Eritrismo, la evolución rosada de la Naturaleza

 

Dejando a un lado los flamencos, no puedes ver mucho el color rosa en el reino animal. Una excepción notable es el saltamontes rosado. Sin embargo, esta no es de ninguna manera una especie separada: esta coloración afecta aproximadamente a uno de cada 500.

Conocido como eritrismo, la afección provoca una curiosa pigmentación rojiza. Puede afectar el cuerpo de un insecto así como su piel, y es tan raro que los científicos occidentales no lo notaron hasta 1887. La razón de este descuido se debió quizás a la inclinación del insecto a permanecer perfectamente quieto durante el día y durante horas.

Hay literalmente miles de especies de saltamontes y muchas parecen hojas u otros arbustos, algunas incluso han evolucionado para parecerse a un moho limo. Sin embargo, ya sea por accidente o por diseño, los saltamontes rosados no se destacan tanto como cabría esperar. Después de todo, hay muchas flores rosas en el planeta.

Una anomalía pigmentaria

El eritrismo en el mundo animal es una de las varias anomalías pigmentarias que podemos observar en ciertas especies. Se trata de una inusual pigmentación que puede aparecer en el pelo, las plumas, la piel o la cáscara del huevo de algunos grupos. En algún momento se creyó que estas anomalías podrían estar relacionadas con una dieta o con infecciones en la piel. Pero la tesis que cobra más fuerza es la de mutaciones genéticas que aportan esa coloración por lo general rosada. Esta pigmentación hace a las especies muy llamativas, tanto que llaman la atención de investigadores y de espectadores en general.

La mutación que da pie al eritrismo produce una diminución del pigmento normal de ciertas especies y un aumento del tono rojo. Según expertos, se trata de una mutación en el gen receptor de melanocortina 1 (MC1R), encargado de la pigmentación de la piel y el pelo.

Los individuos que poseen eritrismo sintetizan menos eumelanina, el pigmento responsable de los colores negro y marrón. En contraposición, generan más feomelanina, encargada de la coloración rojiza. Es una anomalía pigmentaria que se presenta en humanos, específicamente en los pelirrojos y pecosos. Pero también aparece en animales como leopardos, en saltamontes y hasta en salamandras.

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