juego afirmando ser la dueña de la solicitada piedra. A pesar de haber ganado el pleito legal, aceptó 500 dólares por parte del matrimonio para que se queden con el objeto espacial. Ann estaba segura de que podría sacarle mucho más rédito económico.
Al fin y al cabo, era la
única persona en el mundo registrada que había sido golpeada por un meteorito.
Por otra parte, el Instituto Smithsoniano de Washington DC les ofreció una importante
suma de dinero para comprar el famoso objeto extraterrestre, pero ellos la
rechazaron convencidos de que podrían obtener más dinero con el paso del
tiempo.
Al fin y al cabo, era la
única persona en el mundo registrada que había sido golpeada por un meteorito.
Por otra parte, el Instituto Smithsoniano de Washington DC les ofreció una
importante suma de dinero para comprar el famoso objeto extraterrestre, pero
ellos la rechazaron convencidos de que podrían obtener más dinero con el paso
del tiempo.
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